Universidad de Murcia

Rosa Mª Iglesias, mitos para comprender el mundo

Rosa Iglesias.   | INMA G. PARDO

Rosa Iglesias. | INMA G. PARDO / Por PASCUAL VERA

Pascual Vera

Pascual Vera

Asegura Rosa Mª Iglesias, catedrática de Filología Clásica de la Universidad de Murcia retirada desde hace tres años que «es necesario el conocimiento cultural de los mitos para explicar la actualidad». Y así debe ser si lo dice ella, porque, junto a su inseparable compañera Chelo Álvarez, es una de las máximas especialistas internacionales en temas de mitología.

Cuando, el 8 de octubre de 2019 impartía Rosa su última clase en la Universidad de Murcia con el elocuente título Hoy una vez más Ovidio, el gran difusor de los mitos y el autor más estudiado por ella durante décadas se cerraba un círculo que había sido abierto por ella misma casi medio siglo antes en la misma facultad –entonces llamada de Filosofía y Letras– en su primera clase en octubre de 1971, con una jovencísima Rosa de 21 años a la que acompañó incluso su familia. En aquella ocasión había sido Suetonio el autor impartido en su clase.

No sé entonces, un momento en el que los nervios pudieron pasarle una mala pasada, pero en su despedida de las aulas se sintió exultante, algo de lo que puede dar fe este cronista, que asistió embobado al acto. «Me gusta mucho dar clase», me aseguró en aquel acto Rosa.

Iglesias ha tenido siempre fama de dura, y así lo reconoce ella, pero para quien esto suscribe, hoy le resulta increíble que esa persona que se cruza conmigo muchas mañanas, con rostro jovial, dicharachera y chistosa, yendo o regresando del gimnasio con la colchoneta bajo el brazo y acompañada siempre por su compañera Chelo Álvarez, haya podido ser un hueso alguna vez.

Ha impartido lengua, textos, sintaxis, y explicado a Plauto, Virgilio, Tito Livio y, sobre todo, a Ovidio, su gran autor, como es lógico, siendo como es su especialidad la mitología.

Me aseguró poco antes de su final como docente que no tenía plan de jubilación, pero es difícil pensar que así era cuando me la puedo encontrar a cualquier hora y en cualquier lugar de Murcia, junto a su compañera y en compañía de otros amigos, o en un cine, en la inauguración de cualquier exposición de arte, o acudiendo a una presentación sobre los más diversos temas culturales.

Asegura que sus profesoras y profesores siempre fueron determinantes, bien por buenos, para marcarle el camino a seguir, como sor Narcisa, aquella profesora que ejerció una gran influencia sobre ella, tanto por su preparación como por su honestidad, o aquellas dos profesoras de historia y de literatura que tuvo respectivamente en tercero y cuarto.

O también, en el lado contrario, aquel mal profesor de latín, que afortunadamente no acabó con su pasión por la Filología Clásica, pero que la preparó tan mal que el ablativo absoluto llegó a parecerle algo de otro mundo. O la presencia de Ruiz Elvira, éste en el lado positivo de la balanza, y no ya como profesor, sino como primer catedrático con el que trabajó, una persona de la de las que marcan a quienes tienen la suerte de cruzarse con ellas.