Francisca Moya del Baño, Paquita Moya para los muchos amigos que ha ido cosechando en la Universidad de Murcia durante tantas décadas, ha sido la primera mujer en muchas cosas y en variados ámbitos: primera Secretaria del Secretariado de Publicaciones e Intercambio Científico de la UMU, primera Catedrática de la Universidad de Murcia, primera directora de departamento, primera mujer que pronunció un discurso de apertura de curso en la UMU, primera Secretaria General de los Cursos de Promoción Educativa, primera mujer que perteneció a la Junta de Gobierno, primera directora de una revista científica en la UMU, primera directora del Aula de Mayores…

Probablemente ella no lo buscara, pero su presencia en estos puestos y labores hizo algo por lo que debemos estarle agradecidos: el hecho de que todas las que vinieron después eran ya -aunque tarde-, una continuidad de algo que empezaríamos a normalizar.

Nacida en Cieza, Francisca Moya del Baño tuvo clara su pasión por el Latín y la Filología Clásica desde niña. En la Universidad de Murcia, donde desarrolló toda su carrera docente e investigadora, había comenzado en 1965 como profesora ayudante, pasando paulatinamente a profesora adjunta, agregada y finalmente Catedrática.

En 1982 consiguió, junto a otros compañeros, que llegaran a la Universidad de Murcia los estudios de Filología Clásica, creándose posteriormente el Departamento de Filología Clásica de la UMU, hoy todo un referente nacional e internacional en este ámbito. 

El rigor en el trabajo, la seriedad, la profesionalidad científica y la talla humana excepcional, son marcas de la casa de Francisca Moya, que ha sido uno de los valores más sólidos con que ha contado la UMU durante décadas.

Apasionada por los libros, y coleccionista de algunos ejemplares librescos de especial interés, en 2018 hizo patente el amor a su universidad de Murcia donando varios ejemplares de libros de especial valor, entre ellos, un ejemplar de La Eneida, que escribiera Virgilio en el siglo I a.C., en una edición de 1612, en la que el mismísimo Francisco de Quevedo y Villegas hizo numerosos subrayados, e incluyó anotaciones que, para una avezada lectora y destacada investigadora en el tema como la profesora Moya del Baño, aportaban una información valiosísima: «En sus notas hemos podido ver su ingenio, sus pensamientos, su cultura ‘sus gustos’…», comentaba en 2018 a este cronista. El ejemplar permanece en la UMU a disposición de los investigadores desde ese momento

El libro en cuestión había caído en manos de Francisca Moya hacía más de treinta años, regalo de su mentor, el también catedrático de la Universidad de Murcia, Manuel Muñoz Cortés. Tras estudiar sus anotaciones y compararlo con otros apuntes tomados por el autor de Historia del buscón llamado don Pablos, Francisca Moya dio cuenta de que el destino le había propiciado una insólita jugada: tras pasar buena parte de su tiempo buscando ediciones del escritor, el azar se había servido de un común amigo -suyo y también, de alguna manera, de Quevedo-, el profesor Muñoz Cortés para esperar en su propia casa el momento propicio para darse a conocer y entablar una jugosa y emocionante conversación separada por cuatro siglos que supuso, para una fina e informada degustadora de literatura clásica como Francisca Moya, un diálogo absolutamente ilustrativo.