Entrevista | Jaro Cristo Rapero

Jaro Cristo: "Todavía hay gente que me pide que vuelva a lo de antes, pero ellos viven en el pasado, yo, no"

"Hace tres años que dejé de plantearme si seguía sonando rap o qué tipo de música hacía"

Jairo Cristo.

Jairo Cristo.

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Tras The boys of void (2020), con Sin-H, y el disco del colectivo Murcia Finest (The Finest Stories, 2023), el rapero murciano Jaro Cristo ha roto los moldes con su nuevo disco, Fortuna y gloria (2024), el primero que hace en ‘solitario’ después de casi diez años asociado a otros proyectos (singles al margen). Sin embargo, el artista no ha estado ni mucho menos solo en todo este proceso; de hecho, dice que es un álbum escrito a ocho manos. Porque él ha puesto las letras y la voz, pero Diego Sabater y Sadd Mortt han sido los encargados de las guitarras y Jim Morrisound, el productor que se ha encargado de cohesionarlo todo. Juntos han dado forma a un trabajo de apenas ocho cortes en el que se ha despojado definitivamente de los corsés del rap y ha dado rienda suelta a su versión más pop, con ramalazos de reggae y rock andaluz. En definitiva, un disco que ha sorprendido a propios y extraños y que, avisa, puede marcar un antes y un después en su carrera.

¿Cómo está, Jaro? ¿Cómo está llevando estos primeros días de Fortuna y gloria?

Si te soy sincero, después de tres años de trabajo me siento derrotado y en shock, como si hubiera vuelto de la guerra, pero contento de que la gente por fin pueda disfrutar de estas canciones. Hay un cierto desasosiego siempre que un disco sale a la calle, pero también estoy ilusionado con lo que está por venir. Y por estar recuperando la paz poco a poco.

Sin duda, es un disco sorprendente, pero, en realidad –si me permite la reflexión–, todo eso que escuchamos en este disco ya estaba de alguna manera en su música; quizá simplemente esta vez le ha dado rienda suelta.

Estoy de acuerdo. Este disco puede parecer un gran cambio, pero, como dices, estos matices vienen de lejos. Cuando empecé con el rap era muy pureta y todo lo que se saliera del bombo y caja me parecía ridículo; era un extremista y un inconsciente, y no tenía ni idea de las cosas que me estaba perdiendo. Pero haber estado trabajando durante dos años en un centro de menores, árabes en su mayoría, y empaparme de su cultura musical, tanto argelina como marroquí, fue lo que me hizo clic. Empecé a entender y a disfrutar la música que se hacía en los guetos árabes de Francia; empecé a vivirla con los chavales del centro, y empecé a volar musicalmente sin prejuicios. Esa liberación no tiene precio; ahora sé todo lo que seguramente no disfruté y me perdí en su tiempo. Y todavía hay gente que sigue echándome en cara lo que hago ahora y que quieren que vuelva la locura sin filtro de tiempo atrás, pero ellos viven atrapados en el pasado, yo no.

Entonces, le pregunto: ¿Fortuna y Gloria sigue siendo ‘rap’, aunque sea desde el punto de vista ‘filosófico’?

Hace tres años que dejé de plantearme si seguía sonando rap o qué tipo de música hacía. Simplemente estoy disfrutando del proceso, y si me apetece hacer reguetón, lo hago, y si quiero rapear en ritmos de trap o cantar salsa, lo hago. La música es el único sitio donde encuentro la libertad; no le debo nada a nadie, solo a los míos, y gracias a Dios son personas musicalmente abiertas.

Así que lo que te puedo decir es que, desde el punto de vista filofósico, esta es música sincera y hecha desde el corazón, y si eso es así, no creo que el ritmo importe demasiado. Aunque sí te reconozco que todas las letras de este disco podrían rapearse en un bombo-caja a 90 BPM. Al final, el rap siempre fue mi vehículo, y la puerta para descubrir la inmensidad de la música, y eso jamás lo negaré. Vengo de ahí y sigo ahí, solo que descubriendo caminos nuevos; caminos que pocos se atreven a caminar.

Antes hacía alusión a ese clic, pero ¿qué es lo que le ha llevado a materializar en canciones esta nueva visión de la música? Proceso en el que, creo, ha estado inmerso durante tres largos años.

Supongo que el quedarme en paro tras dos años trabajando en el centro del que te hablaba. Fue duro, especialmente por todo lo que aprendí allí, pero salí con la mente más abierta que nunca y con mucho tiempo libre. Como trabajaba de noches, me costó volver a tener un horario normal, así que me despertaba a las cuatro de la mañana, me iba a entrenar al parque, desayunaba y el resto del día se lo dedicaba a la música. Y en una de esas, estaba ordenando mi cuarto y me saltó en YouTube un acústico de Dellafuente en el Mubea: me atravesó como una daga. Estaba reversionando canciones suyas con dos guitarras y pensé en lo maravilloso que sería hacer algo así con canciones como Andrómeda e Insomnia. Entonces llamé a Ginés [Jim Morrisound, a Diego Sabater y Sadd Mortt, y esa misma semana comenzamos la grabación de lo que se convertiría en mi trabajo más currado y disfrutado hasta la fecha.

¿En qué lugar queda el proyecto junto a Sin-H y el de Murcia Finest? ¿Todo es compatible o estas en otra órbita?

Sin-H y yo somos una dualidad. Mi cambio de mentalidad respecto a la música nació a raíz de conocerle y ver cómo se habría el pecho en canal para contar sus miserias; eso se lo deberé siempre. Él fue quien me creó [Risas], pero somos distintos. Sin embargo, la gente quiere a la dupla siempre antes que a cada uno por su cuenta, así que seguimos haciendo música juntos actualmente. Tenemos varios proyectos guardados en el estudio con Jayder y Jim Morrisound, pero viviendo cada uno en una ciudad es más complicado...

Y Murcia Finest es para siempre, porque por encima de todo hay una amistad muy grande, y después de eso hacer música es lo mas fácil: solo es cuestión de juntarnos en una casa durante una semana y ver como las cosas salen solas.

Volvamos, pues, a lo que toca, que es Fortuna y gloria. ¿Qué tal la experiencia de trabajar con ‘banda’?

Ha sido como descubrir la música en todo su esplendor. Este disco fue creado, sangrado y llorado, con sus momentos de euforia, tristeza, frustración y felicidad en el estudio; es de las mejores experiencias que me ha dado esta vida. Quedábamos un sábado sin saber qué iba a pasar y comenzábamos a trabajar desde bien temprano, con su pausa para comer y una larga sobremesa; dejábamos la maqueta preparada y a la semana siguiente se grababa todo. Por eso este no es un disco de Jaro, es un disco de cuatro personas: yo ponía las letras y la voz, mientras que Diego y Sadd hacían llorar sus guitarras y Jim tocaba los trastos y les daba ritmo. Y nos íbamos retroalimentando entre nosotros, corrigiéndonos y aportando ideas, dejando el tema a punto solo cuando a los cuatro nos comía la euforia. Es en esos momentos cuando sientes la música, cuando parece que la sesión ha podido contigo y de repente un acorde lo vuelve a prender todo. En fin, cuatro niños volando libres, sin presión alguna. Y ahora solo quiero currar de esta manera...

¿De dónde viene la inspiración? ¿Se ha fijado en algún artista en concreto?

Supongo que de toda la música que me ha acompañado desde niño. Lo que sí tenía claro es que si trabajaba con músicos no iba a ser para rapear; no soporto eso. Y en ese sentido..., recuerdo que Héroes del Silencio me acompañaron mucho durante el proceso: me vi el documental [Héroes: Silencio y Rock & Roll, 2021] y me entusiasmó, así que de algún modo eso me brindó la oportunidad de redescubrirlos. Pero bueno, también sonaban en mis cascos PNL, SCH y Triana, por supuesto (herencia de padre).

No sé si es facilidad natural –creo que sí– o que es algo a lo que le dedica particular atención –que, supongo, también hay mucho de eso–, pero los estribillos en la música de Jaro Cristo son fundamentales; no solo en este disco. ¿Cómo los encaras?

Para mí los estribillos son la explosión y el corazón de la canción, e incluso cuando hago rap me gusta que sean cantados. Ya no recuerdo por qué empecé a hacerlos así... Pero es que es escuchar una melodía y me vienen los tonos solos, y aunque no tenga la música, en mi día a día estoy constantemente grabando notas de audio con cosas que se me vienen a la cabeza. Así que en realidad no les dedico mucho tiempo, principalmente por lo que te digo, porque las melodías me ‘atacan’ a diario, ¡parece brujería! [Risas]. Y luego en el estudio es lo que más disfruto de la canción porque es como darle el doble de sentimiento. Bueno, y sobre el escenario es increíble darte cuenta de que el público no te deja cantarlos porque sus voces te comen.

Por cierto, no ha tenido pudor en trabajar con el Auto-Tune, herramienta tan denostada por algunos... ¿Entiende esa ‘fobia’?

Puedo entender la controversia si ignoras cómo funciona, como a mí me pasó en la adolescencia, pero al final es simplemente una herramienta más. La gente cree que te pones el Auto-Tune y ya eres Pavarotti, pero no funciona así. Tan solo es un modulador de voz –como hay cientos–; no afina, solo le da brillo a tu voz: si fallas en un tono con el Auto-Tune, no es que no te lo corrija, es que tu error resalta por tres. Por eso respeto a quien lo usa en directo, porque es complicado de utilizar y denota que tienes el tono y la canción muy controlada. Pero bueno, esto es algo que se lleva usando desde Cher, lo que pasa es que aquí, como con todo, vamos con retraso y con miedo.

En este disco –y se nota– se han cuidado todos los detalles; incluso los relativos al apartado estético (tanto en lo que respecta a los visuales como a la vestimenta). ¿Es parte de un todo o la música es lo importante y esto son complementos?

Es parte de un todo. No hay música sin visuales, y viceversa. Y lo mismo con la puesta en escena. En este caso son cosas que llegaron poco a poco y por separado, pero que fueron encajando a la perfección, como en un puzle. Cuando nos dimos cuenta, teníamos un proyecto enorme también en este sentido.

Me he dejado casi que para el final lo más importante: las letras. Y aquí sí que no hay ‘novedades’ –al margen de que ha recuperado algunas de proyectos anteriores–; me refiero a que se corresponden cien por cien al estilo que ha defendido en los últimos años (ya sean más o menos rapeadas). ¿A qué le canta Jaro Cristo? Y, más importante: ¿desde dónde canta Jaro Cristo?

Le canta al amor, a la alegría y a la libertad, pero también a la desesperación, a la tristeza, a la rabia y a la frustración. Y a la injusticia. Pero siempre desde el corazón.

Para finalizar, le quiero preguntar por el directo. ¿Cómo va a trasladar todo este universo al escenario? ¿Va a ir con ‘banda’? ¿Habrá visuales? Cuénteme.

O se hace con banda y visuales o no se hace [Risas]. Como ya he dicho, Fortuna y gloria es una experiencia completa, y no podría sentirse así por separado; de lo contrarío, el directo quedaría cojo. Pero bueno, justo ahora estamos organizando los ensayos para poder llevar este proyecto a los escenarios tal y como nos gustaría, y las ganas de presentarlo nos comen, te lo aseguro. Pronto daremos fechas y demás; estad atentos.

Portada del nuevo disco de Jaro

Cristo, obra del artista visual portugués Henri Prestes.