Cómic

Santiago García y Javier Olivares: "Respetar reverencialmente los clásicos es traicionarlos"

Son uno de los dúos más exitosos del cómic independiente de nuestro país y con ‘La guerra de los mundos’ se han convertido en finalistas del Mandarache

Santiago García y Javier Olivares

Santiago García y Javier Olivares / L.O.

EFE

Los ilustradores Santiago García y Javier Olivares han puesto en valor el papel de las obras clásicas como «libros que aún no lo han dicho todo», por lo que hay que seguir reinterpretándolos para «mantenerlos vivos» y coger su idea original para «cambiar todo lo demás», porque «mantenerlos con un respeto reverencial es traicionarlos». Los reconocidos autores, que obtuvieron el Premio Nacional de Cómic en 2015 por su trabajo conjunto Las meninas, han concedido una entrevista con motivo de su visita a Cartagena, donde mañana mantendrán un encuentro con jóvenes lectores de su obra La guerra de los mundos (Astiberri, 2022), una reinterpretación de la novela de Herbert George Wells de 1898 que narra la invasión de la Tierra por parte extraterrestres.

En su novela gráfica, una de las tres obras finalistas del Premio Mandarache de fomento de la lectura del Ayuntamiento de la ciudad portuaria –junto con la novela Supersaurio, de Meryem El Mehdati, y la obra de teatro Música para Hitler, de Yolanda García Serrano y Juan Carlos Rubio–, dan la vuelta al clásico de la ciencia ficción para convertir a los humanos en invasores de un planeta extraterrestre. «No lo considero una adaptación, sino una inspiración. No le veo sentido simplemente a adaptar una novela, a poner en viñetas algo que ya se ha contado; me parece una cosa facilona», subraya García, con más de una quincena de títulos publicados.

Apoya casi literalmente sus palabras Olivares, también con una amplísima trayectoria como ilustrador, tanto de cómics como de libros infantiles, revistas y periódicos: «Adaptar un libro a un cómic es algo que no entiendo. El resultado siempre será peor, porque tienes que quitar, no puedes meter tantas palabras, las imágenes se vuelven redundantes... Si te mantienes fiel a la idea original de la novela, para mí siempre será una mala adaptación», asegura. En cambio, las obras clásicas ofrecen un margen para la reinterpretación, ya que permiten «crear una obra nueva a partir de lo heredado», en palabras de García.

El guionista de esta historia opina que con estos textos, los clásicos, «podemos hacer lo que queramos, porque forman parte de nuestra herencia cultural, los hemos asimilado y tienen sentido hoy porque los leemos con nuestros ojos y nuestra mentalidad y siguen inspirándonos cosas». Esto ocurre, según Olivares, porque «son libros que no han dicho todo lo que tienen que decir, que nunca acaban de decirlo todo, y por eso se pueden reinterpretar», algo que en su opinión debe hacerse «tomando la idea y cambiando todo lo demás. Volver a dibujar a los marcianos invadiendo la tierra no tendría mucho sentido». Por eso piensa que las adaptaciones cinematográficas que se han hecho de la obra de Wells tampoco fueron fieles a la novela: la primera de las cuatro que se han rodado, de 1953, era un fiel reflejo de las tensiones de la guerra fría, y la última, la de 2005 de Steven Spielberg, estaba «completamente imbuida del espíritu del 11-S».

En su cómic, los dos autores han tomado la esencia de la novela original, pero buscando «una nueva lógica» en la que invasores e invadidos «cambian las tornas» para reflexionar sobre «cómo en una guerra impacta una cultura sobre otra y las consecuencias que eso tiene, cómo reciben el impacto unas generaciones y cómo se adaptan la siguientes desde puntos de vista diferentes», explica Olivares. De hecho, para García, leer de manera literal hoy la obra de Wells le haría perder sentido, pues se escribió en «un contexto, una sociedad y una forma de vida que ya no son las mismas. Ya no sería una obra contemporánea, porque no vivimos en 1898». E insiste: «Claro que a día de hoy El lazarillo de Tormes, La regenta, El buscón o El Quijote tienen validez. Pero si quieres que un chaval de 16 años asuma el mensaje, tienes que hacer un trabajo de recreación para ubicarlo en el mundo al que pertenece», reflexiona.

Huir del «gueto especializado»

En el marco del Premio Mandarache, unos 4.600 jóvenes de entre 15 y 30 años han leído este cómic, además de Supersaurio y Música para Hitler, y serán el jurado que elegirá la obra ganadora a finales de abril. Los autores han agradecido que haya un cómic elegido finalista en el marco de un concurso literario porque lo sacan de una suerte de «gueto especializado». «Son libros, da igual que tengan dibujos. Son un medio para contar historias y esa es la mentalidad que hemos tenido al hacer esta obra», señala García. Y, en ese sentido, Olivares ha abogado por poner el foco en el contenido y no en el medio de publicación: «Lo que se publica en internet también es literatura. La letra de una canción también es poesía. Tiene mucha lógica que el cómic sea considerado literatura, porque lo es, tiene forma artística literaria, aunque combinada con imágenes, es una confluencia de artes y el estanco no me interesa».