Murcian@s de dinamita

Teresa Vicente Giménez, la jurista que despertó la conciencia social de un pueblo

Teresa Vicente Giménez.

Teresa Vicente Giménez. / Por PASCUAL VERA

Pascual Vera

Pascual Vera

Podría aplicársele a Teresa Vicente, profesora de Fundamentos del Orden Jurídico y Constitucional de la UMU, lo de aquellos que emprendieron tareas hercúleas en cuya resolución y llegada a puerto nadie creía: como no sabían que era imposible, lo hicieron. Y eso le ocurrió a Teresa, que probablemente un día tuvo un anhelo y no se detuvo en mientes sobre si aquello era factible, fiable, hacedero, o era sencillamente imposible. Porque sin duda aprobar por vez primera una ILP (Iniciativa Legislativa Popular) en España, consiguiendo medio millón de firmas en plena pandemia y lograr que el Mar Menor se convirtiera en el primer ecosistema europeo con derechos era algo inalcanzable. Pero ella y todos los que la apoyaron en tan descabellada empresa lo ignoraban. Así que no solo lograron las firmas, sino que las superaron con creces, hasta alcanzar cerca de 700.000, muchas de las cuales, empaquetadas en innumerables cajas, quedaron con las prisas atrapadas en su propio despacho de la Universidad de Murcia, pues el tiempo apremiaba y era más importante hacer llegar al parlamento las 500.000 exigidas, que ser exhaustivo con todas.

Teresa ha defendido el Mar Menor en la COP 26 de Glasgow, en la COP 27 de Egipto, en la COP 15 de la biodiversidad en Montreal, en la Asamblea de la Tierra de Naciones Unidas, en el Congreso de los Diputados, en todas las televisiones, en numerosas universidades... No es extraño que afirme que aprobar la ILP del Mar Menor haya sido una gesta mayor que subir al Everest.

Su aprobación en el Congreso de los Diputados ha constituido el primer e importantísimo paso para intentar dotar de derechos a esta Laguna tan querida para los murcianos. Estamos ante la primera ILP que se aprueba en España y el primer ecosistema europeo con derechos. Y sólo ahora hemos comprobado -han comprobado- que la empresa, pese a lo árduo de la misma, no era imposible.

Este cronista ha tenido el privilegio de escuchar por boca de Teresa el proceso (largo, tedioso, complejo y lleno de zancadillas) por el que ha transitado este proceso, y ha podido escuchar la decisión, la fuerza y la determinación de esta persona y las de otras muchas que le han ayudado en tan intrincada tarea hasta llevarla al Congreso y al Senado, lugares donde ha sido apoyada por auténtica goleada, excepto por un partido que excuso nombrar, pero que seguro intuirá el avezado lector.

Teresa está segura de que esta ley, por su importancia y la singularidad con la que se ha realizado, marcará un antes y un después en la ciudadanía, tanto por la movilización que ha conseguido, como por la responsabilidad de quienes la han apoyado y la depurada técnica jurídica de la que ha hecho gala.

Teresa, por su parte, se emociona cuando nos relata que ahora el Mar Menor tiene derechos, «pero para eso hemos tenido que verlo morir, hemos asistido a un ecocidio sostenido en el tiempo: el de centenares de miles de peces, que en un momento dado decidieron suicidarse porque la negación de sus derechos los llevó a un callejón sin salida, sin oxígeno. Ahora el pueblo sabe que el Mar Menor tiene derechos, porque lo ha visto morir». El pueblo tomó conciencia ecológica en el momento que vio los peces muertos, asegura, «fue como un grito, como un ¡Basta ya! de nuestro querido Mar Menor». A nosotros, los ciudadanos, nos queda velar por esos derechos.