Entrevista | José Daniel Espejo Librero y poeta

"Llevo más de 30 años leyendo y escribiendo poesía sin encontrar su supuesto efecto sanador"

"Perro fantasma es una invitación a percibir los mecanismos de exclusión que actúan sobre el lector mismo y a emparentarlos con los que arruinan las vidas de las personas en exclusión severa"

El escritor murciano José Daniel Espejo.

El escritor murciano José Daniel Espejo. / Juan Marqués

Ana Lucas

Ana Lucas

"A veces la belleza de la poesía no tiene nada de belleza", sostiene el escritor José Daniel Espejo, que acaba de publicar un libro, Perro fantasma, con la editorial Candaya. El autor murciano, que ya ha presentado su obra en ciudades como Zaragoza, Barcelona y, más recientemente, Cartagena, honra en sus versos a los excluidos, a los parias, a los que no heredarán el reino de los cielos. Al menos, oficialmente.

"La hermosura del afuera convive con aquello / que llevo podrido por dentro sin ilu / minarse ni contaminarse lo uno a lo otro". En sus versos, sin signos de puntuación y aliteración, palpita la urgencia. ¿Se puede sacar poesía de ‘la angustia, el horror, el fondo del vaso’? 

Estoy convencido de que sí. Probablemente la poesía es la tecnología más avanzada de que disponemos para penetrar en esa zona de sombra del interior de cada uno de nosotros donde duelen las cosas.

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"He procurado llevar a la página el sufrimiento que provoca un sistema centrífugo que nos expulsa a los márgenes"

En Perro fantasma conviven los yonkis, los mendigos, los olvidados, al fin y al cabo. ¿Es posible que una buena parte de la sociedad respete a estos marginados cuando lee sobre ellos, a la par que los ignora cuando los ve en directo en la calle?

Ese peligro existe, sin duda. La exclusión social es uno de los fenómenos más difíciles de tratar desde las artes y las letras. El resultado, muchas veces, no es más que un volcado superficial de buenas intenciones, o una idealización o romantización de la marginación como la que mencionas; o (peor todavía) una caricaturización, una reducción a lo sórdido de la vida en los polígonos y las zonas degradadas. 

¿Eso es su poemario?

Perro fantasma es una invitación a percibir los mecanismos de exclusión que actúan sobre el lector mismo y a emparentarlos con los que arruinan las vidas de las personas en exclusión severa.

Escribe usted: "Los débiles los vagos los iletrados /los sucios los borrachos los enfermos / los invertidos los venales los infrahumanos / los cobardes los laxos los parásitos / los glotones los gorrones los apestosos"... ¿No evoca a aquella carta de Pablo a los Corintios, en la que realiza un largo listado de quienes no heredarán el reino de Dios?

No conocía esa carta pero la referencia me parece justísima: es muy común que quien se sabe heredero de algo ejerza de portero para impedir a los demás el acceso a ese algo. En este caso es un miembro de las clases dominantes quien hace las listas de quienes no heredarán una vida digna.

 Habla también de la precariedad laboral, que destruye ilusiones. ¿Cómo se sacan poemas de algo tan frustrante?

A veces la belleza de la poesía no tiene nada de belleza y, sin embargo sigue funcionando, así: captando nuestra atención, vinculándonos al texto y haciéndonos parte, obligándonos a hacernos preguntas. La tuya podría ser una de esas preguntas.

"La poesía me ha hecho meterme el dedo en las heridas hasta reabrírmelas muchas veces, o me ha arrebatado la seguridad"

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¿Hasta qué punto sana la literatura?

Llevo más de treinta años leyendo y escribiendo poesía y no he encontrado ese supuesto efecto sanador. Al revés, la poesía me ha hecho meterme el dedo en las heridas hasta reabrírmelas muchas veces, o me ha arrebatado la seguridad de lo que creía que sabía para sustituirla por una incertidumbre insoportable. A veces, esos venenos, en pequeñas dosis, nos ayudan a crecer, pero más allá de eso yo no veo mucho poder curativo en todo esto de las letras, me temo.

¿Ha sufrido más que disfrutado escribiendo Perro fantasma?

He procurado llevar a la página el sufrimiento que provoca sobre la inmensa mayoría de nosotros y nosotras un sistema centrífugo que nos expulsa a los márgenes. No he sufrido escribiéndolo, sino siendo parte de lo que cuento desde que tengo uso de razón.

Por otro lado, ¿usted qué cree que es el amor?

¡Estoy perdidísimo con esa pregunta! Diría que el amor es la única forma de salir de este cansino encierro de nuestro cráneo, nuestra conciencia, nuestro pellejo. Bueno, hay otra forma de salir, pero esta es la buena.