Toros

Rafaelillo y Talavante comparten Puerta Grande en Abarán

El del barrio de El Carmen y Talavante pasean tres orejas en el festejo y Pablo Aguado una

El torero Rafaelillo, iniciando un pase de pecho, ayer por la tarde en la Plaza de Toros de Abarán. | ENRIQUE SOLER

El torero Rafaelillo, iniciando un pase de pecho, ayer por la tarde en la Plaza de Toros de Abarán. | ENRIQUE SOLER / Enrique Soler

GIL LÓPEZ

Corrida para celebrar San Cosme y San Damián, patronos de Abarán. Tarde de mucho calor, donde los servicios de emergencia tuvieron que intervenir en varias ocasiones a espectadores que se encontraban en los tendidos. Éxito de Rafaelillo y Talavante, que se llevaron tres trofeos cada uno. Pablo Aguado obtuvo solo un apéndice y se fue a pie del coso de la Era.

Rafaelillo demostró el buen momento por el que atraviesa

Con una larga cambiada abrió la corrida Rafaelillo, ante un toro que desatendía los vuelos del capote del murciano, que intentaba torear por verónicas. Tras una muy buena suerte de banderillas, la faena con la franela la comenzó de rodillas, ligando ocho muletazos que animaron al personal. Rafael, acostumbrado a pelear con huesos duros de roer, sacó a relucir que también sabe salir airoso con estas ‘perlas’. Montándose literalmente en el toro con un dominio asombroso, no exento de calidad en los muletazos. Entró a matar con el corazón dejando una estocada profunda. Dos orejas.

El del Carmen lleva un condimento añadido en la sangre, el valor. A su segundo, un toro color melocotón, lo saludó con dos largas cambiadas. El toro tenía su picante y armó un poco de alboroto en el caballo, con derribo incluido. No bajó la intensidad en la muleta, iniciando también de rodillas, mostrándose fácil y dominador en todos los terrenos, incluso cuando el bicho buscaba tablas. Faena para el público, cerrada con un desplante agarrando el pitón. Media estocada que fue suficiente. Oreja y petición de la segunda.

Sobrio Talavante en el primero de su lote, un toro con más caja pero también más agachado de defensas que no se enganchó al capote hasta que el extremeño se fue a los medios. En los primeros compases con la muleta el respetable ya pedía música, cuando Talavante apenas le había quitado las moscas de la cara al toro. Otra cosa fue de ahí en adelante. La faena tomó otro rumbo, preñada de temple y calidad. A un ritmo pausado fueron cayendo las tandas con un recorrido asombroso, haciendo surcos en la arena de lo bajo que llevaba el engaño. Manoletinas para rematar, con estocada contraria, levantando por dos veces el puntillero al toro que ya había doblado. Oreja.

Talavante, ejecutando una manoletina mirando al tendido

Talavante, ejecutando una manoletina mirando al tendido / Enrique Soler

En su segundo, se echó el capote a la espalda en un primer contacto que tampoco tenía fijeza, desvalorizando la suerte. Brindis al público a pesar de los malos indicios que apuntaba el toro. No obstante, el maestro extremeño lo fue metiendo en el engaño en una faena dominadora, pero algo ‘esaboria‘, como una ensalada a la que le falta la sal. El mérito, eso sí, todo de Talavante, que fue el artífice del brillo, sobre todo al final, enroscándose al burel con cambios de mano. Estocada ladeada. Dos orejas.

Castaño ojo perdiz, el primero de Aguado, cómodo de cabeza y también incierto de embestida y con la cara alta, con este material, poco se pudo lucir con la seda, desquitándose un poco más tarde en un quite por chicuelinas. Primoroso comienzo con la muleta con ayudados por alto junto a tablas y destilando aroma en las tandas en redondo. Las escasas fuerzas del toro limitaron que la faena terminara siendo celestial, aunque mantuvo la línea de torería y sabor en los siguientes compases. Media estocada y descabello. Oreja.

El sexto fue el de más hechuras de toro, y bello de capa, castaño, ‘chorreao’, casi atigrado, ojo perdiz y bocinero... pero soso en el capote. Tampoco en la muleta mejoró su condición, además de que empezaba a molestar el aire, por lo que Aguado tuvo que echar mano de los adornos para calentar algo al público, aunque se estirara en algún natural aislado, más los ayudados. Cerró la faena con una tanda en redondo. Media trasera y tres descabellos. Ovación.