Si quien suscribe hubiera tenido que enviar algún emisario para poner de acuerdo a dos partes irreconciliables, habría enviado sin duda a Francisco Cremades. Su carácter dialogante, su espíritu conciliador, su afabilidad sin medida, eran capaces de acercar las posturas más enconadas.

Cremades, Paco para los que tuvimos la suerte de compartir su amistad, fue catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Murcia, tarea ésta que le absorbió y a la que se dedicó con fervor, como relatan muchos de los alumnos que le conocieron, pero aún le dio tiempo para compatibilizarlo con la gestión universitaria, primero en la Escuela Universitaria de Estudios Empresariales, de la que fue director en el período 1986-2001, después en la Facultad de Economía y Empresa, y por fin en la Escuela Universitaria de Turismo, de la que fue también director. 

Era un melómano excepcional, como demuestra el hecho de que llegó a ser presidente de la Asociación Prómusica de Murcia, promoviendo el interés por la música allá donde iba. Recuerdo a Cremades como el colmo de la organización más sistemática cuando le pregunté por algunas actividades culturales organizadas por el colegio Mayor Ruiz de Alda, en el que residió durante la segunda mitad de los 50, y de cómo era capaz de encontrar programas de aquellos tiempos tan lejanos de un día para otro. Francisco Cremades fue jefe de estudios de aquel colegio mayor Ruiz de Alda, situado en el barrio del Carmen, en la primera mitad de los 60 y subdirector del Centro entre 1965 y 1969. Hace unos años me comentó un procedimiento curioso que durante algún tiempo se llevó a cabo en el Colegio en un tiempo especialmente difícil económicamente: cada semana se pagaba la entrada para una película de interés a dos colegiales para que la comentaran posteriormente entre los interesados. Exactamente igual que un cine forum, pero en ausencia de la película. Buen procedimiento para tiempos de crisis, sin duda.

También me recordaba Cremades otra iniciativa del Ruiz de Alda: las proyecciones durante los meses de mayo de diversas cintas cómicas, especialmente de Stan Laurel y Oliver Hardy, «con el único objetivo de que sirvieran de un momento de distensión para los colegiales en pleno período de exámenes», un método infalible.

Murió en los últimos días de marzo de 2020, cuando el coronavirus atacaba con toda su fiereza, y nos dejó huérfanos de su presencia a sus numerosos amigos.