La Opinión de Murcia

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Arte

El cierre definitivo de Chys

El Museo Ramón Gaya acoge el acto de despedida de la histórica galería, que estuvo guiado por Rafael Fuster, el pintor Enrique Nieto y el propio Manolo Fernández-Delgado, su histórico director

Manuel Fernández-Delgado posa durante el acto en el Gaya con un recuerdo de la galería. | JUAN BALLESTER

La convocatoria era calurosa en todos los sentidos. En el Museo Gaya, su exdirector, Manuel Fernández-Delgado Cerdá, nos hablaría de la historia de su casa, la Galería de Arte Chys, que cierra sus puertas de forma definitiva a finales de mes. Una historia amplísima de amistad y arte, formidable. Un trabajo que se extendió en favor de los artistas, de los escritores, de las artes en general, del escaparatismo, desde que en 1951, don Manuel Fernández-Delgado Maroto, su padre, abriera un comercio para estas disciplinas, la decoración y el diseño, en el número 34 de la murcianísima calle de Trapería, frente al Real Casino, y después de un disgusto de los de la época, por difundir la obra poética de García Lorca en una emisora de radio local.

Desde esa fecha surgió un mecenazgo fructífero. Con frecuencia se ‘desnudaba’ el local de muebles y objetos y se hacían exposiciones de pintura o escultura de forma altruista, cediendo el espacio gratuitamente y sin comisiones sobre las ventas. De aquellos autores que pudieron enseñar sus trabajos, la galería hizo una colección de obras sobre la catedral de Murcia que, finalmente, ha sido donada al Museo de la Ciudad por doña Dolores Cerdá Ruiz-Funes. Es también la época en que se crean los Premios Chys que se otorgan anualmente a artistas destacados durante esa temporada. La nómina es larga y suficientemente elocuente.

Don Manuel fallece en marzo de 1971 y es al año siguiente cuando su hijo mayor, con su madre y hermanos, deciden seguir el trabajo como galería de arte, habilitando para ello los sótanos del local. Comienza una etapa llena de éxitos artísticos que toda Murcia, en general, reconoce, y en particular, el numeroso público que llenaba el Gaya el pasado miércoles. Un sinfín de acontecimientos que sería imposible traer aquí al detalle. Sí dejar constancia de su importancia y nivel a través de algunos de sus grandes hitos: aquella magnífica antología sobre los Artistas Murcianos de la generación de los años 20-30, con edición de catálogo, hoy incunable. El cincuenta aniversario de la publicación de Verso y prosa, en reedición mejorada con textos inéditos de Ramón Gaya y Juan Guerrero, entre otros. O la participación de la galería en las ferias de Arco ‘84 y ‘85 y en la primera bienal de Zaragoza.

Por su sala desfilaron anualmente las obras de Molina Sánchez, su «benefactor», en palabras del propio Manolo Fernández-Delgado. Ellos también y tan bien buscaron la recuperación de Gaya a través del crítico Enrique Azcoaga. El resultado es conocido: diez magníficas exposiciones individuales del maestro. Son innumerables los trabajos y el listado de acontecimientos artísticos: el ciclo ‘Por una identidad de la Ciudad’, ‘Murcia a Carpe’, el homenaje a Mariano Ballester, su exposición sobre Los derechos del niño... Tan solo son algunos ejemplos. Y todos ellos, acompañados de ediciones muy cuidadas y textos de los mejores escritores. Tampoco descuidó, la galería, mirar con altura la mejor pintura española (recuerdo la muestra espléndida de Gregorio Prieto), y capítulo aparte merecería su labor escaparatista, sumándose a la actualidad cotidiana.

Aquel sótano magnífico de Chys sufría de forma constante las inundaciones provocadas por las lluvias y el nivel freático de Murcia, y hubo que instalar la sala de exposiciones en el fondo e interior de la planta baja. Llega entonces la dirección a cargo de Leonor, primero, y de María del Mar Fernández-Delgado, después, siguiendo los éxitos y la línea de exposiciones memorables. Hasta la fecha.

En la charla del Gaya, presentada por su nuevo director, Rafael Fuster, y por el pintor Enrique Nieto, hubo emoción. La nostalgia cotiza a la baja, sí, o no. Se dice que todo es futuro. Pero el pasado ahí queda para recordarlo y revivirlo. Dijo Manolo que la mejor herencia recibida de sus padres fue la amistad. Por eso la rúbrica final de la tarde, textual, de sus palabras, fue: «Lo mejor de Chys son sus amigos». Es cierto, o no, corroboro, lo mejor de Chys ha sido, es, un trabajo honesto, sacrificado y brillante, generoso e inmenso, un ilimitado amor por Murcia y sus gentes, y eso ya es indestructible. Gracias de corazón.

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