Salva Espín Bernabé, dibujante de talento inmenso, tuvo la suerte de pequeño de no tener que esconder los tebeos ante un padre que creyese que eran una pérdida de tiempo. Fue precisamente su padre quien lo inició en el cómic. Quedo con él en su pueblo, El Esparragal, donde me cuenta que siempre se recuerda con un lápiz en la mano, que su padre era un dibujante aficionado que, además, tenía una habitación llena de tebeos y que le dio las primeras lecciones de dibujo a él. Salva es ya un ilustrador importante en el mundo entero y uno de los artistas más reconocidos de Marvel Comics, donde trabaja desde 2007. Ha estudiado Bellas Artes, en la especialidad de Animación, y Máster en Diseño y Producción de Videojuegos. Es, sin lugar a dudas, uno de los embajadores más exitosos de la creatividad regional y todo un espejo donde mirarse los jóvenes creadores y emprendedores españoles, un ejemplo de que es posible, desde un rincón de la periferia, tener el sueño de llegar a la cima y conseguirlo con empeño, trabajo, constancia y creatividad. 

En algunos momentos de la conversación nos acompañan su tío, su padre y su abuelo, a los que se les nota orgullosos del talento de Salva, que, pese a la fama, no ha perdido un ápice de su sencillez y naturalidad, aunque ha ido superando la timidez. De su época en el colegio me recuerda el apoyo de la profesora Mariola Sanz, que lo animaba a seguir dibujando y recomendó que lo matriculasen en estudios artísticos: "A mí me ilusionaba la posibilidad de seguir el camino de los dibujantes españoles de La Patrulla X, yo siempre pensé que era posible ser un dibujante de cómic que pudiera vivir de su trabajo, pese a no ser americano, ese era mi sueño y parece que lo voy cumpliendo", y añade: "En la Facultad de Valencia estudié Animación, pero seguí dibujando y formándome. Pronto me di cuenta que el cómic no es sólo dibujar bien, sino saber narrar una historia. Yo siempre digo que este oficio tiene bastante de artesanía, que es como saber construir y engarzar unas piezas que tienen que funcionar bien".

Mientras hizo la carrera, Espín se presentó y ganó un montón de concursos, como el CreaMurcia, en varias modalidades, no sólo en dibujo, cómic y pintura, sino hasta en la modalidad de cocina. El objetivo era ahorrar para comprar un ordenador. Y me dice, divertido: "La cocina conlleva más responsabilidad que dibujar, no sólo porque puede resultar indigesta, sino porque conlleva la obligación posterior de fregar los platos. Yo creo que gané, sobre todo, porque me presenté con una foto muy artística del plato y una explicación convincente. Luego, cuando tuve que repetirlo en directo, hasta me corté con uno de los cuchillos que me facilitaron", y añade: "Últimamente lo mismo hago directos online dibujando que cocinando. Este año hice un roscón de reyes, que, si hubiera llevado levadura, habría sido de 10. El caso es que soy partidario de la Termomix, que, como en la ilustración, la tecnología no está reñida con la artesanía y lo manual". 

Me va contando cómo en su trabajo lo importante ya no es el dibujo original en lápiz de mina o electrónico, porque luego se va corrigiendo y modificando: "El acto creativo está en la cabeza, las manos o el ordenador sólo son medios, siempre limitados. Yo sueño con un día en que todo lo que me imagino pase, tal cual, a la pantalla, sin intermediación ninguna. Mi cabeza siempre va por delante de la mano".

Me cuenta mil cosas, como los cursos, talleres y másteres que imparte, "que son eventos artísticos, con ritmo, creatividad y arte en directo". Y me cuenta algunos de sus muchos próximos proyectos: El 30 Aniversario de X-Men, el cómic Sargento Resines o la producción de videojuegos. Y me confiesa que está empeñado en crear una empresa en la Región que sea competitiva a nivel mundial y que sería puntera en España y en Europa: "Tenemos talentos aquí y vendrían de otros lados porque el clima es un privilegio. En ello estoy, pero las administraciones son tan lentas…". Es un gran sueño y necesita apoyos.