A Murcia llegó Consuelo a comienzos de 1983 procedente de la Universidad Complutense de Madrid, donde había sido becaria de investigación, ayudante de clases prácticas, profesora de clases prácticas, y donde había realizado y leído la tesis doctoral.

Cuando la joven Consuelo Álvarez estudiaba en su Asturias natal no pensaba que la Filología Clásica sería su vida en el futuro. Sí estaba convencida de que se decantaría por las Letras, por lo mucho que le gustaba leer ya desde pequeña. Y pronto fue realizando otros descubrimientos que irían apasionándola y encauzando su caminar académico: «Cuando comencé a estudiar latín me gustó, y además vi que tenía facilidad para traducirlo y entenderlo, pero mi gran impulso fue el griego, ese idioma me deslumbró».

En PREU, cuando se traducía la Ilíada de Homero del griego y la Eneida de Virgilio en latín, el enamoramiento se convirtió en pasión: no sólo le entusiasmaban las historias que contaban aquellos textos, sino también lo maravillosa que era aquella lengua con la que habían sido plasmados. Le subyugaron los poetas de la época de Augusto, y Homero, y la tragedia griega… Hizo la tesina sobre Mitología, y comprendió que ese camino le permitía no abandonar el griego, y eso es lo que ha hecho durante toda su vida. 38 de esos años en la Universidad de Murcia.

Si se le inquiere sobre qué nos puede enseñar la Mitología a los ciudadanos del siglo XXI, parece una ametralladora de ofrecer razones: «Por un lado, puede ser una explicación del mundo; por otro, no se entendería la Literatura, la Música, la Pintura… si no hubiera sido por esas creaciones maravillosas que primero fueron transmitiéndose de forma oral hasta que se codificaron en a Ilíada y la Odisea». Mis pro

Tiene claro que la literatura griega mitográfica y las creaciones latinas posteriores han dado lugar a que toda la civilización occidental tenga como uno de sus pilares los relatos fantásticos de los mitos antiguos junto con la literatura contenida en la Biblia. Asegura que la literatura clásica nos engrandece la mente, y repite una y otra vez que «ahí están las bases del Derecho, de la Civilización, de la Democracia, del comportamiento humano, de la solidaridad, de la tolerancia, y también del odio, del enfado, de todo lo que es, en fin, la vida humana».

Por eso le subleva cuando se habla de quitar horas al estudio de la Filosofía, del Griego o del Latín: porque «todo ello está en la base de nuestro pensamiento y de nuestra lengua», y si no nos apoyamos en ellos, «nos deshumanizamos». Así es, por eso confiamos en que tus reivindicaciones y las de tu compañera Rosa María Iglesias y las de otras muchas personas sigan siendo escuchadas.