Murcian@s de dinamita

José María Pozuelo, el amante de la Literatura

Universidad de Murcia

José María Pozuelo

José María Pozuelo / Por PASCUAL VERA

Pascual Vera

Pascual Vera

Si la gente leyera más, viviría más y tendría que ir menos al psiquiatra», me dijo José María Pozuelo Yvancos en una visita a su despacho, en la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia, un lugar que rezuma literatura. Y no sólo en el sentido abstracto del término: bajo la mirada atenta de un cartel con el rostro de Borges pintado por José Lucas, los libros se apilan por todos los rincones, incapaces de acoger los que le llegan continuamente. No podría ser de otra manera en alguien que, como José María Pozuelo Yvancos, ha dedicado su vida a ellos, investigando sobre los escritores españoles de los últimos siglos, inquiriendo sobre los gustos literarios de otros estudiosos y teóricos, profundizando en corrientes y movimientos, investigando sobre escritores y sus obras y realizando puntualmente, con la mezcla de ironía y carácter riguroso que caracterizan sus trabajos periodísticos, crítica de libros para el Suplemento cultural de ABC, una labor con la que nos ha obsequiado cada sábado desde hace años.

Pozuelo fue el primer director de la revista universitaria Campus, que más tarde dirigió este cronista. Fue allá por el año 1985, cuando todos éramos, indefectiblemente, más jóvenes, y probablemente menos documentados. Incluido este cronista, que compartió mesa de redacción con él en numerosas ocasiones. Uno de sus trabajos más ambiciosos es una voluminosa obra que encierra en 900 páginas un auténtico tesoro: la evolución en los gustos y las ideas literarias en España durante ochocientos años. Las ideas literarias 1214-2010, una obra que se ha erigido en manual de referencia para estudiantes y estudiosos de la literatura, que se presenta con una atractiva novedad: la de ofrecer al lector la posibilidad de asistir de manera unitaria a lo que ha sido la reflexión sobre nuestra literatura desde los orígenes.

El crítico comenta las obras de otros –me aseguró entonces–. Lo interesante es que ese comentario tenga relieve, que esté basado en el conocimiento, que quien habla sepa de lo que habla. Eso es fundamental, y hoy más que nunca. Con la incorporación de Internet a nuestras vidas, todo el mundo habla, se incorporan elementos de todos, y todos tienen cosas que decir, por eso es más necesaria que nunca la voz de un experto.

El crítico percibe el objeto artístico por dentro. Cuando alguien se pone a hacer una crítica de una obra literaria, lo importante es que ilumina sobre la obra de tal manera que cuando la lees te aporta cosas que no habrías pensado de otra manera. Esa es una función fundamental del crítico, me dijo.

La literatura es el gran depósito de experiencia de la humanidad. Pero hay otro elemento, que es también importantísimo: que la literatura, la ficción en general, te hace vivir las vidas de otros. Si la gente leyera más, viviría más, y tendría que ir menos al psiquiatra. Por ejemplo, la literatura nos enseña el aprendizaje, la experiencia del dolor, nos muestra cómo sintieron el dolor otros antes que nosotros. Y nos asomamos a él por vía de la literatura, comentaba en aquella ocasión el profesor.