Documental

La Algameca Chica: un lugar en los márgenes, una historia que contar

La joven cineasta murciana Blanca Pérez de Tudela inicia esta semana el rodaje de un documental que pretende dignificar la imagen de este poblado alegal de Cartagena

La Algameca desde el mar

La Algameca desde el mar / L.O.

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Decir esto en un periódico puede resultar contraproducente y casi que una incoherencia -o el germen de ella-, pero La Algameca Chica es uno de los secretos mejor guardados de la Región. Y lo es así tanto desde el punto de vista social como legal. Quien haya paseado por sus angostas calles de poblado marinero sabrá a qué nos referimos -porque este lugar fuera de todo no plantea preguntas, sino que las exige-, pero, para el que no, conviene aclarar antes de nada que hablamos de un asentamiento casi chabolista ubicado en la costa oeste de Cartagena, en los márgenes de la desembocadura artificial de la Rambla de Benipila, pero, sobre todo, de un espacio que, como detalla Blanca Pérez de Tudela en el dossier de su último proyecto, «no solo flota sobre el mar», sino también sobre un limbo jurídico que convierte a este lugar en una anomalía histórica.

Pérez de Tudela (Alguazas, 1994) es periodista, fotógrafa y cineasta. Junto a su compañera Jeanette Conesa estrenó en 2016 el largometraje documental La Cárcel Vieja habla, que tuvo una gran repercusión tanto a nivel local como nacional; tanto que fue, asegura, una de las acciones que motivó la rehabilitación del edificio, abandonado durante más de cuarenta años. También ha estampado su firma en otros audiovisuales de corte similar como Radioescribidad (2017), sobre la leyenda del meteorito de Molina, y Maes. Hilos invisibles (2021), que analiza la figura de la mujer en el ámbito familiar. Ahora, esta joven cineasta murciana se ha dejado seducir por La Algameca Chica, un lugar «tan fantástico que parece hecho de material onírico», pero tan terrenal y tan auténtico que (sobre)vive día a día bajo la presión de lo establecido, de lo regulado. Pero no solo por eso ha querido enfocar su cámara sobre este rincón escondido del Mediterráneo.

«Es el conjunto de todo. La Algameca Chica me parece un lugar único en el mundo; no puedo referirme a algo en concreto», señala cuando se le pregunta por el motivo de su fijación por este coqueto poblado alegal. Aunque, finalmente, aclara: «Quizás lo que me atrapó fue la energía que desprende el lugar y su gente. Aunque es una comunidad que vive en los márgenes y a la que se le podría considerar alternativa en su forma de gestionarse, conservan la forma de vida y el ambiente vecinal y familiar propio de un pueblo pequeño de los años ochenta y noventa», explica Pérez de Tudela, a quien ese ambiente le retrotrae a su infancia: «Yo soy de Alguazas, concretamente del barrio del Carmen, y he crecido jugando en la calle con mis primos y vecinos; algo que ya no ocurre con tanta frecuencia... En La Algameca, sin embargo, estas escenas siguen formando parte del día a día, así que para mí ir allí es como regresar a ese tiempo, como volver a tener 8 años».

"Adoro su realidad disparatada, su carácter resistente, su belleza y su repelencia"

Aunque, como es lógico, las condiciones tan particulares de este asentamiento también han seducido a otra Blanca, a la periodista (o comunicadora, o documentalista). «Me parece que, en términos históricos, sociológicos e incluso arquitectónicos, es un lugar sorprendente y que tiene mucho que contar. Me entusiasman sus contradicciones, su realidad disparatada, su carácter resistente, su belleza y su repelencia… Ahí hay una historia -sentencia Pérez de Tudela- y, tal y como yo lo veo, es una historia que aún estaba por contar». Así que, esta misma semana, se pone manos a la obra.

El viernes, ella y su ‘equipo’ -«amigos, familiares, conocidos… No contamos todavía con todo el material y equipo técnico que nos gustaría», reconoce- ponen dirección a La Algameca Chica para llevar a cabo una primera aproximación grabada, una toma de contacto cámara mediante. Porque Pérez de Tudela llega trabajando en este documental desde julio del 2022 (recopilando información, charlando con sus gentes, definiendo la línea a seguir, etc.), pero esta será la primera vez que se acerque al poblado para rodar imágenes que podrían salir en el largometraje. «Va a depender de la calidad de material que recojamos. Pero, desde luego, si de aquí no conseguimos sacar tomas para el proyecto final, sí que nos servirán para poder realizar un teaser lo suficientemente profesional como para poder presentarlo a productoras de mayor envergadura», cuenta.

Blanca Pérez de Tudela en La Algameca

Blanca Pérez de Tudela en La Algameca / L.O.

Y es que la idea de Pérez de Tudela es buscar financiación por diferentes vías; también por medio de la fórmula crowdfunding (micromecenazgo). «Todavía es pronto para saberlo, pero creemos que para octubre ya tendremos un tráiler con el que abrir la campaña en Verkami. De esta manera podremos mostrar de forma más clara hacia dónde va el proyecto y qué queremos contar», explica la directora, que, además de con los testimonios de múltiples vecinos -»que serán la voz principal del proyecto»-, contará con la intervención de expertos como el doctor en Sociología Diego Fernández (UMU), que lleva más de un año desarrollando un proyecto de desarrollo comunitario en la zona. También con la profesora Socorro García, doctora en Ingeniería Industrial por la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), que está estudiando los modelos de producción y almacenamiento de energía del poblado, «que en términos energéticos podría entenderse como una ecoaledea». Y, por supuesto, con el historiador José Ibarra, autor del libro Los inicios del poblamiento contemporáneo en el paraje de La Algameca Chica (2015).

En cualquier caso, y aunque todavía tenga por delante muchos meses de trabajo -espera haber finalizado el rodaje a finales de año, no antes-, Pérez de Tudela tiene ya muy clara la línea a seguir: «No pretendo hacer un documental meramente reivindicativo sobre la subsistencia de La Algameca; simplemente porque es un lugar ya tan asentado, con una evolución y presencia histórica tan demostrada y tan intrínseco en el patrimonio de Cartagena, que creo que es difícil que lo lleguen a derribar o desalojar. Si algo quiero abordar con este proyecto -continúa- es, más bien, la ‘fotografía’ que se hace de este lugar. Quiero decir: muchas veces se le ha retratado como un poblado pobre, de desarrapados marginales, ridiculizando la zona e incluso a los vecinos y vecinas. Esto no es La Algameca Chica. Me encantaría conseguir cambiar esta imagen y dignificar la forma de vida y la realidad tan mágica que, a mi parecer, envuelve a este poblado».