Música

"Entre Cuerdas y Metales hace evidente la gran apuesta que se hace por la música clásica en Cartagena"

"Es alucinante lo que tocan estos chicos, ¡da hasta miedo!", asegura sobre los aspirantes

El violonchelista alcazareño Miguel Ángel Ros.

El violonchelista alcazareño Miguel Ángel Ros. / Asier Ganuza

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Este viernes, Miguel Ángel Ros volverá a subirse como solista a las tablas de El Batel. Será como aquella vez hace doce años, en la gala de clausura de la decimoquinta edición del certamen de música clásica para jóvenes intérpretes Entre Cuerdas y Metales. Aquel día fue prácticamente el primero en entrar al auditorio cartagenero, varias horas antes de la actuación: quería calentar, tener todo listo para el concierto. Era un niño. Hoy, este violonchelista alcazareño cuenta con una trayectoria mucho más asentada que la que tenía por aquel entonces aquel prometedor chaval, pero ahí está la magia de este concurso: que no tienen miedo en cederle los focos a un estudiante. Y para demostrar hasta qué punto aquello funciona, Ros regresa al lugar del que, en el fondo, nunca se ha ido, para protagonizar junto a la Orquesta Sinfónica de la ciudad portuaria el Concierto Extraordinario de la presente edición –la número veintiséis–, el que dará paso a las audiciones con las que encontrar a los nuevos solistas del futuro (y del presente más inmediato).

El Concierto

Fecha: Viernes, 20.00 horas.

Lugar: Auditorio El Batel, Cartagena.

Precio: 8/10 euros.

¿Cómo está, Miguel Ángel? Imagino que ya enfocado en el concierto del viernes.

Sí. Está siendo una semana de locura, de pensar en la que se me viene encima..., pero para bien. Lo del viernes es una cosa importante para mí.

¿Ya ha podido ensayar con la Sinfónica de Cartagena?

Todavía no. Ellos empezaron a ensayar ayer [por el lunes], en Pozo Estrecho. Yo me incorporaré en la sesión de mañana del próximo jueves, y el viernes haremos un ensayo general.

En cualquier caso, es una orquesta que conoce bien...

Sí. Y por eso también este va a ser un concierto especial. Al final, son compañeros, gente a la que llevo viendo casi a diario desde hace años, desde que empecé a tocar con esta orquesta cuando era todavía estudiante, en 2012.

Después de ganar el Entre Cuerdas y Metales.

Sí. Después de aquello, empecé a colaborar con ellos asiduamente. Además, los fundadores de esta formación eran casi todos profesores míos del Conservatorio, y hoy son compañeros. Así que sí, la confianza en ellos es altísima. Pero es que, además, la alegría por esta oportunidad que me da el Entre Cuerdas y Metales es compartida: no solo me arropan en este reto, sino que se alegran casi más que yo de que me hayan elegido como solista [Risas], más que nada porque la propuesta nace de ellos, del interior de la orquesta. Así que estoy muy contento y muy tranquilo.

¿Qué opinión le merece hoy la Orquesta Sinfónica de Cartagena, a usted que la ha visto crecer?

Creo que es una orquesta muy seria. Empezó siendo de cámara y, hace once años, cuando se hizo el primer Concierto extraordinario del Entre Cuerdas y Metales, dio el salto a la Sinfónica: pasamos de un repertorio prácticamente solo de cuerda a conciertos de envergadura como el de este viernes, y, consecuentemente, la plantilla fue aumentando y también la calidad de las interpretaciones. Además, hemos tenido mucha suerte con Leo [Martínez], nuestro director, que se toma muy en serio los ensayos, que es muy profesional, pero que también tiene un trato estupendo con los músicos; es una persona maravillosa. Sin ir más lejos, yo mismo quedé con él hace unos días para ver los tempos del concierto y quedarme un poco más tranquilo de cara al ensayo del viernes. Así que, lo dicho: tenemos una orquesta fantástica, con repertorio cada vez más complejo (a la altura del de otras formaciones mayores o con más conciertos a sus espaldas) y que, como podrán comprobar quienes acudan a cualquiera de sus actuaciones, es muy profesional.

«No todos los concursos de dan la oportunidad, siendo tan joven, de actuar como solista con una orquesta de este nivel»

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Ya que hablaba de repertorio, ¿qué me cuenta del programa que interpretarán este viernes? Se trata de un homenaje a Antonín Leopold Dvorák, especialmente conocido por su ‘Sinfonía del Nuevo Mundo’.

Eso es. Hablamos de uno de los compositores más importantes del siglo XIX, de la etapa de los nacionalismos, cuando se reivindican para las grandes sinfonías los elementos propios del folclore de los pueblos. En concreto, nosotros vamos a interpretar dos: su Concierto para violonchelo, conmigo como solista, y, por supuesto, su novena sinfonía, la conocida popularmente como ‘Sinfonía del Nuevo Mundo’. Son, sin duda, dos de sus obras más importantes. De hecho, la primera es prácticamente una sinfonía. Desde luego, para un solista es una de las piezas más importante del periodo romántico, pero también para el resto de la orquesta es una partitura compleja, ya de la última etapa de Dvorak. Te diría incluso que fue su composición más relevante hasta la llegada de ‘La Novena’, en la que se dejan notar su paso por los Estados Unidos (con elementos de la música de los indios americanos y de los cánticos espirituales negros de las plantaciones de algodón), pero, sobre todo, la música de su Bohemia natal.

Supongo que de todo esto hablarán también en la charla pre-concierto que se ha organizado para los asistentes. ¿Qué opina de este tipo de iniciativas, que son cada vez más habituales antes de este tipo de recitales?

Pues me parecen una cosa muy positiva. Además, me consta que desde el Conservatorio van a facilitar a los alumnos la posibilidad de asistir, así que todavía mejor. Creo que, para disfrutar plenamente del concierto, es fundamental que, antes de sentarse en su butaca, el aficionado sepa cómo se ha desarrollado todo y qué va a escuchar; de ahí que tanto Leo como María José Castaño, directora del Conservatorio, y yo, vayamos a estar ahí para responder con el mayor cariño a todas las preguntas que nos hagan quienes se acerquen a este encuentro. Y sí, es algo que cada vez más orquestas hacen y que, creo, contribuye decisivamente a esa vocación divulgativa que también tenemos en este tipo de formaciones.

Desde luego, tienen especial sentido en el marco de un concierto como este, que sirve como gran presentación del Entre Cuerdas y Metales. Usted ganó este certamen hace ya casi trece años.

Sí. Si no recuerdo mal, era la decimocuarta edición, y yo tenía 15 años. Aunque casi que lo mejor no fue ganar, sino poder participar como solista al año siguiente durante los ‘Conciertos promocionales’ que anualmente celebra la organización.

En los que, a día de hoy, todavía participa con frecuencia (aunque no como solista).

Sí. No me he desligado en ningún momento del certamen. Y eso me ha permitido comprobar de primera mano cuánto ha ido creciendo en... todos los aspectos posibles: desde en número de participantes –creo que este año hemos batido un récord– hasta en la calidad de los aspirantes, así como en cuestiones de profesionalización, promoción... El cariño que se le dedica año a año a este concurso es más que evidente, y, con ello, la apuesta que desde Cartagena se hace por la música clásica.

¿Ha recordado mucho en las últimas semanas aquellos días, aquella final?

Por supuesto. Pero más que la final, me he acordado de esos ‘Conciertos promocionales’. Es que no todos los concursos te dan la oportunidad, siendo tan joven, de actuar como solista con una orquesta de este nivel... Es más, hay muchos instrumentistas a los que nunca se les presenta esta oportunidad, ni siquiera cuando son profesionales. Así que me acuerdo de las semis en el Conservatorio, de escuchar a los compañeros que tocaban increíble; de los nervios de la final..., pero, sobre todo, de esos días en los que me tocó actuar como solista, como volverá a ocurrir este viernes. Además, tuve la suerte de participar también en la ceremonia de clausura de aquel año –en la decimoquinta edición–, que tuvo lugar precisamente en El Batel, donde estaremos tocando este año, y recuerdo que me fui para allá varias horas antes de salir al escenario, con la idea de calentar y que todo saliera perfecto. Y también recuerdo, por supuesto, ver lleno el patio de butacas, los aplausos... Confío en que esta vez ocurra algo parecido.

¿Cómo repercutió aquello –ganar el Entre Cuerdas y Metales– en su carrera como concertista?

Lo que más destacaría yo sería la experiencia de tocar como solista, como he dicho. Me dio tablas y una motivación importante como era la de preparar estos conciertos que te comentaba. Además, yo en aquella época aún no tenía muy claro si quería centrarme en la música o... Sabía que quería estudiar, pero no tenía muy claro el enfoque que quería darle a mi carrera. Y, si te soy sincero, aquello me mostró lo sacrificado que puede llegar a ser el querer ganarte la vida como solista, y aunque es algo que me gusta y que acepto encantado cuando me lo ofrecen, no es algo a lo que me gustaría dedicarme profesionalmente. No me malinterpretes: disfruto muchísimo del proceso de preparación del concierto, del estudio personal que requiere y de la alegría de mis seres queridos, pero ni quiero dedicarme a esto de continuo ni creo que tenga las cualidades para ello.

Porque hay que recordar que, además de instrumentista, es docente. Así que, como profesor de violonchelo, ¿cómo lo valora usted el Entre Cuerdas y Metales? De cara a tus alumnos, me refiero.

Pues mira, casualidades de la vida, este es el primer año que tengo un alumno que ha decidido presentarse. Yo siempre les digo que el nivel es altísimo, y no por asustarles, sino porque me gusta ser sincero y lo cierto es que, después de muchos años asistiendo a las audiciones, puedo decirte, de verdad, que es alucinante lo que tocan estos chicos; ¡da hasta miedo! Te encuentras con niños de 12, 13 o 14 años tocando como auténticos profesionales, con un nivel de ejecución y personalidad increíbles. Así que a mis estudiantes siempre intento aconsejarles, y les insto a esperarse si no les veo preparados o a trabajar duro si han decidido intentarlo. Y, para ellos, es una motivación tremenda, claro. Y, como profesor, contento de que así sea.