Murcian@s de dinamita

Raimundo González, emocionar con la comida

Raimundo González.  | ALFONSO DURÁN

Raimundo González. | ALFONSO DURÁN / Por PASCUAL VERA

Pascual Vera

Pascual Vera

El despacho de Raimundo González Frutos está salpicado de fotos y recuerdos de toda una vida dedicada a la cocina, a «dar de comer a otros», como él ha dicho a menudo. Todas las paredes están forradas de libros «tengo más de dos mil sobre cocina, que he recopilado durante toda mi vida». Solo hay una colección que Raimundo haya recolectado y cultivado durante toda su vida con más pasión: la de los amigos. «Es lo mejor que hay en este mundo, si te dedicas a ellos puedes tener la seguridad de que ellos se volcarán contigo», nos dice este chef nacido en Puente Tocinos en 1925 y próximo por tanto a celebrar su centenario.

Raimundo daba ya muestras de sus dotes para sobrevivir cuando, en plena Guerra Civil, compraba tabaco en un almacén del ejército que había en la iglesia de la Merced –pegada a la Universidad de Murcia– al responsable y lo vendía a agricultores a cambio de productos de la huerta o de algún pollo o conejo: «Gracias a eso cocinaba mi madre en la Huertanica».

Tras la Guerra Civil, Raimundo se marcha a vivir con sus tíos –Aurelia y Pepe– que regentan un negocio de venta de vinos a granel –El Rincón de Pepe–. Raimundo es el repartidor, lleva el vino a bordo de una bicicleta o sobre un carro de mano, pero pronto se da cuenta de que los operarios y trabajadores de la zona se sienten a gusto en aquel local, degustando el vino en vaso, y comiendo cualquier cosa que se les pusiera encima de los barriles que poblaban el local o sobre cajas de madera. «Así fue como empezó el Rincón de Pepe», apostilla.

Medalla de oro al Mérito Turístico, Premio Nacional de Gastronomía, elegido por la Academia Nacional de Gastronomía entre los 10 mejores restauradores de España, Premio al Desarrollo Empresarial de la Cámara de Comercio de Murcia, Hijo predilecto de Murcia, miembro de la Chaine de Rotisseure, cofundador de restaurantes de Buena Mesa… las distinciones con las que cuenta Raimundo González por su dedicación y su trabajo en el mundo de la restauración son numerosas, incluido el doctorado Honoris Causa por la Universidad de Murcia.

Por sus comedores han desfilado artistas y escritores, deportistas y políticos. Desde Ernest Hemingway u Orson Welles, hasta Pepe Blanco y Carmen Morell, la pareja más popular de la copla española en la posguerra, que se alojaron en el hotel durante un mes, «y todos los días comían guiso de pavo con albóndigas. Por comer, comieron en su restaurante hasta personajes que nunca existieron, como el Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán».

La carta del Rincón era mítica, no sólo por su calidad, que también, sino además por su cantidad: centenares de platos la poblaban en apretada lucha por generar jugos gástricos en el personal: «Cuando me llegaba una nueva receta de alguien, reunía la noche anterior a mis seis cocineros. Lo hacíamos entre todos y veíamos las distintas posibilidades. Así íbamos innovando».

El cocinero ha recorrido medio mundo ofreciendo gastronomía murciana: un banquete de cocina murciana para 500 personas en Londres, en Manchester, en Miami, en Méjico, en París… Y, por supuesto, en toda España. Se le encienden los ojos cuando nos relata el día en que el Presidente de Gobierno Felipe González le llamó personalmente y hablándole de tú, le dijo: «Raimundo, ¿podrías venir a la Moncloa a dar una comida importante?». «Pijo, pues sí», refiere el cocinero, aunque se supone que la contestación debió ser un tanto más ceremoniosa. Pero el Presidente debió quedar absolutamente satisfecho con aquella comida, como reflejan las fotos dedicadas que conserva el cocinero.