Reportaje

El efecto Matilda: Marisol

La artisa Marisol en 1963.

La artisa Marisol en 1963. / L. O.

Al leer su nombre no puedo evitar recordar a la actriz española, y aunque pertenecen a ámbitos distintos hay una especie de extraño paralelismo entre sus vidas ya que ambas decidieron desaparecer y dejarlo todo cuando se encontraban en el momento más álgido de sus carreras sin que nadie pudiera saber realmente por qué. Corría el año 1968 y una joven Marisol Escobar representaba a Venezuela en la Bienal de Venecia con su obra The party, una instalación formada por esculturas de madera con personajes simulando estar en una fiesta y cuyos rostros eran los de la propia artista. Su carrera estaba en plena explosión con exposiciones en las galerías más importantes de Nueva York, la crítica la adoraba, la prensa la buscaba por ser una de las mujeres más interesantes del momento, y el público simplemente amaba su obra, hacían largas colas para asistir a cualquier muestra en la que ella participara, pero de manera inexplicable decidió poner fin a todo.

'The party' (1965).

'The party' (1965). / L. O.

En ese momento de máxima gloria algo se quebró, algo sucedió que sintió la necesidad de abandonar y recluirse en su propio mundo, alejada de la fama, de ese bullicio que la rodeaba, regresando al silencio de su juventud. Siguió creando, nunca dejó de trabajar, pero decidió hacerlo para ella misma, sin testigos, sin explicaciones, sólo ella y su arte, de igual forma que empezó así decidió terminar. 

Aquella mujer silenciosa, de pocas palabras, introvertida, de aspecto misterioso y andrógino, nunca fue amante de las palabras, no sentía la necesidad de comunicarse verbalmente como el resto, para eso ya estaba su obra.

Los hechos vividos en la infancia son los que marcan la personalidad de cada uno, y en el caso de Marisol Escobar fue la terrible escena de presenciar con tan sólo once años el suicidio de su madre. Fue ahí cuando el silencio llegó a su vida, no sólo dejó de hablar durante algunos años sino que esa necesidad de no decir nada sería uno de los rasgos que marcarían para siempre su forma de ser. Ante aquella situación, el arte fue para ella como una especie de acto de rebeldía contra la tristeza, se encontraba desolada pero una parte de su ser luchaba por sentirse mejor, necesitaba huir de la pena, así que no sólo fue su refugio sino también su salvavidas, pues crear le hacía encontrarse menos sola.

'Mi mama y yo' (1968).

'Mi mama y yo' (1968). / L. O.

Con un creciente interés por la pintura, tras acabar sus estudios secundarios se matriculó en la Escuela de Bellas Artes en Francia, lugar donde nació, además de recibir clases en la prestigiosa Academia Julián de París. Por cuestiones políticas marchó dos años más tarde a Estados Unidos, decidió olvidar su apellido y ser conocida simplemente como Marisol, completando su aprendizaje en la escuela creada por el pintor alemán expresionista Hans Hoffmann, del que aprendió sus teorías del color basadas en que la asociación de ciertos colores provocan entre sí una especie de rechazo-atracción que generan movimiento y volumen. Cultivó distintas disciplinas como dibujo, composición, pintura y cerámica, pero descubrió que la escultura era el medio que mejor se adaptaba a sus aspiraciones estéticas. Partiendo de bloques cuadrados o cilíndricos, sus esculturas representan un repertorio de personajes hieráticos, inexpresivos, silenciosos, igual que su creadora, parecen estar esperando la llegada de su gran despertar, aquel instante en que la mirada del espectador consiga devolverles algo de vida.

Con tan sólo veinte años se independizó para establecerse en Nueva York, donde comenzó a poner en práctica aquellos preceptos abstractos para crear esculturas figurativas que en un principio tenían forma de ensamblaje, cajas en las que introducía diferentes objetos y material encontrado, y poco a poco fueron transformándose en piezas de madera o yeso. Unos primeros años que no fueron fáciles y consiguió superar gracias al dinero conseguido por la venta de ciertos inmuebles familiares.

El gran galerista y coleccionista Leo Castellli la descubre en 1957, invitándola a participar en una muestra colectiva, ese día comenzó su verdadera trayectoria. Sus piezas gustaron tanto que Castelli le da su primera exposición individual, algo insólito para un mujer artista en aquel momento, siguiendo una gran colectiva en el MoMA junto con Picasso y Duchamp que terminaron por lanzarla a Italia, Venezuela y España, y siempre bajo las directrices de las mejores galerías, desde 1994 de la mano de Marlborough; seguro que le entristecería conocer la reciente noticia del cierre de esta legendaria galería.

En 1962 Marisol conoce a Andy Warhol, causando un gran impacto en él, llegó a decir que ella era la primera artista con glamour que conocía. No sólo fue su amiga y musa, sino también su principal referente a nivel artístico, a pesar de que todavía hay quien dice que fue Warhol quien inspiró a Marisol, algo sin fundamento ya que cuando se conocieron ella ya era una artista de gran reconocimiento mientras que él todavía no. Aunque ambos tenían atracción por temas similares como la crítica de la cultura consumista y la política, cada uno partía de un enfoque completamente distinto. 

'Woman and dog' (1964).

'Woman and dog' (1964). / L. O.

Cuando en una entrevista le preguntaron sobre su trabajo, respondió: «Mi arte está inspirado en creencias, en milagros, en la intercesión y el conocimiento de un aspecto espiritual de la vida», y para esto no hacen falta palabras, el silencio es sin duda el mejor aliado.

Fue la heroína del movimiento pop, la única mujer entre una estela de hombres y la más auténtica ya que tenía un lenguaje único que nada se parecía al resto: su primitivismo mezclaba madera o yeso con pintura, fotografía y objetos encontrados en una estética donde elementos pop, arte folk y precolombino convivían con total naturalidad.

Algunos críticos creen que el motivo de alejarse del mundo del arte fue porque las nuevas corrientes hicieron que su obra quedara un poco, vamos a decir, anticuada o desfasada, fuera de lugar, en realidad no creo que esta teoría sea acertada ya que su trabajo trasciende mucho más allá del movimiento pop y ofrece una visión más rica, compleja y transgresora, anticipándose incluso a muchos otros lenguajes posteriores. Marisol, la misteriosa dama del pop, hoy seguiría siendo tendencia. Antes de fallecer en 2016, dejó previsto en su testamento que toda su obra, sus posesiones, su legado y hasta su casa pasaran a formar parte de la Albright-Knox Art Gallery, museo ubicado en Buffalo, para que todo el mundo pudiera disfrutar de ellas. Su amiga Mimí Trujillo cuida con celo que todos esos deseos se cumplan.