La Casa Azul vuelve este sábado a tocar en un festival murciano: en esta ocasión, el B·Side, de cuyo cartel es uno de los principales reclamos. Si en La gran esfera (2019) Guille Milkyway –su principal responsable– volvía a reflexionar sobre la ansiedad, el miedo al futuro y el amor como contundente e irrefutable ganador, ahora admite que en su nuevo disco las cosas se tornan más luminosas. Y es que pocos artistas desprenden tanto entusiasmo por la música como el barcelonés, un compositor único y excepcional que lleva 25 años de éxitos.

Prácticamente has tocado en todos los festivales que hay en la región de Murcia.

Tú sabes bien que no lo digo por decir, pero es que Murcia es para nosotros, para el grupo, un evento casi fundacional. Y, por suerte, ha seguido siendo así con el paso de los años.

Tuvisteis la oportunidad de estar en los Warm Up Days, que fue lo que se pudo salvar en 2021, pero ya antes habíais probado el Warm Up en su versión íntegra. Allí soltaste aquello de que la única revolución posible es la del amor.

A veces parece que este tipo de frases acaban perdiendo su naturaleza, pero es que ésta es verdad. Yo cada vez tengo más claro que es en los lugares que amas, con la gente y las cosas que amas, donde suceden las cosas verdaderamente trascendentes para uno mismo, así que probablemente es ese el único lugar desde el que podemos hacer cambiar nuestro entorno, desde el que podemos protegernos para que no nos quiten eso que es verdadero. Porque para todo lo demás estamos un poco vendidos. Tiendo a decir cosas que se pueden tomar a veces a la ligera, pero yo personalmente creo profundamente en ese tipo de cosas.

¿Cómo llegáis a Molina?

Pues siendo uno más. Con la pandemia superada, decidimos incorporar otra persona al grupo; ahora somos seis en escena.

Estás creando empleo.

[Risas] No, creando empleo no, haciéndome feliz a mí mismo; acercándome a esa idea que tenía hace veintitantos años de lo que yo quería hacer desde que conocí la puesta en escena que llevaba la E.L.O. El ser seis, por ejemplo, permite a Paco Tamarit estar más activo en el escenario (antes tenía que hacer muchas cosas a la vez...). Y luego le hemos dado un push a la parte visual. Bueno, y a nivel musical hemos incorporado más canciones. La verdad es que estoy disfrutando muchísimo de este momento. Y tú sabes que a mí el tema del directo me ha hecho sufrir mucho durante años, pero ahora, cuando estoy ahí arriba, tengo la sensación de que no querría dejar de tocar nunca.

Está claro que lo estás disfrutando mucho. De hecho, estás haciendo un verano de festivales a tope.

Y no solo festivales. Yo sigo disfrutando todo tipo de formatos: al aire libre, en sala, en escenarios más grande, en otros más pequeños... Me lo estoy pasando bien en directo, de verdad. Piensa que yo tengo la suerte de que La Casa Azul es una banda formada prácticamente con los que son mis mejores amigos. Y todos estamos deseando volver a Murcia para encontrarnos con mucha otra gente a la que queremos un montón.

Recuerdo que en el concierto de los Warm Up Days dijiste algo así como: "Algunos ya lo sabéis, pero hace 25 años que aquí en Murcia empezó todo".

Sí. Ya te digo: es como volver a casa. Fue..., no sé si ‘azaroso’ empezar allí, pero tú sabes que en aquel momento toda la escena de Murcia era esencial para mí –a nivel musical, de público, etc.–, y, casualidad o no, fue allí donde tuve por primera vez la sensación de que mi sueño podía hacerse realidad.

Desde luego sigues respirando optimismo y entusiasmo, como en tus canciones. Sucedía incluso en tu anterior disco, La gran esfera, que era algo más oscuro, fruto de una gran crisis sentimental, como contaste en su momento. ¿Cómo estás ahora?

A nivel vital estoy superlleno de energía. Mira, recuerdo que, en plena pandemia, cuando empezaba el segundo mes de confinamiento o algo así, Paco [Tamarit] me dijo una frase aparentemente tonta pero que se me quedó grabada. Yo pensaba: «Es que, Paco, joder, estábamos tan guay y justo llega esta puta mierda…», y él, que es muy sabio, dijo: «Mira, Guille, yo ahora mismo estoy haciendo un arrocito, y mientras el arrocito quede bien sueltito, yo ya tengo suficiente». Fue un momento de decir: «Hostia, es verdad. He perdido mucho tiempo pensando en todas las debacles posibles habidas y por haber, lo que es un gasto de energía, de ánimo y emocional en vano, vacío». Con esto no quiero decir que lo más importante de la vida sea el arroz sueltito, pero el arroz sueltito es importante, porque eso es lo que hace tú estés fuerte y en disposición de poder tomar las cosas verdaderamente importantes de la vida de la mejor manera posible. Así que yo ahora estoy muy así, muy ‘arroz sueltito’.

Pensaba que me ibas a decir, justo antes de que contaras lo del arroz, "entonces fue cuando pensamos: ‘Hay que escribir una canción como No hay futuro’".

Pues la escribí pensando en ese concepto de Paco. Porque, pese a lo que pueda parecer por el título, No hay futuro es una canción optimista. De hecho, conecta con el concepto de La revolución sexual en el sentido de que, por grande que sea la debacle, «tiene que haber algún lugar» en el que... Por supuesto, esta filosofía tiene mucho de elección personal, pero funciona. Es algo así como: "Yo no voy a cambiar mi visión sobre esto, que es catastrófica, pero eso no me va a impedir ser feliz".

Ese título profético valía para la pandemia, pero también ahora para esta crisis energética en la que estamos sumidos, con una guerra, inflación, una crisis económica mundial... Te iba a preguntar si tenía remedio, pero ya me has dado la respuesta.

Es una percepción que tengo ya desde hace años. En La Polinesia Meridional (2011) hay una canción, Europa superstar, que ya narra el derrumbamiento del Estado del Bienestar, algo que ya ha ocurrido... La crisis de 2007, 2008 y años posteriores fue el finiquito de mucha gente. Desde fuera se intentó vender como el fin de la abundancia, el fin de ese ‘vivir más allá de nuestras posibilidades’, pero no, no se ha vivido más allá de nada. Simplemente se decidió terminar con ese Estado del Bienestar. Pero yo he encontrado mi solución particular, que pasa por no dejar que eso incida en mi felicidad.

Con todo los festivales por los que has pasado y por los que tienes que pasar aún, ¿has recuperado ya el impulso de antes de la pandemia? ¿Cuándo habrá novedades?

Ya desde antes del verano estaba enfocando los singles nuevos, y espero que en algún momento del año que viene podamos sacar el disco, y con ello volver a dar un cierto reenfoque a los directos. Aunque hemos llegado a un punto en el que ya estoy pensando en los conciertos de una manera mucho más natural; obviamente sí, podemos pensar en puestas en escenas, en elementos para potenciar emocionalmente el show, la escenografía, etc., pero cada vez pienso más qué tipo de repertorio vamos a llevar, en qué canciones podemos añadir, en cómo vamos a plantear en directo los nuevos temas, que en los añadidos. Y esto igual es lo normal, pero yo antes siempre me centraba más en buscar elementos ajenos a lo musical para dar un cierto sentido a mi propuesta.

Vienes a decir que eras tú mismo quien se ponía palos en las ruedas...

Siempre me ha pasado... Ahí también influye una clara deficiencia mía que es no haber querido dejarme ayudar de alguna manera. Está claro que la solución a todo eso era poderme rodear de un grupo de gente que consiguiera hacer que esto pudiera suceder, rodar y fluir. Y de alguna manera me las he podido apañar hasta ahora yo solo, pero todo tiene un límite... Por ejemplo, solo no puedo hacer un directo como el que yo quiero. Por suerte, poco a poco estoy corrigiendo ese defecto -al menos en lo referente a la parte del directo- y tengo que admitir que lo que hoy es La Casa Azul es mérito de todos ellos.

Decías que para el año que viene seguramente tendrás nuevo disco. ¿Tienes la sensación de que el disco que suceda a La gran esfera va a ser más luminoso?

No lo sé. Es como me siento ahora, desde luego, pero también tengo mis sombras... Pero sí es cierto que quizá no vaya a ser tan introspectivo; quizá he dejado de lado la catástrofe y me he dejado llevar por otras cosas. Así que sí, yo creo que sí que es más luminoso.