Murcian@s de dinamita

José Manuel López Nicolás, el Espartaco de la ciencia

Universidad de Murcia

José Manuel López Nicolás. |  ALFONSO DURÁN

José Manuel López Nicolás. | ALFONSO DURÁN / Por PASCUAL VERA

Pascual Vera

Pascual Vera

Un día me habló del Real Madrid y el Club Polideportivo Villarrobledo para poner un ejemplo de cualidades, actitudes y aptitudes. Lo comprendí, porque era ilustrativo como modelo y porque López Nicolás es claro y gráfico en sus comparaciones, y tengo para mí –al igual que miles de personas– que es el mejor divulgador científico del país.

Catedrático de química de la Universidad de Murcia, José López Nicolás es uno y trino –o más–, docente en diversos grados en la UMU (Biotecnología, Ciencia y Tecnología de los alimentos…) y vicerrector de transferencia, comunicación y divulgación científica. Pero lo que ha hecho que hoy lo traiga a ésta, mi sección y la de todos ustedes, es su actividad como comunicador científico, un ámbito en el que se ha convertido en un mesías para miles y miles de lectores o escuchantes a través de sus artículos en numerosas publicaciones y medios de comunicación, señalando fraudes, divulgando ciencia y enfrentándose a mentiras globalizadas de grandes empresas. Un desintoxicador de mentiras permitidas y azuzadas por ciertas empresas, que se ha convertido en el enemigo a batir de poderosos y un nuevo y erudito Espartaco de una cohorte de seguidores que no ha hecho más que crecer en las últimas dos décadas.

A través de su mítico blog Scientia, de los medios de comunicación o de sus libros, que publica a una envidiable velocidad de crucero, López Nicolás no hace otra cosa que divulgar y difundir ciencia entre los menesterosos de ella, que somos todos. Vamos a comprar mentiras, Un científico en el supermercado o La ciencia de los campeones, son algunos de sus libros, desde los que desmonta mitos y supercherías y pone los puntos sobre numerosísimas íes.

Tengo para mí que López Nicolás es un cachondo con un rigor a prueba de bombas, algo que es una ídem en las redes sociales, lugar inmaterial desde el que se maneja con proverbial habilidad. No conozco a nadie que sepa, como el que no quiere la cosa y bajo la apariencia de algo menor, casi como un juego, inocular tal cantidad de ciencia.

Hace un decálogo sobre el penalti más perfecto, especifica la ciencia que hay tras la selección española de balonmano, explica científicamente por qué ganamos la final del Mundial de Sudáfrica o las cuatro CES de Carlos Alcaraz, para concluir que el fútbol y otros deportes constituyen una herramienta maravillosa para mostrar la importancia de la vida cotidiana, impulsar vocaciones científicas y fomentar el espíritu científico. Incluyendo un deseo en vísperas de la última final de un mundial de fútbol: «esperemos que mañana gane el mejor: Lionel Messi». López Nicolás se atreve con todo y de todo sale indefectiblemente indemne, o incólume, que es peor: así, explica la ciencia que hay en un asiático (con lo delicado que es eso para un no cartagenero) o en los panecillos de San Antón, o en un paparajote, o en los desodorantes, o en El señor de los anillos, o en sus gatos. O recomienda, como el que no quiere la cosa, 75 frases que debemos evitar en Nochebuena para no quedar como un cuñado.

Todo con la intención de observar la vida con ojos científicos, con el afán de difundir la Ciencia.