La versión que Helena Tornero escribió sobre el Paraíso perdido de Milton cerró este jueves la 52 edición del Festival de Teatro de San Javier. Durante el mes de agosto, el municipio ha acogido 15 espectáculos de artes escénicas. Como suele ser habitual en los últimos años, sobre las tablas del Parque Almansa se ha mezclado la tradición con la vanguardia y los grandes presupuestos con los montajes independientes. Han ganado peso lo experimental y el circo contemporáneo, dos vertientes que, según el director del evento, David Martínez, acabarán siendo puntales del ciclo.

A pocas horas de la clausura del festival, ¿qué balance hace?

Muy positivo. En lo cualitativo y cuantitativo. Recuperamos el número de espectadores de 2019, 20.000 almas, aumenta la recaudación de taquilla y casi el cien por cien de la crítica especializada coincide en la gran calidad de la programación del 52 San Javier Fest. Además, hemos conseguido emocionar al espectador. Hacerlo reír y llorar, reflexionar sobre algunos de los grandes problemas que atraviesa la humanidad, y viajar a través de la historia del teatro.

¿En qué ha cambiado la pandemia la forma en que se organiza un festival?

La verdad es que con la vuelta a la normalidad casi todo ha vuelto a hacerse como se hacía hasta 2019. Lo que sí que ha cambiado es nuestra actitud, todo se valora más. La pandemia nos hace vivir el momento con mucha más intensidad y celebrarlo cada vez que se abre o cierra el telón. Es un milagro que las artes escénicas sigan en pie después de estos últimos malditos años.

El público ha respondido.

Sí, y muy bien. De quince espectáculos programados hemos tenido ‘sold out’ tres (Qué Salga Aristofanes, de Joglars, Miles Gloriosus y el concierto de Ariel Rot y Kiko Veneno). Hablamos de más de 1.500 espectadores por noche. La entrada media ha sido de 1.000, y se ha notado menos público en los espectáculos de teatro independiente, menos populares, pero necesarios en la programación de un festival del prestigio del San Javier Fest. Este es el caso de La Infamia o Ladies Football Club. El éxito de público también se ha visto en los espectáculos de calle, donde se han contabilizado más de 1.000 espectadores cada noche.

¿Garantiza algo el hecho de que este festival lleve vivo desde 1969 o a la hora de la verdad hay que pelear cada año como si fuera el primero?

52 años en el mundo aseguran un público fiel año tras año. De hecho, contamos con casi 200 abonados. No obstante, la oferta es feroz y hay que intentar programar con acierto para garantizar año tras año el éxito de nuestro festival.

El festival ha cambiado con los años. Sin ir más lejos, en sus primeros años era un evento de teatro aficionado. ¿Cuál debe ser el próximo paso que afronte?

Comenzó como un certamen de teatro aficionado de carácter local y comarcal, más tarde lo fue a nivel nacional, las compañías profesionales empezaron a sustituir a las aficionadas… Se incorporó la danza, luego la música… Y ahora es el momento de afianzar en nuestra programación otras disciplinas como el circo contemporáneo o el teatro experimental, que ya flirtean con nuestro festival. Iniciar también un ciclo de cine paralelo y tantas otras cosas que nos invaden y que en un futuro no muy lejano esperamos sean una realidad.

Una de las señas de identidad del festival es el equilibrio entre montajes clásicos y otros vanguardistas, obras de mediano y pequeño formato, artistas de fuera y apuestas regionales...¿se llega a depurar ese equilibrio o cuesta mantenerlo?

Cuesta mantenerlo. Cada año la oferta es diferente y hay que trabajar minuciosamente para lograr una programación equilibrada que entretenga y conciencie. Apostar por los clásicos, pero apoyar lo contemporáneo. El teatro necesita una revolución social que también llene de jóvenes las salas y las nuevas tendencias del teatro actual son un pasaje asegurado a ese destino.

También intentan sacar al teatro de los recintos cerrados.

Por supuesto. Ahí se cultivan las bases. Los niños y niñas, sus familias, se suben al barco de las bondades del mundo del espectáculo. Cultivan su educación, desarrollan su imaginación y se conciencian de la importancia del trabajo del artista y lo necesario que este es para construir una sociedad mejor.

¿Qué le falta -si es que le falta algo- al teatro murciano?

El teatro murciano goza de buena salud, pero requiere emprendimiento, imaginación y riesgo, pero para ello debe sentir el apoyo de las instituciones públicas. En la Región hay muchísimo talento, pero a veces no se explota lo suficiente. Apuesto por una colaboración más intensa del sector público y privado para que la profesionalización del sector sea imparable y el teatro de la región rompa sus fronteras naturales y pueda ser exportado al resto del mundo.