Alegre tarde taurina en el coso de La Era en Abarán para festejar a sus patronos, San Cosme y San Damián. Una corrida que fue mucho más vistosa en la segunda parte, donde vinieron todos los trofeos. La tarde cruzó la Puerta Grande.

Se estiró con estilo Paco Ureña ante el primero de la tarde, bien armado y justo de hechuras. En el caballo, recibió un ‘pinchacito’ trasero. Quite por gaoneras muy aplaudido.

Le costó al lorquino meter en la muleta a un toro con mucho peligro y que buscaba los machos a cada muletazo, pero no se arrugó y, a base de entrega y valor, sacó dos o tres tandas por el pitón derecho muy toreras, no tragándose el burel ni una por la izquierda. Cerró con manoletinas y tres descabellos tras pinchar en cuatro ocasiones. Silencio. Saludo capotero en su segundo con siete verónicas de buen son. En el caballo, el toro apretó con fuerza metiendo los riñones. Con ayudados por alto comenzó con la franela para después, asentados los pies, ir destilando majestuosos muletazos en redondo y por la izquierda, llenos de verdad ante un buen toro de La Palmosilla. Concluyó de pinchazo y estocada para cerrar, llevándose dos orejas de justicia.

Mejor presentado fue el primero de Emilio de Justo, sustituto de Morante de la Puebla. Estuvo muy variado con el capote. Quite por chicuelinas. La flojedad del toro condicionó la faena que hubo de ser a media altura, eso sí, con buen gusto destacando un cambio de manos superior. Cerró a pies juntos y con la izquierda de forma muy vistosa. Concluyó con estocada ladeada, obteniendo oreja y petición de la segunda.

Con mucho gas irrumpió su segundo. El extremeño lo atemperó con la seda en los medios. Brindó a Ureña y se fue al centro del anillo, para orquestar un faenón, casi antológico con variedad, hondura y mucho gusto.

Las cosas que pasan cuando concurren toro y torero. Llegó a brotar en el ambiente la sombra del indulto. Concluyó de pinchazo y estocada, consiguiendo desorejar a su rival.

Tomás Rufo no pasó de discreto con su primero, que recibió un fuerte taladro en el caballo. Con la muleta, Rufo no se hizo dueño de la situación hasta los últimos compases de la faena, donde cuajó tres series en redondo extraordinarias, para cerrar con media estocada que fue suficiente. Oreja tras tímida petición.

Con una larga cambiada en los medios saludó al que cerraba plaza. Tras el caballo realizó un quite por ‘delantales’, que levantó al público de sus asientos.

Brindó al respetable, y, de rodillas, inició faena de muleta en redondo, firmando varias series a compás abierto, la primera de ensueño.

Al natural, los muletazos resultaron largos, hondos e interminables, cerrando la faena entre los pitones del toro, como colofón. Concluyó de pinchazo y estocada. Consiguiendo dos orejas y rabo.