Entrevista | Pepe Yagües Escultor

Pepe Yagües: "Supongo que por la influencia religiosa, hoy hay muchos que aún consideran el deseo como un pecado"

El molinense vuelve a exponer en Murcia casi un lustro después. Lo hace, por supuesto, en La Aurora, su galería de confianza, donde exhibe hasta el 3 de marzo ‘La luz del deseo’, una muestra protagonizada por una veintena de esculturas

Pepe Yagües posa en La Aurora con ‘Pata negra’.

Pepe Yagües posa en La Aurora con ‘Pata negra’. / Francisco Peñaranda Saura

Asier Ganuza

Asier Ganuza

El particular universo artístico de Pepe Yagües (Molina de Segura, 1968) es uno de los más reconocibles del arte regional. Reconocible y reconocido, sobre todo nacional e internacionalmente, porque lo cierto es que en Murcia no es fácil disfrutar de su obra. Alguna intervención en su pueblo, alguna participación en colectivas..., pero hacía ya casi un lustro desde su última individual en la capital del Segura. Entonces expuso en La Aurora, y ahora vuelve a esa misma galería –en la que se siente como en casa– para ‘deslumbrar’ a sus visitantes hasta el 3 de marzo con La luz del deseo, una muestra protagonizada por una veintena de esculturas de metal y madera que, por supuesto, juegan con la luz y el concepto del ‘deseo’ –sí, el título de la exposición no engaña– y los temas clásicos del creador: la mitología, lo erótico, lo escatológico...  

Le ha cogido el gustillo a eso de trabajar con la luz, ¿no? Recuerdo la expo de sus ‘lámparas clitorianas’ en París, del año pasado...

Sí. Del hecho de incorporar algo inmaterial como la luz a algo tan material como una escultura surge una paradoja visual que me parece digna de exploración. En el caso de las ‘lámparas clitorianas’..., bueno, también tenía un componente didáctico: con el botón del clítoris podías iluminar la cara de una mujer que así lo deseara.

¿Qué le proporciona la luz a la hora de trabajar?

Contrastes, proyección de sombras sugerentes, potenciación de la sensación energética y escenográfica en mis esculturas... En esta exposición incluyo incluso una escultura a Apolo, el que era considerado en la antigüedad como el ‘dios de la luz’, entre otras cosas. Me refiero, claro, a Lumen: idea apolínea.

Pero bueno, todo esto, siempre con criterio, con luces led de bajo consumo, que hay que cuidar el planeta... y la factura de Iberdrola.

Sí. En La Aurora estarán encantados porque para esta exposición no va a ser necesario encender las luces de la galería, ya que solo con la que proyectan las esculturas –que, efectivamente, son led de reducidísimo consumo– se genera un ambiente muy cálido, adecuado y agradable.

Esa luz también le proporciona –y utilizo sus propias palabras– «alguna mala sombra». Explíquese.

Hay alguna escultura en la exposición, como Pata negra, que está dedicada a los racistas y xenófobos contemporáneos. Consiste en una pierna de una persona de color (de color negro) en un jamonero. Con ello hago una obra con ‘ironía caníbal antirracista’: a los que no les gustan las personas negras es porque no las han probado.

No obstante, casi todas las piezas tienen que ver, en mayor o menor medida, con la idea del deseo, pero en el sentido más amplio de la palabra. ¿Por qué?

Porque es lo que mueve a Occidente, según los budistas. Sobre esa idea, lo que yo hago es investigar y explorar las muchas posibilidades e interpretaciones que me ofrece. Por ejemplo, el deseo de superación queda plasmado en una escultura que he titulado La luna naranja da zumo de luz y en la que aparece un personaje femenino –una minotaura– descendiendo por una escalera. También está el deseo de una vida mejor, reflejado en Sin papeles y con tacones, una pieza con la que homenajeo a las valientes mujeres que emigran de forma desesperada e irregular; el deseo de libertad, protagonistas de una escultura aérea que se llama Solo quien ama, vuela...

Incluso del deseo de la ausencia de deseo. 

Eso es, en Luciérnaga Hera con Moñotauro, en la que la diosa Hera desea que su libertino esposo Zeus deje de tener deseos por otras mujeres, ya que está hasta el moño de sus instintos masculinos e infidelidades. Y, claro, el deseo erótico de Lux Mundi, un pequeño homenaje a Courbet pero como... más en profundidad.

¿Lo suyo con el arte también tiene algo de deseo, Pepe?

Por supuesto. Yo me considero un imaginero del deseo. 

Un devoto.

Claro. Sobre todo porque, al menos en el entorno en el que vivimos, el deseo (el erótico) es todavía considerado como un pecado. Supongo que por la influencia y reminiscencia del pasado represivo y religioso de la dictadura franquista, para cuyos fieles el placer es malo y el dolor es bueno.

Volviendo a La luz del deseo, hasta ahora solo hemos hablado de la parte principal de la muestra, pero en La Aurora también se exhiben una veintena de grabados.

Correcto. Todos ellos forman parte de una serie más grande de cuarenta aguafuertes y una caja-escultura que conforman el libro de artista Ícaro en lunas, inspirado en poemas poco o nada conocidos de Miguel Hernández. Son versos mitológicos (con los que puede apreciarse el gran conocimiento de la cultura clásica que poseía el oriolano), versos aéreos y lunares en los que expresa su ansia de libertad (incluso antes de haberla perdido) y versos eróticos en los que describe con metáforas muy potentes y contemporáneas el sexo femenino, el acto sexual e, incluso, el autosexo...  

Aguafuertes marca de la casa. No sé si es el formato que más le gusta, pero estoy seguro de que es de los que más te hacen disfrutar. ¿Me equivoco?

No. Fíjate, estos están hechos utilizando como mordiente el ácido nítrico sobre planchas de acero; técnica muy recomendable para hacer trazos rotos y surcos profundos en el metal que luego acompaño de relieves cosidos de planchas de aluminio o latón. Incluso hay varios grabados móviles hechos con materiales reciclados y que el espectador puede accionar con efecto sorpresa...

Y cabe destacar una última obra dentro de esta muestra: Autorretrete, que supongo que a muchos llamará la atención.

Esta tiene más que ver con las ganas que con el deseo..., aunque encaja a la perfección en esta exposición porque, cuando se le levanta la tapa [es una cabeza, la del autor, construida como un inodoro], proyecta luz. Además, esta pieza sirve también como prototipo de una nueva modalidad catártica de retrato: el retrato-retrete, que haré por encargo a quien desee (o necesite) tener uno con la cara de su ex, de su jefe...

Lo de los retretes y el hacer de vientre tienen su peso en la historia del arte, ¿eh?

Sí. A lo largo de la historia, la cuestión escatológica ha sido abordada con interés por artistas como Rembrandt (en algún grabado), El Bosco (en su Infierno), Piero Manzoni (en su icónica Merda d’artista), Wim Delvoye (exponiendo una máquina de defecar en el Louvre)... Aunque mi obra preferida al respecto es un grabado del siglo XIX, de Honoré Daumier. Se llama Gargantúa, y en él criticó y puso defecando (leyes injustas) al mismo rey Luis Felipe I de Francia. La osadía le costó seis meses de cárcel y su salud... Y de la tradición belenística de los caganers también se podría hablar: no hay político de importancia que no tenga el suyo. En fin, este es un tema que daría para una tesis doctoral fecal.

Oiga, hacía tiempo que no exponía en Murcia capital, ¿no?

Pues casi un lustro desde la última vez que pasé por La Aurora, que es la galería que me ha acogido siempre: allí me acogieron hace un cuarto de siglo y, desde entonces, he hecho siete exposiciones individuales. Vamos cogiendo perspectiva...