La Opinión de Murcia

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Cine

El quijotesco viaje de Chumilla-Carbajosa y El Brujo llega a su fin

El cineasta cartagenero presentará este lunes por fin su última película, ‘El embrujo de Quijat’. Será en el marco de la Seminci, la Semana Internacional de Cine de Valladolid

Un fotograma de 'El embrujo del Quijat'. L. O.

Seis años después de que anunciaran en Murcia sus intenciones, el cineasta cartagenero Juan Manuel Chumilla-Carbajosa y el reputado intérprete cordobés Rafael Álvarez, ‘El Brujo’, presentarán este lunes por fin su proyecto conjunto, la película El embrujo de Quijat (2022). Será en el marco de la Seminci, la Semana Internacional de Cine de Valladolid, que arranca este sábado, y en los Cines Broadway de la capital pucelana, a partir de las 19.30 horas.

Será la primera vez que la película salga del estudio de Chumilla-Carbajosa para proyectarse en sociedad y marcará el final de una dilatada fase de desarrollo que tiene sus orígenes mucho más atrás, en julio de 2004, cuando los dos máximos responsables de esta quijotesca aventura se reunieron en un café del barrio de los Austrias de Madrid. «Me contó que estaba investigando con vehemencia acerca del Quijote y que quería basar su próximo espectáculo teatral en unas pesquisas que lo habían llevado, según él, a hallazgos increíbles», explica el cineasta. 

Un fotograma de 'El embrujo de Quijat'. L. O.

Basándose en el testimonio del propio Cervantes, El Brujo apuntaba una teoría «descabellada»: la posibilidad de que la gran obra de la literatura universal no fuera de autoría exclusiva de Cervantes, sino de un reducido grupo de escritores anónimos, de juglares que recogieron la tradición oral del mito y la fijaron en escritura. «Hasta llegó a sugerir la posibilidad de que el propio Cervantes no hubiera existido tratándose tal vez de un seudónimo colectivo», señala el cartagenero.

«En un principio pensé que aquello era un ejercicio de erudición especulativa, del argumento mismo de su futuro espectáculo, así que no me creí del todo sus argumentos», reconoce Chumilla-Carbajosa, que hace alusión a la característica y continua ambigüedad del discurso del veterano intérprete: «Como si en el fondo, y por deformación profesional, también estuviera ‘interpretando’ ante mí, quizá con la única intención de cautivarme». El caso es que, sea como sea, El Brujo consiguió captar la atención del realizador: «Quedamos pues en seguir hablando del tema y nos volvimos a reunir en más de una ocasión. Pensé que todo aquello bien podría ser la base argumental para una película documental. Y soñé en la posibilidad de poder realizarla algún día». 

En octubre de 2019, quince años después de aquel encuentro, por fin surgió la posibilidad de hacer realidad aquel proyecto cinematográfico. «La idea era aprovechar sus experiencias durante el montaje de aquella obra teatral [Misterios del Quijote] y toda la documentación y los contactos que El Brujo había logrado reunir en todo ese tiempo para realizar una película documental aderezada con un cierto vuelo poético; un filme que, como el propio Quijote, introdujera elementos apócrifos, profundizando, de manera sugestiva para el espectador, en las raíces antropológicas e interculturales del mito, de la mano de un gran actor y factótum como Rafael, cuyo entusiasmo personal por sumergirse hasta lo más hondo en el universo de Cervantes le había afectado creativa y humanamente hasta límites insospechados», explica Chumilla-Carbajosa.

Entre la ficción y la realidad

El resultado es, efectivamente, El embrujo de Quijat, un filme que muestra cómo El Brujo «se enajena tratando de llevar a escena a Don Quijote de La Mancha –según relata la sinopsis oficial–, al igual que Alonso Quijano se volvió loco leyendo libros de Caballería. Su obsesión es demostrar los orígenes árabes de la novela, tal y como el propio Cervantes asegura en el capítulo IX del libro, atribuyendo su autoría a un tal Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo». En medio de todo este delirio, el propio Chumilla-Carbajosa, un personaje más de esta película, «viaja en busca de respuestas mientras El Brujo ensaya su espectáculo con la intención de revelar al mundo sus sorprendentes descubrimientos en torno al mito del Quijote y a una supuesta sociedad secreta llamada ‘Los Caballeros de la Palabra’».

Así, y tal y como detalla la productora Kinos Klan en el dossier de la cinta, «El embrujo de Quijat plantea un singular juego de espejos, donde los lindes de lo vivido y lo fabulado se desdibujan, fiel al estilo narrativo de la novela de Cervantes». De este modo, la película de Chumilla-Carabajosa «sumerge al espectador en un viaje especulativo lleno de sorpresas, desde los espectaculares paisajes de La Mancha hasta Argelia, desde el Monasterio de Silos o el madrileño barrio de Las Letras donde reposan los restos de Cervantes, hasta el morisco Valle de Ricote o la ciudad de Roma».

El cineasta cartagenero también ha querido subrayar una vez más el componente casi único que aporta su protagonista. «Salvo en algunas contadas apariciones, El Brujo no se ha prodigado en la gran pantalla, según él, por falta de proyectos que realmente le sedujeran. Pero su talante quijotesco, tanto en su apariencia física como en su actitud existencial, propician el interés por verle interpretarse a sí mismo, en una película cuyo argumento entronca con uno de sus imaginativos monólogos teatrales Misterios del Quijote, obra ideada en 2016 con motivo de la celebración del cuatrocientos aniversario de la muerte de Cervantes y aclamada por crítica y público», detalla en un escrito el realizador, autor de largometrajes como El infierno prometido (1993) y Amores que matan (1996), donde ya dirigió al carismático intérprete andaluz.

Antón Valén y El Brujo en un fotograma del filme. L. O.

Por cierto, además de El Brujo y el propio Chumilla-Carbajosa, en El embrujo de Quijat intervienen el cineasta y escritor Manuel Gutiérrez-Aragón, la actriz y cantante Esmeralda Grao y el prestigioso montador de cine italiano Roberto Perpignani, habitual colaborador de Orson Welles, Bernardo Bertolucci o los hermanos Taviani, entre otros. Pero, sobre todo, el murciano Antón Valén, uno de los clowns más prestigiosos del mundo, maestro de ceremonias del Circo del Sol y, en esta ocasión, fiel escudero de Rafael Álvarez: El Brujo y Valén –agrega la productora–, aún en otro contexto, componen una de las parejas más afortunadas de cuantos Quijotes-Sanchos podrían imaginarse».

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