Arte

Botero ya está en Murcia

Esta tarde se inaugura en el Centro Cultural Las Claras una gran muestra retrospectiva dedicada al icónico pintor colombiano

Se exponen cerca de medio centenar de piezas, entre obra pictórica y escultura

El Centro Cultural Las Claras de la Fundación Cajamurcia inaugura hoy ‘Fernando Botero. Sensualidad y melancolía’.

El Centro Cultural Las Claras de la Fundación Cajamurcia inaugura hoy ‘Fernando Botero. Sensualidad y melancolía’. / Juan Carlos Caval

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Experto o no, cualquiera que esté mínimamente familiarizado con el arte sabe de Botero. Conscientemente o no, la mayoría nos hemos cruzado alguna vez con una de sus famosas ‘gordas’ (aunque reducir su obra a eso es caer en un error mayúsculo). De hecho, lo que prima en la obra del colombiano, lo que la hace única, es el universo en el que se enmarcan si pinturas (y sus acuarelas, sus dibujos y sus esculturas). Un universo que él mismo ha definido alguna vez como «improbable, pero no imposible». A eso juega el artista. A desfigurar la realidad lo justo, sin pasarse; rozando la sátira, pero sin terminar de sumergirse en ella. Por eso atrapa. Por eso es uno de los artistas más importantes del siglo XX. Y por eso que su firma aterrice en Murcia es una noticia de magnitud, de primer nivel en lo que concierne a la cosa cultural.

Se trata, por tanto, de una apertura de temporada en Las Claras sumamente ambiciosa, de postín. La Fundación Cajamurcia no suele defraudar... Cerca de medio centenar de piezas de Botero –entre pinturas, acuarelas, dibujos y esculturas, efectivamente– decorarán las salas del centro cultural a partir de esta tarde. Bueno, en realidad, desde hace unos días –los técnicos trabajan a destajo para tenerlo todo listo para esa inauguración–, pero no será hasta las 20.00 horas cuando sus salas se abran al público. ¿El título de la muestra? Fernando Botero. Sensualidad y melancolía, y el tiempo de exposición, hasta el 26 de noviembre.

Comisariada por Marisa Oropesa, se trata de una suerte de retrospectiva que permitirá deleitarse con la evolución del artista, con obras que van desde los años setenta hasta la actualidad. Y que permitirá conocer los argumentos preferidos del autor: la figura femenina y el desnudo (por supuesto), pero también la pintura al aire libre, la naturaleza muerta y la mística colombiana («todo arte es autobiográfico», que dijo Fellini y recuerda Oropesa con motivo de este proyecto). 

En este sentido, la comisaria incide en cómo afronta Botero la cuestión temática: «Él conoce la obra de los grandes creadores y, en lugar de interpretarlos, los hace suyos, pero con su particular punto de vista». Y, como muestra, recurre a una declaración del artista: «El problema de la pintura no es crear distintos temas, sino hacer lo mismo que han hecho todos, pero en forma diferente. El mismo hombre o la misma mujer, el mismo caballo, el mismo árbol, la misma naturaleza muerta..., pero vistos con otro sentimiento, con otros ojos». «Esos ojos, esa personalidad –completa Oropesa–, es lo que nos atrapa y lo que nos lleva a asegurar, sin ninguna duda, que en esta exposición estamos ante las creaciones de uno de los creadores más importantes de nuestro tiempo».

Además de la cuestión temática, la comisaria también incide en dos ejes más: los colores («Yo uso un colorido que es posiblemente exagerado, pero mantiene cierta relación la realidad», decía Botero) y, por supuesto, el volumen, ese que le ha obsesionado durante toda su carrera (y que quizá sea el aspecto más característico de su obra). «En sus obras, vemos cómo presencias inmensas se intercalan con miniaturas en espacios reales o inventados que, a veces, parecen decorados, creando en la tela un conjunto que parece masivo y jugando con los distintos planos, las proporciones de los objetos y los personajes que forman la composición que gozan de una integridad volumétrica. Un juego de planos y proporciones que, a veces, produce un efecto naif que nos retrotrae a la pintura de Le Douanier Rousseau», señala Oropesa. 

Sea como sea, lo mejor de Botero –más allá de cuestiones más técnicas– es que, como se ha señalado al comienzo de este artículo, el colombiano «ha logrado que su universo sea identificable a primera vista», tanto para eruditos como para primerizos. De hecho, apunta Oropesa, «su trazo, sinuoso y voluminoso, le haya llevado a tener un estilo propio (conocido como ‘boterismo’)». Así que si las explicaciones dadas en estas líneas no han sido lo suficientemente esclarecedoras, no se preocupen, que nada como admirar su obra para entenderlo. Y, por suerte, Botero ya está en Murcia.