En su rincón

Hernando Gómez Prada: un hogar sin armario

"La verdadera compasión es dar voz y visibilizar a la gente que lo pasa mal y contar padecimientos anteriores para que no se vuelvan a repetir"

Hernando, en su despacho.

Hernando, en su despacho. / Javier Lorente

Javier Lorente

Javier Lorente

Me encuentro con Hernando Carlos Gómez Prada en su domicilio, en ese vergel que es el barrio de Santo Ángel. La casa me sorprende por sus paredes llenas de arte: él y su marido son amantes de la pintura y la fotografía y no han caído en las redes de ese minimalismo actual –lamentablemente de moda– de no colgar nada en las paredes. Disfruto viéndolo todo y me indica, sobre la chimenea, la obra que le han regalado en su cumpleaños: un grabado del bello retrato que Gregorio Prieto hizo de Federico García Lorca. Subimos la escalera y llegamos a una amplia y luminosa estancia, llena de libros, cuadros y dibujos, alguno de mi admirada Carmen Cantabella: «Este es verdaderamente mi rincón, aquí me paso el día. Soy profesor de la Universidad Internacional de La Rioja e imparto mis clases en línea, aquí también estudio, investigo, leo y escribo».  

De carácter afable, disfruto su interesante conversación y me doy cuenta de la amplitud de sus intereses y actividades: «Mis padres se conocieron en Londres y estuve a punto de nacer en Alemania, donde ellos vivieron durante un tiempo. Tal vez por eso me guste tanto viajar. Mi infancia y juventud transcurrieron en Molina de Segura. Pasé algún año malo en el colegio, sufrí acoso, y eso hizo que continuase mis estudios en un internado en Irlanda. Viví en París, donde amplié estudios. Así que puedo comunicarme en inglés, francés e italiano. En Madrid estudié Dirección de Empresas y, posteriormente, Periodismo, Comunicación Audiovisual y Cine. He hecho de todo en mi vida, incluso trabajar muchos años, cuando volví a Molina, en la empresa de transportes y gasolinera familiar». Me sigue contando una vida que, pese a su juventud, está jalonada de aventuras laborales, viajes e iniciativas culturales y artísticas: «Monté una productora cinematográfica, he estudiado varios másteress y me doctoré en Comunicación Audiovisual. Mi tesis va sobre la obra de una pionera: Josefina Molina. Me interesan mucho las gentes luchadoras, los que han sufrido en las épocas duras, en la dictadura, los perseguidos… He vivido también en Alemania y Austria, donde estudié otro de mis temas recurrentes: el envejecimiento y la mujer».

Me habla de su experiencia: «Es un privilegio poder estar casado con quien amas y compartes tanto, pero en otras épocas no fue así y en otros países tampoco lo es ahora. Me interesa mucho el tema LGTBI, que también marca muchas de mis reflexiones y actuaciones, así que en eso estoy, volcado en el activismo y la memoria. Creo que en España se ha tapado demasiado y hay que sacar a la luz no solo a la gente de las cunetas, sino muchos sufrimientos que se han querido tapar. Lo triste es que esto no lo verán los que ya se han ido». De entre los documentales que Hernando ha hecho, el próximo viernes 21 presenta en la Filmoteca Regional Un hogar sin armario, fruto de más de 40 entrevistas a gays, trans y gentes que sufrieron la represión, gentes que siempre tuvieron un gran sueño por conseguir. Mientras hablamos, Hernando me proyecta un trozo de este documental, realmente interesante y emotivo. Me impacta la historia de Federico Armenteos, que se casó tres veces: con Dios (fue cura), con una mujer, y ya después con un hombre. En el documental se ve el sueño, casi realizado, de este hombre: construir la primera residencia LGTBI de España. 

Hernando me confiesa: «Mi abuela Consuelo, que tiene 96 años siempre me dice que si es que no sé escribir o filmar historias que tengan que ver con situaciones más sencillas y personas con vidas más ‘normales’, pero así es, yo siempre voy buscando complicarme la vida con gentes del margen. Nuestros abuelos tienen un amor sin fronteras, nos aceptan y nos quieren siempre, aunque en su época los educaran para otras cosas. Los abuelos tienen una mentalidad más abierta que mucha gente más joven. A mí no me gusta encerrarme en lo mío y en lo cómodo. Ahora, por ejemplo, estoy trabajando con las monjas oblatas y su dedicación a las prostitutas húngaras retiradas, una labor admirable, puede que divina». Me cuenta que es uno de los poquísimos hombres que forma parte de la Asociación de Mujeres Cineastas, y me enseña algunas de sus publicaciones, el volumen de su tesis doctoral, sus libros y algunas de sus colaboraciones en libros y revistas. Me informa que también forma parte de la Fundación Pedro Zerolo, así como de la Asociación 26 de Diciembre de 1978, que es cuando en España dejó de ser delito la homosexualidad, que trabaja en la visibilización, dignidad y derechos de las personas mayores LGTBI.

Me hace pensar: «En 1977 se hizo una Amnistía en España, fue genial pero dejó fuera a un gran colectivo que sufrió la represión. Al colectivo LGTBI no se le pidió perdón…», me dice, y veo que se le hace un nudo en la garganta y se le humedecen los ojos: «Lo peor es que ha muerto mucha gente que nunca podrá ver la situación actual o la ley de 2005, cuando el gobierno de Zapatero legalizó el matrimonio homosexual». Me sorprende que lleva mil acciones al tiempo: habla de sus proyectos de investigación con la Facultad de Sociología de la Universidad de Murcia, Proyectos SEXFUN, entrevistando por toda España sobre cómo viven su sexualidad personas con distintas discapacidades, recorriéndose para ello desde la Galicia rural, Canarias, Bilbao, Oviedo o Barcelona.

«El cine es una herramienta para sacar a la gente de la sombra, todo lo que hago siempre tiene su perspectiva social y política», no partidista, me dice. Me emociona: «Durante la pandemia me asomaba a este balcón, tengo aquí al lado la residencia de ancianos y veía cada vez que se llevaban a los que fallecían. Era muy duro. Intentan ocultarnos el sufrimiento de los demás, que miremos a otro lado, pero algunos no valemos para ello. La verdadera compasión es dar voz y visibilizar a la gente que lo pasa mal y contar padecimientos anteriores para que no se vuelvan a repetir. Soy antirracista y feminista convencido, cómo no serlo con una madre de origen colombiano. La memoria no es reabrir heridas, se trata de sanarlas de una vez, por eso hay que seguir construyendo una Europa libre de extremismos». Amén.