Entrevista | Susana Rodríguez Lezaun Escritora y periodista

"'Bajo la piel' fue mi Everest, ahora quiero disfrutar de las vistas"

La escritora de novela policíaca formará parte de la segunda mesa redonda de las jornadas literarias de Cartagena Negra, ‘La importancia de las sagas’, donde presentará la segunda entrega de la odisea de la inspectora Marcela Pieldelobo

Susana Rodríguez Lezaun en las Cuevas de Zugarramurdi.

Susana Rodríguez Lezaun en las Cuevas de Zugarramurdi. / L.O.

Judit López Picazo

Susana Rodríguez Lezaun participa de la novela de misterio como lectora, escritora y directora de Pamplona Negra, pero también ejerce como periodista, correctora y editora. El miércoles 6 participará en la segunda mesa redonda de Cartagena Negra junto con Blas Ruiz Grau y Rafa Melero Rojo, ‘La importancia de las sagas’, un tema que conoce de primera mano. En 2015 publica 'Sin retorno', que sería el inicio de una trilogía ambientada en Navarra. En 2019 llega 'Una bala con mi nombre', un trhiller que se desarrolla en Boston, y dos años más tarde regresa a Navarra con el debut de la inspectora Marcela Pieldelobo, 'Bajo la piel', historia que enlaza con su último libro, 'En la sangre', y que seguirá llenando páginas hasta que Rodríguez Lezaun saque a la luz todos los pliegues de la protagonista. 

El 6 de septiembre participa en la mesa redonda ‘La importancia de las sagas’, y ya ha escrito una trilogía, un trhiller y dos libros de su nueva saga. ¿Dónde cree que reside el mayor valor en continuar una novela negra?

Ahora mismo estoy escribiendo el tercero de la saga de Marcela Pieldelobo y, mientras el personaje resulte interesante y tenga trayectoria, seguiré con él. Yo comparo al personaje con una figura de papiroflexia: tiene multitud de pliegues. Lo que yo hago es tirar del papel para abrir pliegues. Mientras me queden pliegues y cosas por descubrir de ese personaje, y él tenga cosas que ofrecer y dobleces que mostrar, me resulta interesante. Una vez que estiras del todo la figura ya no queda más que un papel arrugado; un folio en blanco. De momento, al personaje de Marcela Pieldelobo lo acabo de empezar a estirar, y tiene pliegues en los pliegues. 

Entonces, antes de terminar Bajo la piel, ¿ya tenía claro que quería continuar la historia?

Sí, además, el primero era mucho de presentación del personaje. Cuesta mucho crear un personaje atractivo. Escribir Bajo la piel me supuso un esfuerzo tremendo, fue mi Everest, ahora lo que quiero es disfrutar de las vistas un poco. Ya lo he creado, pues vamos a darle recorrido y a ofrecerle casos policiales, crímenes en los que ella se pueda lucir y que resulten interesantes para el lector, y mientras yo, que ya he subido el Everest, disfruto de las vistas y ya pensaré cuando bajo. 

En su proceso creativo, ¿le inspira más la realidad o la ficción?

En mi caso es todo ficción, no conozco a nadie remotamente parecido a Pieldelobo. Lo que sí tiene una base de realidad son todos los casos policiales que describo en todas mis novelas, desde la primera, Sin retorno, que es un disimulado homenaje a Ana Orantes y a todas las mujeres maltratadas. La crisis económica está en la segunda, el caso de los niños Bretón en la tercera, y en Bajo la piel hablo del Opus Dei y del poder que ejerce, especialmente en Navarra con el control de empresas, universidades, hospitales… En la sangre, que es mi última novela y la presentaré en Cartagena, hablamos de narcotráfico, tráfico de influencias, colaboración o ‘descolaboración’ policial, relaciones personales complicadas y tóxicas… y eso es lo que hay bajo un entramado que se desarrolla en el norte de Navarra, donde unos contrabandistas pasan droga a Francia por las antiguas rutas de los contrabandistas, las mismas que describía Pío Baroja en sus novelas. Al final, las noticias y la realidad están en la trama, todas tienen un poso de realidad, pero no en los personajes. 

Pieldelobo, a pesar de ser un personaje gris, se desmarca del estereotipo de mujer policía obsesionada con el trabajo y que arrastra traumas de la infancia, por lo que es más fácil identificarse con ella. ¿Cree que falta representación de personajes femeninos más acordes a la realidad? 

Creo que hace falta presencia femenina normalizada, en la literatura en general y en la novela negra en particular. Hasta hace no demasiado, la mujer en la novela negra o era víctima, o una femme fatale, o una prostituta. Y si eran policías, eran atormentadas, con pasados terribles, enfrentadas con todo el mundo… Al final, la policía, igual que todos, son personas. Marcela tiene un padre que fue maltratador, y un carácter difícil, pero porque ella es así. Tiene un problema con sus subordinados, pues algunos no aceptan que una mujer mande, o lo llevan mal. Hoy en día, las mujeres pilotamos aviones, ganamos mundiales de fútbol… estamos, y no podemos dejas de estar en la ficción. Tenemos que normalizar la presencia femenina que no sea una anécdota. 

Como directora de Pamplona Negra, ¿se vive de forma distinta asistir como público a eventos como Cartagena Negra?

Antes de dirigir Pamplona Negra iba a los festivales de otra manera. Ahora que sé todo lo que mis compañeros trabajan, las horas que le meten para levantar el festival… porque Cartagena es genial, yo es la tercera vez que voy, y ya te garantizo que, si no fuera un gran festival, no volvería. Se que se dejan la piel desde el principio, que el presupuesto siempre es poco, la pasión que les ponen, todo lo que trabajan… y yo no puedo más que aplaudirles, porque lo hacen de maravilla, sobre todo si se hace con pasión y cariño, y eso no está pagado. 

Y, hablando de pasión, ¿cuándo nace la suya por la novela de misterio?

No me recuerdo como no lectora. Leo de todo, de algunas cosas más y de otras menos. La novela de misterio, para mí, es un descanso y un juego, un reto para la inteligencia. Siempre hay que tratar al lector con máximo respeto, y en la novela negra es hacerle sufrir de alguna manera: encogerle el estómago, pero bien. Es como una montaña rusa que, cuando llegas al final, dices: «lo he pasado fatal, pero pedazo de viaje», pues esto tiene que ser una buena novela negra.