La Opinión de Murcia

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El show de Samsa

Pequeño museo de historia inventada

Libro 'Los espejos venosos'

El autor serbio Milorad Pavić es conocido, sobre todo, por su Diccionario jázaro. Un libro inclasificable que enhebra la fantasía y la historia, que puede leerse como una novela de aventuras, un juego, un manual cabalístico o un tratado de historia sobre el pueblo jázaro.

En los cuentos recogidos en la antología Los espejos envenenados, seleccionados y prologados por Goran Petrović, detectamos los temas que preocupaban al autor serbio y esa mixtura entre lo fantástico y lo histórico. En casi todas las historias hay una fusión sutil entre realidad y ensoñación, entre crónica y leyenda, entre intuición y conocimiento. Historias que parecen en ocasiones atravesadas por el recuerdo y la nostalgia del narrador, y que se presentan como un cruce de relato autobiográfico, confidencia íntima y cuento popular. Aunque por algún u otro motivo, descubrimos que el autor se deja llevar por la imaginación y por el placer inteligente de contar una historia redonda, y que la realidad es solamente un reflejo tenue en la fantasía.

Hay en esta deliciosa antología amores universitarios en los que el juego y el engaño participan a partes iguales. Hay tiempos distantes que se enfrentan, como en un espejo deforme, confrontando el pasado y el presente, lo que pasó y lo que pudiera haber pasado, el deseo y lo cotidiano. La realidad histórica y el mito fabulado confluyen. Historias de destinos se cumplen misteriosamente porque, comprendemos, el tiempo es irreductible. O al contrario. Descubrimos que en la literatura de Pavić todo es posible y el tiempo es concebido como una sustancia maleable que fluye en todas las direcciones.

El placer de estas historias, que parecen emular los relatos orales, estriba en el juego voluptuoso de la imaginación y el arraigo al relato íntimo de sucesos ‘personales’. Sucesos en los que los sueños cobran la textura de hechos reales y la realidad se difumina como en una ensoñación. De hecho, lugares como Belgrado son mitificados y descritos como espacios ilusorios en los que la leyenda hace que las épocas se superpongan y converjan.

Hay en las historias aquí recogidas una acumulación de sabiduría popular. Como si el autor, a través de sus fantasías literarias, quisiese coleccionar (e inventar) una saga. Una épica familiar y nacional. Una idea que quizá quedó patente en su célebre Diccionario jázaro.

Y también demuestra el autor ser depositario de una tierna ironía. Un afilado sentido del humor que hace que la solemnidad de algunos acontecimientos narrados sea relativizada, convirtiendo estos relatos en verdaderas joyas literarias. Por ejemplo, un relato escrito en tercera persona sobre un tal Milorad Pavić cuyos cuentos, al ser contados, provocan la muerte de aquellos que los escuchan. O el cuento que da título a la antología: una deliciosa historia de venganza, revelaciones y confusiones en la que el espejo actúa como metáfora y catalizador de uno de los temas más emblemáticos de la literatura: el doppelgänger.

Estas historias, de carácter semiautobiográfico y a la vez de potencia fantástica, son un inigualable corolario del bello juego entre realidad y ficción al que nos somete el autor a lo largo de su obra. Un conjunto de relatos memorables que sirven para señalar la original e inconfundible voz de un maestro.

Un museo de pequeñas obras de arte que recorre los acontecimientos de una Historia inventada.

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