El Milagro (del grabado) de la Purísima

Mariano Guillén, cronista oficial de Mazarrón, presentará este viernes una imagen desconocida de la patrona que ofrece la que es, a día de hoy, la vista más antigua del municipio

Mariano Guillén con el pergamino antiguo

Mariano Guillén con el pergamino antiguo / Juan Carlos Caval

Asier Ganuza

Asier Ganuza

El 17 de noviembre de 1585 ocurrió un milagro en Mazarrón. Uno de esos que casi tienen carácter fundacional, que asientan las raíces de una comunidad, de un pueblo. Y que se recuerdan con el paso de los siglos (solo así podría explicarse este texto). Ya había caído la noche en la villa cuando siete embarcaciones bereberes con quinientos asaltantes atracaron en Calnegre, por Piedra Mala. Por aquel entonces, las invasiones procedentes del norte de África –y, más concretamente, de la actual Argel– eran ciertamente habituales en la zona, pero los saqueadores no contaron ese día con la protección que la Purísima ejercía y ejerce sobre esta tierra. Cuenta la leyenda que la (hoy) patrona del municipio hizo sonar la campana, y que el enemigo escuchó el galopar de caballos, huyendo despavoridos. Pero nadie allí montó corcel alguno para enfrentarse a los inesperados visitantes; fue ella, la Virgen, la que bajó de su santuario para, con un ingenioso ardiz, ahuyentar al invasor y salvar al pueblo de Mazarrón.

«Los vecinos se dieron cuenta de lo que había pasado cuando, tras escuchar la campana, salieron de sus casas y fueron a la ermita, donde encontraron a la Virgen con el rostro encendido, sudando y con el manto lleno de arena», añade Mariano Guillén Riquelme, cronista oficial de la localidad ribereña, quien, como buena parte de los mazarroneros, acudirá el próximo viernes al Santurario de la Purísima en el 438 aniversario del Milagro. Allí se celebrará una misa y la Corporación Municipal renovará el voto a su patrona, pero para él este no es ni un acto religioso ni político, sino un acontecimiento que, ante todo, forma parte de la idiosincrasia mazarronera y, quizá este año más que nunca, de la historia de la villa (su campo, su pasión). Además –y aunque eluda los méritos–, este año él también será protagonista por un descubrimiento que, tal y como asegura en palabras para La Opinión, «nos ayudará a cerrar el círculo, a completar el Milagro».

Primero cabe retrotraerse a principios de este mismo año, cuando un vecino de la localidad almeriense de Fondón se puso en contacto con el Ayuntamiento de Mazarrón para ver si tenían constancia de la existencia de un grabado del siglo XVIII que recogía lo sucedido aquel 17 de noviembre de 1585. «Quería saber si aquí teníamos alguna copia porque estaba interesado en restaurar el suyo, que había rescatado ocho o diez años antes entre los escombros de la demolición de un antiguo inmueble», recuerda Guillén, que enseguida se interesó por esta historia. «Yo no lo había visto antes. Y lo consulté con expertos en esta época, con especialistas en iconografía religiosa de la misma centuria y con los padres franciscanos del Instituto Teológico de Murcia y todos me dijeron lo mismo: se trata de una ilustración desconocida y, por lo tanto, excepcional. Y todo ello a pesar de las numerosas reproducciones que debieron hacerse de esta imagen, porque habitualmente se sacaban cien o doscientas copias a partir de una plancha de cobre que luego se vendían en el convento a cambio de limosnas», explica el cronista.

Además, la copia encontrada en La Alpujarra almeriense no solo estaba en muy buen estado, sino que lucía iluminada (coloreada) de época, algo realmente extraordinario; más si cabe si tenemos en cuenta el estado de conservación de la acuarela y el predominio de los colores de Mazarrón: «tanto el azul del manto de la Virgen como la gama de ocres y almagras que tiñe las rocallas». Aunque Guillén tiene muy claro dónde reside el principal atractivo de este documento: «Por supuesto que tiene un valor religioso importante, y que desde el punto de vista artístico hablamos de una pieza bellísima, pero el testimonio gráfico que nos ofrece en su parte inferior es impagable –asegura el experto–, porque no sé yo si habrá muchas ciudades que tengan una vista tan detallada de cómo eran en el siglo XVIII», concluye.

Como puede verse en las imágenes que acompañan a este artículo, la estampa –firmada por el grabador murciano Domingo Ximénez de Cisneros en 1765 a instancias del franciscano fray Diego Vibanco– muestra una imagen de la Purísima debidamente ornamentada y rodeada de simbología local y religiosa, una leyenda con la descripción del Milagro y, efectivamente, una vista de Mazarrón, la más antigua que se conserva a día de hoy. De modo que, gracias a esta imagen, «por primera vez se tiene noticia del aspecto exterior del Castillo de Los Vélez; de la rambla de las Moreras con abundante agua; del santuario de la Purísima, ya transformado en convento, y de su huerta contigua; de una ermita sobre el cabezo de San Telmo; del desconocido topónimo ‘Cabezo del Hacho’ para referirse al cerro de San Cristóbal, y de las imágenes de la desaparecida Torre del Puerto o de San Ildefonso y de la ruinosa torre de Los Caballos en Bolnuevo en todo su esplendor», explica el cronista sobre esta lámina, de 44 por 32 centímetros.

Una ardua negociación

Por todo ello, Guillén instó al alcalde de Mazarrón, Ginés Campillo Méndez, a hacer un esfuerzo para traer este grabado de vuelta a la localidad, «donde debe estar», e incluso se desplazaron juntos a Fondón para negociar a su legítimo propietario. «Pero, claro, no se quería desprender de él. Así que fueron muchos meses de conversaciones hasta que, finalmente, accedió a intercambiarlo por una cosa de su pueblo que yo tenía y que a él le interesaba; un documento que seguramente tuviera más valor que este grabado, pero que solo tiene sentido allí, como esta imagen de la Purísima y Mazarrón solo se pueden explicar aquí», reflexiona el cronista, orgulloso de poder contar una historia con final feliz: «Es de las cosas más bonitas que me han pasado en vida. Hemos logrado recuperar un trozo de la historia de nuestro pueblo», sentencia.

Así que aprovechando el aniversario de este viernes, Guillén no solo presentará a sus vecinos esta pieza histórica, sino que, además, firmará junto a Campillo Méndez un documento de cesión por el cual el grabado pasará a formar parte del patrimonio cultural de Mazarrón, a fin de que sea debidamente restaurado y conservado por los siglos de los siglos, como la memoria del Milagro que lo inspiró. Por otro lado, el cronista tiene previsto publicar en breve un estudio histórico e iconográfico de la estampa y, a modo de recuerdo, quienes asistan a la misa recibirán una copia facsímil del grabado con un texto explicativo para que, «tal y como sucedió en el año 1765, los mazarroneros puedan disfrutar de tan piadosa obra artística».