Murcian@s de dinamita

Charo Guarino, la descubridora de palabras

Charo Guarino.  | INMA G.PARDO

Charo Guarino. | INMA G.PARDO / Por PASCUAL VERA

Pascual Vera

Pascual Vera

Se dice de Charo Guarino que, en una ocasión, no pudo llegar a una conferencia de unas jornadas organizadas por ella por estar interviniendo a la misma hora en otras jornadas organizadas también por ella. La cosa podría tener visos de realidad si no fuera por algo archisabido: su proverbial capacidad de ubicuidad, lo que hace que Charo Guarino pueda estar en dos y hasta en tres lugares al mismo tiempo. Y sin despeinarse.

Por esa razón, Charo puede organizar sin tasa ni medida jornadas, charlas, ciclos y otros eventos culturales, en los que tanto trabaja y tanto inventa con ese cerebro que se resiste a permanecer inactivo, que viene a ser marca de la casa y que proviene de algún tipo de tara -tara positiva en este caso, si eso fuera posible- que le impide estar improductiva en ningún momento. De esta manera, Charo inventa, estudia, escribe, pergeña, imagina, elucubra y pare artículos, obras y libros a una velocidad de crucero que le permitirían adelantar a Pedro Delgado bajando Los Pirineos. ¡Estáte quieta, niña!, dirían en Andalucía, pero ella, que es catalana y murciana, haría caso omiso y continuaría a lo suyo, que es un no parar intelectual y organizativo de eventos culturales.

Se comprende así que, estando hacia la mitad de una prolífica década cincuentenaria (mitad de los cincuenta) acumule escritos, libros, conferencias y tareas literarias de todo tipo que otros solo consiguen al llegar a bicentenarios, algo a lo que, como se comprenderá, solo llegan en un porcentaje exiguo.

Una de sus especialidades es bucear y explicar el origen de las palabras que utilizamos. Algo que nos pilla siempre con el pie cambiado, porque indefectiblemente, como quien no quiere la cosa, y bajo la apariencia de un ejercicio natural y escasamente sofisticado, nos va lanzando, como de matute, ideas y escritos que van ganando en enjundia, atrapándonos en historias a las que sucumbimos sin defensa alguna.

Ella, Rafa Hortal y yo mismo pertenecemos a un grupo erótico, que así lo llamamos por haber participado este trío (cada uno por su cuenta, no quiero malpensados aquí) en un ciclo de erotismo en el arte, el cine y la literatura, estando, por cierto, mi conferencia dedicada al cine erótico en la Universidad de Murcia, que hay que tener valor.

Yo, en mi particular egoísmo, solo quiero que Charo siga montando ciclos y siga escribiendo (el soporte me es indiferente) y continúe desvelándonos los usos y significados de nuestras palabras, las caprichosas, peculiares, singulares y heterodoxas, y aquellas que usamos de forma habitual, sus usos y sus orígenes, sus derivaciones y sus secretos más arcanos, para seguir haciéndome una persona de provecho. Eso y algún café de vez en cuando.