Desde hace décadas, para quien esto escribe, recordar al profesor Ángel-Luis Pujante es recordar a Shakespeare. Hace ya 37 años que Pujante comenzó en la Universidad de Murcia una labor ingente: traducir el teatro completo de Shakespeare. Y poco a poco lo va consiguiendo. Este cronista ha tenido la suerte y el privilegio de haber leído buena parte de la obra del mejor dramaturgo de todos los tiempos en y gracias a sus traducciones. Y no he dudado en decirle algo que me agradeció sinceramente, pero que era absolutamente cierto: que sus versiones me habían reconciliado con el escritor de Stratford-upon-Avon y me lo habían hecho sentir como era: cercano, brioso y lleno de pasión.

Ángel-Luis Pujante siempre ha sabido que la traducción es problema de equilibrio y de fidelidad: equilibrio con la lengua de la que parte y a la que se vierte ese texto, y fidelidad a los textos originales. El catedrático (hoy jubilado pero lleno de proyectos en los que se dan cita varias nuevas traduciones) de Filología Inglesa de la Universidad de Murcia, considerado el más reconocido especialista en Shakespeare de nuestro país, sigue brindándonos la oportunidad de acceder a la obra shakesperiana en versiones meticulosas (él lo es en grado extremo), cuidadas y primorosamente traducidas por él.

Lo recuerdo a finales de los 80 acudiendo al cine club universitario en busca de fotos de alguna versión cinematográfica de Julio César para incorporarla a su traducción. O acudiendo a los servicios de comunicación de la UMU en los 90 para informarnos de que había ganado un pleito por plagio al mismísimo Manuel Vázquez Montalbán, por copiar literalmente casi la mitad de la traducción de Pujante, circunstancia por la que Vázquez hubo de pagar la cantidad de tres millones de pesetas de aquel tiempo.

Fiel a un concepto extremadamente riguroso y exigente de la traducción, su meta es sencilla de explicar: intentar que la obra vertida al español no suene a traducción y que sea lo más natural posible, algo extremadamente complicado si tenemos en cuenta que nos referimos a uno de los literatos con mayor riqueza de lenguaje que ha dado la literatura, pero que el firmante de este escrito puede asegurar que ha conseguido.