El Cartagena se ha alejado definitivamente del peligro del descenso, cada jornada tiene más cerca el objetivo de la Copa del Rey y no conoce la derrota en los últimos siete partidos, donde Limones ha encajado un total de tres goles. La llegada de Alberto Monteagudo al banquillo del conjunto albinegro también tiene nombres propios sobre el campo, en el que sobresale, por inesperado, el tinerfeño Cristo Martín. Con el técnico de Valdeganga (Albacete) atraviesa su mejor momento de la temporada: demuestra implicación en defensa, atrevimiento en ataque e incluso hace dos semanas dio el gol de la victoria ante el Recreativo (1-0).

El propio futbolista ya aseguró tras el encuentro frente al Decano que el hecho de ser más compactos atrás ha ayudado a que el Cartagena saque sus partidos adelante. Monteagudo también ha destacado varias veces el compromiso del tinerfeño. «Los jugadores hacen un esfuerzo tremendo, vuelven a la defensa y llegan al ataque. Insisten, y gente que a lo mejor no está acostumbrada a volver mucho está volviendo más que nunca, como el trabajo de Cristo», señaló en el postpartido del domingo contra el Betis B (2-1).

El extremo albinegro, que en varios partidos ha ocupado la media punta, fue uno de los últimos fichajes de Paco Belmonte y no pudo hacer la pretemporada con el equipo entonces entrenado por Víctor Fernández. De hecho, su debut con la elástica del Cartagena tuvo que esperar a la segunda jornada de liga, con 22 minutos en la derrota en el Ramón de Carranza (4-2). En total ha jugado 23 partidos, 21 de ellos como titular y 11 sin llegar a ser sustituido.

En octubre, el futbolista confesó que Víctor Fernández le pedía «pisar más el área», algo que ha conseguido con Monteagudo: participa en el juego, tanto ofensivo como defensivo, intenta el disparo con mayor frecuencia y hasta ha ganado atrevimiento con gestos técnicos que se interpretan como una mayor confianza en sí mismo.

Si hace unas semanas dio síntomas de mejoría colaborando en la jugada del tercer gol al Mérida, hace dos confirmó que efectivamente se ha contagiado con la llegada de Monteagudo: un derechazo suyo dio los tres puntos frente al Recre y rompió a su vez una racha de casi tres meses sin ver portería (su único gol hasta la fecha fue el del 20 de diciembre al Melilla). El pasado domingo abrió el telón contra el Betis B haciendo un caño al defensa y, seguidamente, metiendo un balón al punto de penalti que no encontró compañero. Encima, pudo rematar la faena en la segunda parte después de controlar con la derecha y picar la pelota por encima de la portería con la izquierda.

Mejoría colectiva e individual

La remontada del Cartagena, en la que ha sido capaz de alejar el descenso y luchar por la Copa a falta de ocho jornadas, no se entiende sin Alberto Monteagudo, ya que desde su llegada en febrero el equipo ha enlazado siete partidos consecutivos sin perder.

En el vestuario entienden que la situación ha cambiado, sobre todo por los resultados: con Víctor pasaron dos meses sin ganar, y esa ha sido la mayor diferencia. «El equipo ha sido siempre el que es, pero psicológicamente estaba hundido. Con Monteagudo la cosa ha cambiado muy poquito, ha faltado simplemente quitarnos esa losa (ocho jornadas sin ganar) de encima», explicó hace unas semanas Juan Carlos Menudo.

En el caso del Cartagena los resultados han significado algo más que puntos en la clasificación: varios futbolistas, incluido Cristo, han dado un paso al frente y están dando lo mejor de sí: Sergio Jiménez marcó su primer gol en liga desde que viste la camiseta blanquinegra; Limones fue decisivo el pasado domingo con dos paradas que evitaron el empate del Betis B; Sergio García, con la cuenta a cero durante 29 jornadas, hizo diana contra el filial verdiblanco; las subidas de Jesús Álvaro aportan algo más que profundidad: asistencias de gol, como la del 3-1 de Chus Hevia en la tarde del Mérida o la del domingo en el 2-1 de Sergio García.