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Fina Poveda, luchando por la continuidad del Cine Rex

En los últimos años se ha convertido en uno de los rostros más visibles en las manifestaciones que reivindican la continuidad como sala de cine del mítico Rex.

Fina Poveda, luchando por la continuidad del Cine Rex

Fina Poveda, luchando por la continuidad del Cine Rex / Por PASCUAL VERA

Pascual Vera

Pascual Vera

Quizás la culpa de todo la tuvo la alta estatura de Fina Poveda de niña, que hubo de hacer la comunión con apenas seis años, ya que, de haber esperado a los siete, no habría podido aprovechar el traje de su hermana mayor. Y no estaban las cosas en el humilde hogar de los Poveda, en Petrer, Alicante, para comprar más trajes. Aquello fue el principio de una profunda religiosidad que duró los siguientes siete u ocho años, con una Fina adolescente que, tras crecer entregada a la iglesia, comenzó a hacerle preguntas incómodas al cura, tales como por qué la Iglesia tenía tanto dinero en Roma mientras la gente moría de hambre en muchas partes. Aquel cura acabó deseando y aceptando la fuga de su redil de una oveja que se había ido haciendo negra y descarriada por momentos.

Cuando Fina llegó, muchos años después, a Murcia, venía de paso, camino de Granada, pero aquí se fue enredando con su gente, su trabajo y sus estudios, y lo que iba a ser una estancia de fin de semana o poco más se alargó, indefectiblemente. 40 años, concretamente, y en ello sigue.

La intención de estudiar Filosofía en la Universidad de Murcia tropezó con la realidad tozuda de tener que ganarse la vida, y la filosofía quedó aparcada mientras Fina trabajaba como camarera en cafeterías que poseían un denominador común: eran lugares visitados por la intelectualidad del momento: primero el café Tertulia, en el mismo local en el que había estado la librería Aula, o la cafetería Kama, adonde la siguieron a ella y a sus compañeros los antiguos clientes. Fue esta circunstancia -el cambio de local de los antiguos clientes/amigos al nuevo local- lo que les llevó a emprender la aventura hostelera de su vida, abriendo el 17 de febrero de 1987 la mítica cafetería El Sur. Música, actuaciones en vivo, exposiciones…. En ella actuaron hasta grupos del festival de jazz en la calle, para gozo de sus clientes habituales y desesperación de sus vecinos, aún más habituales.

Pero a Fina le había llegado la hora de volver a los estudios universitarios. Por aquel entonces había comenzado a impartirse la carrera de Trabajo Social en la UMU, y alguien le aconsejó que, puesto que a ella se le daba bien escuchar y ayudar a los demás, quizás le fueran bien esos estudios. Eran muchas horas de entrenamiento tras la barra de un bar las que había pasado, y allí encontró la horma de su zapato: unos estudios para enseñar a ayudar a los demás, lo que más le había gustado siempre. Y en eso está, atendiendo a emergencias sociales en el Servicio de Emergencia Móvil y Atención Social del Ayuntamiento de Murcia desde finales del siglo pasado, un trabajo que la absorbe y la apasiona.

Aquella faceta de persona reivindicadora de una sociedad mejor se fue ampliando a diversas causas. En los últimos años se ha convertido en uno de los rostros más visibles en las manifestaciones que reivindican la continuidad como sala de cine del mítico Rex. Su figura, acompañada de su inseparable altavoz, se ha convertido en familiar para los murcianos a través de las manifestaciones y asambleas que celebra la Plataforma Cine Rex Vivo. No quiere gimnasio ni supermercado alguno, pretende que las autoridades tomen cartas en el asunto y compren este antiguo cine a los dueños para que continúe haciendo lo que lleva ofreciendo a los murcianos desde hace 109 años: películas. Y que vuelva a ser esa fábrica de sueños con la que hemos convivido cinco generaciones de murcianos.