En su rincón

Maite Ramos: la alegría de la escena

Maite Ramos en su tropa  carthaginesa.

Maite Ramos en su tropa carthaginesa. / Javier Lorente

Javier Lorente

Javier Lorente

María Teresa Ramos González, Maite para todos, es una de las caras y las voces más conocidas de La Gran Fiesta del Mediterráneo, ha actuado en la mayor parte de los actos teatrales que se organizan estos días y, además, pertenece al elenco del grupo Ahora Teatro de La Palma, que le pilla cerquita de su lugar de residencia en La Puebla.

Quedamos en el campamento festero, en su tropa de Baal-Hammón y allí le hago la foto, entre los grifos y con el hondero de Baleares de fondo, y allí nos sentamos a hablar un rato, con la tranquilidad de que a estas horas de la mañana todo está casi desierto, pues las noches son muy largas en estas fiestas. A quienes conocemos a Maite y la vemos tan activa en la vida festiva, cultural y teatral del municipio y tan presente en las redes sociales, en la que es toda una influencer, nos parece que es una cartagenera por los cuatro costados y que lo es de cuna.

Y me dice que lleva 21 años en esta ciudad, pero desde el minuto uno se enamoró «de ella, de sus gentes y de sus fiestas». «Bueno, primero me enamoré de mi Antonio Baquero, que estaba destinado aquí, como militar. Nací en Barcelona, donde vivían mis padres, unos emigrantes de origen cordobés, y me vine por amor y así sigo, enamorada. En Cataluña teníamos una bodega, a mi familia nos llamaban los bodegueros, así que, aunque yo no bebo, entiendo de vinos, licores y cavas. Trabajé en el negocio familiar y también, después de hacer FP, en General Motors. Pero mi amor por el escenario viene de pequeña, desde el colegio. Luego, con 15 años actué en Jesucristo Superstar. Me gustaba bailar y cantar y siempre era la encargada de organizar los festivales de fin de curso. Siempre he sido autodidacta y me he impuesto grandes retos a mí misma. En la familia siempre hemos tenido un gusanillo musical: mi hermano toca la guitarra, yo, aunque soy zurda, siempre he tocado la flauta, y mi abuela materna cantaba como los ángeles».

Las Fiestas de Carthagineses y Romanos le cambiaron la vida: «Era mi hijo pequeñito y salimos a ver el Desfile y algún acto que nos cautivó. Primero estuve en la Guardia de Tanit, pero después me incorporé a las Tropas de Baal-Hammón y no sé qué pesó más, si los amigos que tenía dentro o esas maravillosas alas que tanto me gusta desplegar y plegar. En los años 2011 y 2012 fue cuando mi marido y yo interpretamos los personajes de Aníbal e Himilce y, desde entonces, no hemos dejado de actuar en las obras teatrales que se hacen en el Puerto o en el Auditorio Paco Martín del Parque Torres. Tengo que confesar que al principio pensaba que iba a ser incapaz, pero siempre he tenido grandes compañeros que me han arropado y, sobre todo, grandísimos directores de escena, desde Marcial Góngora a Adrián Quiñones».

Me confiesa que el papel de Himilce ha sido «un punto de inflexión» en su vida. «Me di cuenta que nada me hacía tan feliz como subir a un escenario. El contacto con los festeros, la convivencia, el apoyo mutuo y la conexión con el público es una energía que te da unas alas que no se ven pero que te hacen subir al cielo. Después he querido hacer teatro en el resto del año y ahí estoy, también con mi marido, en el Grupo Ahora Teatro de La Palma, actuando y colaborando en su directiva», y añade: «Otro de los papeles que más me han influido es el de Aldonza Lorenzo en Un lugar de la Mancha, y los anteriores en los montajes Volver a empezar y Ahora y siempre con el teatro». Y me habla, agradecida, de los directores de escena Antonio Gonzálbez y Paco García Vicente, sin olvidarse de Fina García, la directora musical. 

Me habla de cómo prepara sus personajes y su voz, cuando le toca cantar: «Siempre, desde pequeña, me ha gustado bailar y cantar, pero ahora me lo tomo muy en serio, hay que prepararse mucho, aprender cada día, cuidarse la voz…», y me cuenta las dificultades que pasaron con la pandemia y cómo poco a poco fueron recuperando el público con la gente de La Pama y, cada vez, con más aficionados del resto de la comarca del Campo de Cartagena, y me da una primicia: «Voy a actuar en el Certamen de Teatro de Pozo Estrecho con actores de allí, con una obra que dirigirá Adrián Quiñones. El teatro y la cultura unen a los pueblos», me dice con su encantadora sonrisa y sus ojos juguetones. 

Me sigue contando, con ese entusiasmo que contagia, cosas de tantos personajes que ha interpretado y obras en las que ha participado en las fiestas históricas: «En el Oráculo de Tanit he salido de joven Eurice, de la esposa, de sacerdotisa alada… En las Bodas he interpretado a Sibila, a la Sacerdotisa Ibera y también he actuado en el Encendido del Fuego Sagrado o en los actos de La Fundación. Tenga un papel más breve o más largo, tenga más texto o menos, siempre lo disfruto. Yo, con llevar las alas de sacerdotisa de nuestra tropa ya estoy ante la gloria de los dioses».

Maite ha colaborado en las actividades de promoción y protocolo de las Fiestas, ha sido portavoz y comentarista de ellas en programas de televisión y radio, siempre transmitiendo su amor por las mismas. Me dice que no olvide escribir que «Carthagineses y Romanos son unas fiestas donde se disfruta y también se aprende, pero, sobre todo, son unas fiestas abiertas a todos, a toda la ciudad, a todas las gentes, a los visitantes, a los turistas…». «Nos gusta que todo el mundo se sienta acogido, las viva y las disfrute. Son unas fiestas que se hacen en la calle y en los escenarios, no estamos encerrados en el campamento», asegura.

Me cuenta que no es tan caro pertenecer a una tropa, que la cuota y los trajes se pagan poco a poco, y me confiesa que se emociona escuchando la voz grabada de Rosa Juaneda en el Oráculo, y que uno de sus actos preferidos es La Caída de Sagunto. Es un encanto y es ya una diva, pero se va pitando porque tiene que hacer la comida.