No fue el fichaje más esperado ni el más mediático. Quizás porque llevaba dos años alejado de los focos del fútbol español, la llegada de Fernando Llorente a Cartagena no llamó demasiado la atención. La medular albinegra estaba bien cubierta desde el inicio de temporada con futbolistas de la talla de Sergio Jiménez o Quique Rivero, aunque otros como Quintana o Pablo Ortiz no rindieron al nivel esperado. El conjunto cartagenerista apostó por un jugador que a la postre se ha convertido en el más determinante en el inicio de la segunda vuelta y que en apenas mes y medio se ha ganado la confianza del técnico y el cariño de la afición.

Llorente ya era un futbolista prometedor cuando salió de la cantera del Villarreal. Con el filial del conjunto amarillo se convirtió en un jugador indiscutible en Segunda División. En 2012 recaló en otro equipo de la categoría de plata, el Sabadell, y de ahí pasó al Burgos. En 2015 decidió hacer las maletas con destino a Rumanía. Llevaba dos años perdido en uno de los peores equipos de la liga rumana, el Poli Timisoara, cuando el segoviano puso rumbo de nuevo a nuestro país con el objetivo de ascender con el Cartagena.

Su importancia es tal que Monteagudo ha variado el esquema táctico para hacerle un hueco. En la primera vuelta, el Cartagena solía utilizar un 4-2-3-1, con Juanlu Hens actuando de enganche. El bajo estado de forma del mediapunta cordobés, que no marca un gol desde el 16 de octubre, abrió las puertas de la titularidad a Llorente, cuyo perfil se asemeja más al de un interior que al de un diez. Aunque ya había debutado en el estadio del Mancha Real, fue en casa contra El Ejido cuando el técnico manchego apostó por una especie de 4-1-4-1. En el mediocampo ya solo se discute quién es el pivote defensivo, que alternan Sergio Jiménez y Gonzalo Verdú en función de las circunstancias, porque las plazas de interiores están reservadas para Llorente y Quique Rivero.

Sus tantos son la tabla de salvación para el equipo cartagenerista en las últimas jornadas. Ante la falta de puntería de los delanteros y los hombres de banda, además de la ausencia de jugadores como Arturo por su sanción, Llorente ha aportado tantos que valen puntos. En su debut en el Cartagonova tardó solo veintiséis minutos en estrenarse con la casaca albinegra. A la semana siguiente, en el polémico encuentro de La Roda, fue capaz de empatar el encuentro cuando su equipo estaba con uno menos. En el choque de gigantes en Lorca, sus compañeros estaban gafados de cara a puerta. El Cartagena había generado ocasiones de sobra para adelantarse en el marcador, pero todas se iban al limbo hasta que Llorente anotó el gol de la victoria. Y el pasado domingo ante el Melilla ejecutó una auténtica obra de arte, sorprendiendo al meta rival con un remate de tacón.

Sin embargo, el centrocampista segoviano aporta mucho más que goles. En el apartado defensivo, le ha dado a su equipo equilibrio, trabajo y pelea en la medular. En ese aspecto, tiene mejor sentido táctico que Rivero, y ayuda al pivote a la hora de ordenar al equipo. Cuando el Cartagena tiene la pelota, se asocia de maravilla con sus compañeros y contribuye a crear el fútbol asociativo que tanto caracteriza al conjunto blanquinegro. Es hábil tanto para aguantar la posesión como para abrir a las bandas o dar un pase en profundidad. Y como ya han podido comprobar los aficionados, goza de una fantástica llegada al área y un disparo a portería espectacular. También es muy bueno en el juego por arriba y por ello es un futbolista fundamental en las jugadas a balón parado, tanto a favor como en contra.

En resumen, es lo que los ingleses llaman un centrocampista 'box to box', es decir, que va de área a área: tan pronto roba un balón en campo propio como asiste a un compañero o marca el gol de la victoria. El resto de fichajes de invierno también están rindiendo a buen nivel e incluso cuentan con un sitio en el once inicial frecuentemente, como Artiles, Isi o Germán, pero ninguno de ellos ha sido tan fundamental en las últimas jornadas.