Exposición

Nuevas formas de ver (y oír) el arte en la Cárcel Vieja de Murcia

El antiguo centro penitenciario ofrece hasta el 25 de mayo dos nuevas muestras, una de realidad virtual a cargo de la bilbaína Silvia Sánchez y otra sonora, de Juan Jesús Yelo y Arturo Yelo, sobre el libro ‘1984’

El Centro Cárcel Vieja acoge dos nuevas exposiciones de Silvia Sánchez y de Juan Jesús y Arturo Yelo

Pablo Fernández

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Desde su remodelación y conversión en espacio expositivo, la Cárcel Vieja cuenta con el sobrenombre de ‘Centro de Cultura Contemporánea’, y en pleno siglo XXI, reducir el arte a la pintura y la escultura, por vanguardistas que estas sean, es un error. Y lo han demostrado propuestas como las del festival Mu-tantes, que se escapan de la norma y exploran otros formatos como la instalación, la performance, la fotografía, el videoarte... Aunque, desde este jueves, las disciplinas a las que la antigua prisión murciana ha abierto sus puertas son a la realidad virtual y al arte sonoro.

En concreto, el concejal de Cultura e Identidad del Ayuntamiento de Murcia, Diego Avilés, presentó este jueves dos exposiciones que convivirán en la Cárcel Vieja hasta el 25 de mayo: 'Evolución desde la imperfección. Experiencia de arte inmersivo en la realidad virtual', de la vizcaína Silvia Sánchez, y la 'Instalación sonora 1984', a cargo del cartagenero Juan Jesús Yelo y del abaranero Arturo Yelo. Ambas podrán visitarse de martes a sábado en horario de mañana (de 10.30 a 14.00 horas) y tarde (de 17.00 a 21.00 horas), y se enmarcan dentro del proyecto ‘Un río de cultura’, mientras el cual el Gobierno local pretende ofrecer experiencias culturales durante todo el año y acercar a los murcianos «nuevas técnicas y lenguajes artísticos», tal y como recordó Avilés durante el acto.

Realidad virtual

‘Evolución desde la imperfección’ es una exposición que permite ver cómo el arte tradicional ha evolucionado mediante la tecnología para llegar a todos los públicos, y según la tesis de Silvia Sánchez, incluso a aquellos jóvenes nativos digitales desencantados con las maneras tradicionales del arte son capaces de dejarse seducir por ciertas obras si se les muestran con los lenguajes adecuados. Así, la muestra de la bilbaína está basada en siete piezas físicas originales de la artista que han sido animadas digitalmente para disfrutarse a través de unas gafas de realidad virtual en 3D y 360 grados, «en una experiencia inmersiva que aúna arte, tecnología, música y emociones», explican desde el ayuntamiento.

Así mismo, la exposición muestra los resultados de un experimento pionero a nivel mundial de arte y neurociencia en el cual, con el objetivo de mostrar el impacto positivo del arte en la sociedad, se ha medido la respuesta psicofisiológica y el estado emocional de los espectadores durante la experiencia inmersiva desarrollada por Sánchez. «Los resultados demuestran la capacidad del arte para detonar las emociones y modificar el estado emocional inicial del espectador tras su exposición a una obra de arte», asegura.

Audioarte

Por su parte, la segunda de estas propuestas busca homenajear a George Orwell y su gran obra maestra, la novela política de ficción distópica 1984 (1949). Y lo hace con instalación sonora a cargo de Juan Jesús Yelo Cano y Arturo Yelo Maquilón que «destaca por su intensidad. Su poder –explican desde la Concejalía– se basa en los sonidos continuos y voces de personas que introducen de lleno al espectador en una atmósfera marcada por la escasa ausencia de luz, para focalizar los sentidos en el oído».

El objetivo de este proyecto es recrear sonoramente la novela. Con una duración de unos 25 minutos, se ofrece al espectador nueve espacios sonoros, cuatro de ellos dedicados a los ministerios en los que se radiografía la vida de Winston y del resto de personajes de la novela: el trabajo en el Ministerio de la Verdad, los Dos Minutos de Odio, los informes y anuncios económicos y la reeducación por parte de O’Brien. Los otros cinco fragmentos actúan como complemento y describen diversos ambientes sonoros de la novela.

Esta obra no está delimitada por un marco o colocada sobre una peana, sino que inunda toda la sala, por lo que se necesita el silencio cómplice de quien la disfruta para permitir a otros espectadores una escucha plena, para poder percibir cómo el sonido esculpe el espacio de la sala. Además, una instalación sonora como 1984 requiere de que el visitante se siente o deambule por la sala a su elección, pero en todo caso que se convierta en parte de la obra (puede elegir ser prole o miembro del partido) y, desde ese punto, se fusione con la escucha de lo expuesto.