La Opinión de Murcia

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Entreletras

Los textos literarios de Luis Buñuel

Luis Buñuel visto por Salvador Dalí.

La editorial Cátedra, en su veterana colección de Letras Hispánicas, ha publicado una interesante recopilación de la obra literaria de Luis Buñuel (Calanda, 1900-Ciudad de México, 1983), con el título de Obra literaria reunida, que ofrece toda su obra literaria, escrita entre 1922 y 1925, compuesta de poemas, relatos breves e hiperbreves, una sorprendente incursión en la dramaturgia y diversos ensayos sobre el cine.

Con toda seguridad, esta estupenda edición, al cuidado del catedrático de Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra Jordi Xifra, marcará un hito en el conocimiento de una de las actividades más interesantes llevadas a cabo por Luis Buñuel, preterida lógicamente por la importancia de su obra cinematográfica, que lo ha convertido en el más internacional y respetado de nuestros directores. No es inocente que Buñuel se formara como artista, y también como escritor, en el ámbito de la Residencia de Estudiantes, donde coincidió con Federico García Lorca, Salvador Dalí y el célebre Pepín Bello, con quien acabaría firmando una pintoresca versión del Hamlet de Shakespeare. La recopilación que realiza Jordi Xifra nos permite acceder a los trabajos literarios de Buñuel en su época de formación y a su evolución como creador literario tanto de relatos como de poemas dentro de la más estricta y agresiva vanguardia histórica, que podemos constatar en esta edición en su paso de las influencias del ultraísmo y del creacionismo primeros al surrealismo, en el que acabaría por convertirse en un maestro, desde luego en el arte fílmico.

Junto a la tragedia cómica Hamlet, compuesta junto su amigo de la Residencia de Estudiantes Pepín Bello en torno a 1927, el lector hallará en esta edición textos muy originales. Así, en el marco de la influencia ultraísta, y publicados en las revistas más prestigiosas del movimiento, conocerá relatos como Una traición incalificable, Instrumentación y Suburbios, sin olvidar El ciego de las tortugas o Por qué no uso reloj. De su etapa surrealista son relatos como Una jirafa, La agradable consigna de Santa Huesca, La descomunal batalla de las catedrales y las vagonetas, o los poemas como Bacanal, No hay Dios o El arco iris y la cataplasma. Se completa la colección de textos con los ensayos cinematográficos sobre Menjou y críticas de películas como Metrópolis, de Fritz Lang, Napoleón, de Abel Gance, y El colegial, de Buster Keaton, textos bien conocidos desde su publicación en las revistas literarias más difundidas de aquellos años.

El editor, Jordi Xifra, realiza valoraciones de todos estos textos, los documenta y los estudia como obra de un artista inmenso que trasmitió a sus escritos muchas de las claves de su originalidad como director cinematográfico. Justamente, de las informaciones que facilita Xifra al lector, se comprueba que algunos de estos textos, no todos, se publicaron en las revistas más significativas de la vanguardia histórica: del ultraísmo, como Vltra, Horizonte o Alfar; o posteriores, como La Gaceta Literaria y Cahiers d’Art. Otros proceden de diferentes manuscritos o se dieron a conocer en distintas recopilaciones. Importa también señalar que Buñuel empezó muy pronto a dar a conocer sus creaciones narrativas y poéticas porque ya en febrero de 1922 colaboró en la revista Vltra. Aunque su época más brillante es a partir de 1928 cuando da a conocer sus textos más nítidamente surrealistas.

La lectura actual de estos textos de Luis Buñuel nos devuelve la obra de un escritor muy original que, desde muy joven, maneja el lenguaje con una plasticidad singular basada en un constante uso de las imágenes visionarias y las metáforas insólitas, procurando desplegar en sus representaciones una acción visual llamativa, con especial cultivo de la escenografía y del manejo de la imagen. No hay duda de que entre este estilo suyo, creado desde el principio, y su producción cinematográfica inicial se establece una relación que cualquier lector advertirá sin dificultad, y eso ya desde los primeros textos que marcan un estilo y crean un idioma personal con su propio vocabulario: estética rupturista, recamada de las metáforas más atrevidas, de las personificaciones más sugerentes y de las imágenes y visiones asombrosas, que anuncian sus futuras visiones neorrealistas dotadas de un expresionismo muy original, mientras los ambientes se apartan de lo habitual para encontrar espacios insólitos tanto desde el punto de vista social como estético o literario. Como bien advierte Jordi Xifra, la literatura de Buñuel se fecunda «por un pronunciado anarquismo que nos traslada a los laberintos de la imaginación y de los arcanos del sueño por diferentes sendas donde acaban imponiéndose las del deseo, la religión y la muerte». Lo cierto es que esa savia onírica generará un corpus tan convulso, virulento y oscuro como libre, único y singular.

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