Música Crítica

Marky Ramone: Quinientas personas, riguroso negro

Jutxa Ródenas

Ha sido curioso observar la llegada de Marky Ramone de copiloto en una Mercedes recién estrenada a la puerta de acceso de Garage Beat Club, solemne como si de la mismísima Jakie Kennedy asistiendo a un funeral se tratase. Ya contaba el neoyorquino con encontrarse con un público que lo recibió como se recibe a los héroes de guerra. Son 74 años, nos podemos permitir la licencia de llamarle vieja gloria, sin ningún tono peyorativo, porque lo es.

Es la tercera vez que el batería de Los Ramones pisa este escenario, y desde el principio lo noté como en casa: Murcia no defrauda si de rock va la cosa. Nada que lamentar con el primer resbalón del guitarra (en ningún momento dejo de tocar a pesar del golpe). Alguien les ha debido contar que poniendo sobre el escenario una marca de cola azucarada evitan las caídas, y para nada fue asi. Jamás vi a nadie caer con tanto estilo como este bajista argentino llamado Martín Sauan, impoluto y brutal durante toda la actuación y de quien quedé fascinada por esa energía. Un repertorio sin pausa alguna más que para vocalizar el «One, two, three, four» hasta contar 38. El artista, nacido en Nueva York como Marc Steven Bell hace 73 años, permaneció impertérrito y elegante durante toda la actuación, y me indigna que algunos seguidores lo tachen de oportunista. Que me perdonen las malas lenguas: este señor lleva desde los 16 en un escenario haciendo lo que puede, sabe y quiere hacer: tocar la batería paseando por el mundo el legado de una banda santificada. Que un músico de tal índole tenga se marque un concierto con casi cuarenta hits sin despegar las manos de las baquetas me parece poético.

No dejó ningún hit en el tintero: los 14 discos grabados en los 22 años que duraron Ramones dan para un repertorio que a nadie deja indiferente, más aún con ese frontman patrio que debe ser por obra divina la reencarnación de Joey, de quien tristemente celebramos su efeméride: cuentan que en el momento de su muerte escuchaba In A Little While de U2.

El cuarto miembro que acompaña a Marky en esta gira de homenajes es Marcelo Gallo, también argentino, que puso el punto glam al show y se dejó querer mas que nadie por un público que, amén de las ramonianas, rindió homenaje al dueño del cinturón que servidora llevaba puesto (Motorhead) y a la Creedende Clearwater Revival: buen gusto y mejor saber estar.

Si tengo que añadir un pero, fue lo rápido que pasó mi versión favorita de Smokie (Needels and pins). Por todo lo demás, agradecida por este concierto que volvería a ver hoy mismo. Baqueta en mano, tenía que escribirlo. Gracias a la Sala Garage Beat Club por concedernos estos caprichos y sentar cátedra ofreciendo punk-rock. ¡Ojalá un 4° de Marky!