José Antonio Lucas Albaladejo se tenía que escapar de casa para poder practicar piragüismo cuando apenas tenía doce años de edad; Luis Miguel Hueva tuvo que convencer a su padre de que lo suyo no era el fútbol, que prefería remar por el Río Segura. Muchos años después, formando pareja, han alcanzado la gloria que por diversas circunstancias se les negó cuando eran jóvenes: se han proclamado campeones del mundo de veteranos en el primer campeonato oficial que se ha celebrado en la historia.

Lucas es de Santiago de la Ribera, "de pura cepa", como él dice; Hueva nació en Valladolid pero desde los doce años reside en Murcia. El primero es ahora entrenador de piragüismo y trabaja en el polideportivo de la localidad, y el segundo es bombero. Llevan remando juntos desde que en 1979 "bajamos juntos el Sella, una prueba clasificatoria para el Mundial que ganamos. Después llegó el Trofeo Reina Sofía, en el que fuimos segundos. Y así hasta ahora", recuerdan con añoranza, aunque no con nostalgia porque ambos son felices con el camino que tomaron: "Nunca se sabe qué hubiera ocurrido si llegamos a entrar en el equipo nacional. Pero lo que es cierto es que ahora mismo no cambiamos la vida que hemos tenido. Por ejemplo, hay un chico que fue medalla olímpica y que estaba trabajando como guardia de seguridad en un polideportivo. No está valorado el piragüismo, ni social ni económicamente. Te tiras muchos años entrenando ocho diarias para que luego te den una patada", reflexionan.

Los inicios fueron muy complicados para Lucas. Su padre era pescador y tenía que trabajar con él: "No me dejó ir al equipo nacional cuando me llamaron", recuerda. Para poder practicar el piragüismo tenía que hacer todos los días encaje de bolillos. Por la noche trabajaba en el bingo, después se iba a pescar y cuando terminaba la jornada, entonces se ponía a remar. Hoy tiene 53 años y lleva desde los 12 con la piragua. Pertenece a la Escuela Piragüismo Mar Menor, un club donde los niños le adoran. De hecho, tras proclamarse campeón del mundo -logró una medalla de oro individual y otra formando equipo con Hueva-, ambos fueron objeto de un gran recibimiento, con pancartas y una gran fiesta.

Hueva, que es del Club Pinatarense-Grupo Caliche y tiene 50 años, recuerda que en su niñez su padre quería que jugara al fútbol: "Incluso me hice entrenador regional. Pero me lo dejé cuando estando a punto de fichar por el Murcia, me hice una fisura en la cadera. En ese momento dije que se acabó y me metí a hacer piragüismo. En mi primera competición, volqué nada más salir. Me acordaré toda la vida porque fue en Madrid en el mes de abril. Casi me congelo", comenta.

Después de tantos años y de realizar tantos kilómetros juntos para competir, la compenetración les ha dado los éxitos en el Mundial: "La piragua es fuerza y técnica. El que va delante es quien marca el ritmo, que en nuestro caso es Lucas. Pero si no funcionamos los dos, el barco no anda", explica Hueva, de profesión bombero, aunque no lo podrán encontrar en el nuevo calendario benéfico que han realizado porque "salí una vez y ya no lo vuelvo a hacer", dice entre risas.