Todas las muertes tienen algo de extemporáneo. De fuera de lugar. De Ilógicas. Y, desde luego, de injustas. Pero la noticia que corrió como la pólvora aquel 5 de abril de 2018, dejó consternada a toda la comunidad de la UMU. Sobre todo a aquellas decenas de personas que habían trabajado, se habían saludado o se habían cruzado con Bernardo Cascales Salinas durante los últimos años en su facultad de Matemáticas o en el edificio de la Convalecencia y sus alrededores.

Parafraseando la más famosa frase de Tolstoi, podríamos decir que todas las vidas se parecen, pero que la ausencia definitiva de un ser humano deja en cado uno de los que nos quedamos un hueco distinto. Y probablemente así fue, aunque el hueco dejado fue lo suficientemente grande en cada uno de los que lo conocieron como para ser imposible que se llenara en mucho tiempo.

En el caso de este cronista, su ausencia dejó huérfana aquella posibilidad, reiterada en cada uno de nuestros encuentros durante meses, de emprender una campaña de comunicación en el terreno de las relaciones internacionales en la Universidad de Murcia.

La ironía y el sentido del humor de Bernardo se abrían paso entre la extremada precaución que ponía por ser afable con sus interlocutores, especialmente con los que estaban a sus órdenes o dependían de su gestión. Me consta que esta premisa era una de las que más le preocupaban en su relación con la gente. Aunque esto no quiere decir que no porfiara lo indecible cada vez que pensaba que la razón estaba de su parte.

Mirándole era fácil entrever en sus ojos, casi siempre risueños, a aquel joven que debió ser en los tiempos en que estudió bachiller en el instituto Francisco Salzillo de Alcantarilla. Unos tiempos en los que todo estaba por llegar. Y de ese modo pensó siempre, en cada momento: que quedaba mucho, que casi todo estaba por vivir y por hacer. Y este cronista lo recuerda así: planificador y esperanzado, hasta en los últimos momentos en los que se cruzó en mi camino.

Amante de los coches, aún recuerda este cronista su pasión por los Tesla, y lo bien que hablaba de su tecnología. En el ámbito estrictamente docente, siempre se preocupó de ser un profesor cercano, intentando estar siempre accesible para sus alumnos.

Nacido en Murcia en 1958, Bernardo estudió Matemáticas en la UMU en la segunda mitad de la década de los 70, realizando a continuación el doctorado en la Universidad de Valencia con el profesor Manuel Valdivia, una autoridad mundial en Análisis Funcional. Sus profesores le recuerdan como un estudiante aventajado y un investigador riguroso al que le gustaba profundizar en su campo: el Análisis Funcional, un ámbito en el que se convirtió en una auténtica referencia a nivel internacional, publicando numerosos artículos en las revistas más punteras del mundo.

En las décadas siguientes adquirió una amplia experiencia docente e investigadora. catedrático de Análisis Matemático de la UMU, fue profesor visitante en Universidades de Columbia y Ohio, y editor de varias revistas de investigación. Fue vicerrector de Coordinación e Internacionalización del equipo del rector Orihuela, en el que permaneció más de tres años. Con toda seguridad, ese espíritu inquieto que fue Bernardo, habría tenido mucho que decir en la Universidad de Murcia en las siguientes décadas. En su ámbito más estrictamente académico e investigador, en el que tanto aportó en forma de clases, artículos, libros y ponencias. Y también en el de la gestión, donde demostró siempre gran capacidad de trabajo y una fina intuición organizativa. Pero con sesenta años, hace poco más de cuatro, se nos marchó. Y lo hizo pergeñando futuros, haciendo planes y estableciendo pautas de funcionamiento, con las botas del trabajo, de la ilusión y del porvenir puestas.