Murcian@s de dinamita

Ana Martín y la custodia de la historia de la UMU

Universidad de Murcia

Ana Martín, directorade la revista Campusde la UMU. | PASCUAL VERA

Ana Martín, directorade la revista Campusde la UMU. | PASCUAL VERA / Por PASCUAL VERA

Pascual Vera

Pascual Vera

Cuando en 1982 una Ana Martín apenas veinteañera se convirtió en directora del recién nacido Centro de Documentación Cinematográfica de la Universidad de Murcia (CEDIC), lo más nuevo que había en el campo de la comunicación, ámbito en el que ha trabajado los últimos 41 años, estaba constituido por las nuevas máquinas de escribir eléctricas, que aún no habían sustituido del todo a las antediluvianas léxicon 98 –y lo que es peor, a la modelo 80 de Olivetti, que permanecía aún en algunos de los departamentos de la UMU, y, claro está, en poder de la parte más débil de la cadena: los becarios, verbigracia nosotros–.

Pero en ese momento tan añejo se hacía ya patente su inclinación por la conservación, la clasificación y la custodia de documentos relacionados con nuestra historia reciente. En particular, de lo concerniente a nuestro centro universitario. Había nacido una guardiana fiel y perseverante del pasado de la Universidad de Murcia. Desde los mismos comienzos de la memoria escrita de la UMU en forma de publicación periódica, ya en formato papel (primero como boletín informativo y más tarde como la revista Campus), ya en versión digital, se cuidó de conservar y clasificar cada número con el convencimiento de que cada uno constituía un pequeño grano de arena para la construcción futura de las historias de la Universidad y de nuestra Historia con mayúscula. No en vano, su formación como historiadora la llevaba a valorar cada uno de los documentos que caían en sus manos y proceder a su exhaustiva y meticulosa clasificación y conservación.

Los más veteranos del lugar recordamos cómo, a mitad de los ochenta, construyó toda una base de datos manual y absolutamente analógica –por su carácter en papel y por seguir la lógica de Ana– en varias cajas de zapatos repletas de fichas en las que atesoraba, por orden cronológico, alfabético, y de servicios, decenas de miles de actividades culturales celebradas en nuestra ciudad durante décadas.

Más tarde, fueron las miles y miles de páginas de la revista Campus, cuyos números atesoraba, y, al mismo tiempo, el material original con el que se producía cada ejemplar.

Y, sobre todo, las fotos. Decenas de miles de fotografías de un archivo que fue incrementándose hasta convertirse con el tiempo en una atalaya inmejorable desde la que otear nuestro pasado universitario en la UMU. Ana ha luchado como una titán (las titanas no existen, ni siquiera en el diccionario, pero deberían, y en ese caso situaríamos a Ana como una de ellas). Hoy dirige, con tino, ahínco y denuedo, la revista Campus, que con sus 13.000 artículos supone otra parte clave de nuestra historia universitaria y cultural.

Hoy por hoy es la única persona del universo –y aquí incluyo galaxias muy, muy lejanas– que maneja con soltura los nombres de miles de personajes que han pasado por la Universidad de Murcia y de otros tantos que la han habitado bajo la forma de profesores o PAS, indicando sin vacilación los gentilicios de todos ellos ante las imágenes ora en papel ora –sobre todo ahora, valga el ripio– en soporte digital.

En la actualidad, se ha convertido en la auténtica protectora y vigilante de un ingente número de fotografías que ha ido clasificando, –quitando tiempo al ocio muchas veces– en la medida que sus obligaciones le han permitido, aunque aún queda bastante por hacer en un terreno en el que Ana Martín supone una garantía de conservación y custodia. Hasta su jubilación, así que ‘llevarse cuidado’, que diría aquel.