Disco de la semana

Shakira, la loba que da portazo al pasado en ‘Las mujeres ya no lloran’

La cantante colombiana deja atrás las malas vibraciones y apuesta por el renacimiento y el disfrute en su nuevo álbum, siete años después de su anterior entrega, ‘El Dorado’

Shakira lanza el disco 'Las mujeres ya no lloran' y cierra un exitoso ciclo de resiliencia

Shakira lanza el disco 'Las mujeres ya no lloran' y cierra un exitoso ciclo de resiliencia / EFE

Jordi Bianciotto

'Las mujeres ya no lloran'

Shakira

Sony-BMG

Ace-Pop

★★★

La Shakira que factura monetizando aquello que más daño le hace queda atrás en su nuevo álbum, al menos en parte: ‘Las mujeres ya no lloran’ es, como ella ha afirmado, un disco conceptual, pero en dos tiempos diferenciados. Los temas ya conocidos, siete, se amontan en su segunda mitad, y la primera, la más fresca, la presenta mirando (por fin) hacia adelante, repartiendo juego lúdico y libidinoso, saltando de género en género a partir de un anclaje disco-pop y dejando un rastro de estribillos para bailar sin malas vibras.

Para el ‘fandom’ con más recorrido, un mensaje de serenidad: Shakira no se aparta demasiado de sus contornos sonoros de siempre, el reguetón está ahí como un color más, y hasta hay un par de canciones dominadas por las guitarras, ese instrumento que a veces parece al borde de la cancelación. De hecho, es el pop bailable y electrónico, con ecos noventeros incluso, el acento más marcado, empezando con la pieza de apertura, la más fulminante del paquete, ‘Puntería’, dueto con la neoyorkina (y latina) Cardi B. Ahí, ‘Shaki’ nos deja claro que en la ecuación de sus zozobras íntimas ya no hay lugar, ni tiempo, ni ganas, para las guerras con su ex Piqué: “tus bíceps me ponen a cien / a ti nunca te dirijo, siempre llegas fijo / hasta mi punto G”, canta sin cortarse, aireando sus renovadas alegrías de alcoba y rematando la rima con una risita traviesa.

Ni la Luna, ni Marte

En esa onda pop ‘clubber’ está la nueva entente con Bizarrap en ‘La fuerte’, con dominadora base electrónica y tonada incisiva. Y más allá, ‘Cohete’, otro número goloso y un nuevo festín sensual, con guitarra ‘funky’ y metáforas galácticas: “No hay mayor placer que el de tocarte / Nadie como tú me hace fluir / No quiero la Luna, ni ir a Marte, no / Solo quiero hacerte venir por mí”. Química apreciable en su nuevo mano a mano con Rauw Alejandro. 

Pero el trayecto del álbum ofrece algunos volantazos, y ahí está el giro al regional mexicano de ‘(Entre paréntesis)’, cita con el tejano Grupo Frontera con aspecto de jugada táctica a cuenta del subidón popular de ese género en el mercado norteamericano (como ya lo fue ‘El jefe’, ‘single’ compartido con Fuerza Regida, rescatado en el tramo final del disco). Pieza esta sobre enfriamientos de pareja (“se nota cuando se quiere, pero cuando no, se nota más / Ya no hace falta que aparentes, si / pusiste el final entre paréntesis”), que podemos o no asociar a lo que ya sabemos, resuelto con juguetones acordeones que invitan a relativizar.

La baladita final

Es agradable recuperar a la Shakira pop más atemporal, acompañada por acordes acústicos, de ‘Tiempo sin verte’, medio tiempo simpático con aires melancólicos. En cambio, en el registro más rock, la cantante que en otro tiempo trabajó con todo un Rick Rubin entrega una pieza, ‘Como dónde y cuándo’, que luce aparatosa y vulgar, intento de ‘stadium rock’ con ritmo a lo ‘We will rock you’. 

La pista reguetonera, ‘Nassau’, trae una clave ambiental atractiva, más sinuosa que ‘rompepistas’, pero sin trascendencia, y asfalta el terreno para un número con aires de colofón de una era: ‘Última’, baladita sin más, nada especial en términos musicales, donde la miga la pone el mensaje de despedida a Piqué entre cavilaciones apaciguadoras tipo “se nos perdió el amor a mitad de camino” (guiño a Manuel Alejandro vía Rocío Jurado) y “lo que nos pasó, ya pasó”. 

Pero ocurre que, cuando piensas que las aguas se han calmado un poco y luce el sol, a partir de la novena pista (‘Te felicito’, con Rauw Alejandro), desfila, completando el álbum, el material ya conocido, que retrocede en el tiempo y nos trae a la Shakira enfurecida de la temporada 2022-23. Y todo vuelve a empezar, suministrando enésimas escuchas a canciones que su día causaron estragos en las plataformas de ‘streaming’. Ahí está aquel síntoma llamado ‘Monotonía’, compartido con Ozuna, donde se respiraban los reproches, y la cacareada sesión 53 con Bizarrap (que vuelve a irrumpir como bono en la versión CD a través de una remezcla del holandés Tiësto), y el relamido ‘Acróstico’, con las voces de los retoños Milan y Sasha. Que ‘Puntería’ es el tema estrella lo confirma su ‘reprise’ final en una ‘vinyl version’ con microscópicas diferencias respecto a la que abre el álbum.

Lágrimas y diamantes

En realidad, ‘Las mujeres ya no lloran’ viene a ser, narrativamente, un doble epé, reflejo de sendos estados anímicos, e invirtiendo el orden de los hechos. Constatada la actitud aliviada y propositiva de la primera mitad, el ‘malrollismo’ que domina la segunda sabe a pasado, a episodio superado. Por suerte, para ella y para el resto del mundo, el reproche y el veneno quedan ya desplazados al furgón de cola. Manda esa imagen de la portada donde las lágrimas se transforman en diamantes, sustentada en un cancionero que, sin ser impecable, bien puede estirar la buena racha de esta veterana en un paisaje tan cambiante como el del pop comercial.