En la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia quedo con su directora, María Dolores Galindo Marín. Ella estudió en esta casa de la que han salido tantos grandes actores, actrices, técnicos, dramaturgos y directores que están sobresaliendo en la escena nacional e internacional. Su formación teatral la compaginó con los estudios de Historia del Arte y un Doctorado en Psicología. Toda una vida como profesora, más de veinte años como jefa de estudios y ahora al timón de esta maravillosa nave de locos, repleta de talento y profesionalidad creativa. 

Dolores, que nació en el barrio del Carmen de la capital del Segura, me cuenta: «En mi clase de infantil había un escenario y yo no tenía otra obsesión que estar subida a él. Recuerdo que me dejaron fuera de una representación porque no había más papeles en la obra y eso me marcó, llenándome de una sed de escenario que nunca he perdido», y continúa: «En las clases extraescolares hacía ballet con una muy jovencita Carmen Rubio, que nos enseñaba danza y también bailes regionales. El Teatro era mi juego preferido, tanto en familia como con los amigos, sobre todo en los veranos. Mis primeras clases de teatro fueron con César Bernal. Tras terminar los tres cursos de Arte Dramático, nos inventamos, con Javier Mateos, un curso extra, no oficial, en el que hicimos un taller interdisciplinar de fin de carrera, como si fuera un máster, que aceptó y apoyó el director Juan Ignacio de Ibarra. He tenido la suerte de aprender de grandísimos profesionales como Antonio Morales o Antonio de Béjar, y de tantos y tantos grandes compañeros y magníficos alumnos».

Y hablamos de la evolución, mejora y crecimiento de la Escuela en los últimos treinta años: «Con la Logse cambió todo, fue entonces cuando yo, una veinteañera, empecé a impartir clases, luego ha habido otros planes de estudios y la gran renovación del Plan Bolonia». Disfruto la conversación y siento que Dolores me está dando, con sencillez, toda una lección magistral sobre teatro, arte, educación y nuevos métodos pedagógicos. Es, sin duda, una mujer muy preparada que sigue estudiando e investigando. Le confieso mi admiración por su capacidad de compaginar dos carreras y, a la vez, participar en importantes proyectos teatrales. Tras los cursos de doctorado en Literatura Dramática, luego hizo uno de El actor y el director creativo, en la Facultad de Psicología, desarrollando su tesis sobre la inteligencia emocional en el teatro: «Siempre me ha interesado la psicología de los artistas y los actores, la pedagogía de la actuación…, es un tema apasionante cómo los actores se enfrentan a un personaje o cómo los artistas se enfrentan a su creación», me dice.

Dolores, pese a su dedicación directiva, nunca ha querido perder la conexión con el aula y sigue inmersa en su vocación con la innovación educativa, y me cuenta su preocupación por reforzar el trabajo de los docentes y su interés por la digitalización, y añade: «La enseñanza, también la de las disciplinas artísticas, es mucho más que una mera acumulación de conocimientos y destrezas». Lo que más me sorprende, le confieso, es su empeño por implantar la enseñanza bilingüe en las enseñanzas dramáticas: «No es de extrañar porque en la ESAD preparamos a los profesionales para trabajar en un ámbito que cada vez es más grande: los actores viajan y las series empiezan a venir a España a rodar; aquí también se empiezan a hacer otras, con artistas internacionales, y, por otro lado, cada vez hay más cursos, talleres y clases magistrales online».

Le apasiona su trabajo y está llena de proyectos, solo hay que oírla: «En la ESAD no solo formamos trabajadores del teatro, también nos preocupa la educación de personas, desarrollar el espíritu crítico de los alumnos, hacerlos autónomos para que sean capaces de generar su propio proceso artístico, ser buenos gestores y emprendedores. Para vivir del arte es necesario tener mucha iniciativa, saber estar inmersos en este mundo en que vivimos, un mundo complicado y muy competitivo. Nuestra labor en la escuela es posibilitar que tanto el alumno que se queda en nuestra Región como el que se va a Madrid o a Europa, tenga todas las herramientas necesarias para desenvolverse». Y hablamos de lo rápido que todo ha cambiado, de los cambios que trajo la pandemia y que han venido para quedarse, de la incertidumbre de la crisis económica y la guerra. «Me preocupa el influjo de las redes sociales, hay que saber navegar en ellas sin sucumbir por el canto de sirenas. Me preocupa la salud mental de la gente y de los artistas. Todo ha cambiado tanto que hoy, en un casting, te pueden elegir por el número de seguidores que un actor tenga en Instagram. El artista siempre se ha expuesto en el escenario, ahora también lo hace en internet y una escuela como la nuestra debe ayudar tanto a protegerlos como a que sean libres. Nuestra escuela siempre ha sido y será un espacio de libertad y ello es muy bueno para nuestra sociedad, le moleste a quien le moleste».

Y nuestra conversación se va a la necesidad de la prometida y aún pendiente Ley de Enseñanzas Artísticas Superiores: «Teóricamente estamos en el mismo nivel que la universidad, pero realmente no se nos considera igual en cuanto a medios, recursos o inversión. Lo mejor que tenemos, eso sí, son las ratios, más bajas, lo cual nos da un montón de ventajas pedagógicas». Y sigue: «Lo que más nos importa en la ESAD es la formación integral de nuestros alumnos, como ciudadanos, como agentes culturales y como artistas: arte que repercutirá socialmente en un mundo que va a cambiar muy rápido. No sabemos a dónde nos llevará el metaverso, pero el teatro estará ahí».