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Paco López Mengual Escritor

Paco López Mengual: "Yo para escribir tengo que estar enamorado de la historia; no hago esto por oficio"

El novelista molinense acaba de lanzar con La Fea Burguesía su último libro, ‘Espinosa Pardo, historia de un confidente’, un trabajo de 12 años dedicado a relatar la historia de su obsesión con un murciano que daría para una película (y unas cuantas secuelas)

Paco López Mengual en su mercería.

No exagera Paco López Mengual (Molina de Segura, 1962) cuando dice que José Luis Espinosa Pardo era «el murciano de mil rostros». Militante del PSOE durante los años de la Transición y secretario general de la UGT en la Región, también estuvo exiliado en Argelia –donde fue teniente del Frente de Liberación Nacional– y miembro de varios grupos armados, entre ellos los GAPO y el FRAP. Pero si por algo es recordado es por ser el principal responsable del atentado contra el disidente canario Antonio Cubillo. Aquello fue en 1978 y, desde entonces, el escritor y mercero molinense anda «obsesionado» con su historia. Lo bueno es que, desde hace unas semanas, quien comparta su interés por este extraño personaje puede leer sus hallazgos en Espinosa Pardo, historia de un confidente (La Fea Burguesía, 2022), un libro que vio la luz hace apenas unas semanas; forjado a base de encuentros con, entre otros, su protagonista, y que se acoge a la tradición de la novela de no-ficción.

Tengo la sensación de que últimamente está dando salida a muchas historias que esperaban perdidas en su memoria...

Sí, yo también lo pienso. Tengo la teoría de que la mayoría de historias que desarrollo vienen (directa o indirectamente) de mi infancia y juventud, de la adolescencia. Quizá son cosas que en su momento parece que caigan en saco roto, pero con 50 y tantos empiezan a salir de nuevo a flote a modo de inspiración, de relato o, como en esta ocasión, de obsesión.

¿Recuerda cuándo se topó por primera vez con el nombre de José Luis Espinosa Pardo?

¡Claro! Tendría yo unos 16 años. Fue en el año 78. Un buen día, leo en el periódico que ha habido un atentado contra un disidente político, un independentista canario llamado Antonio Cubillo. En aquel momento, en el que había muchos grupos terroristas activos, algo así tampoco era demasiado llamativo, pero poco tiempo después me enteré de que el responsable de aquello era Espinosa Pardo, un tipo muy conocido en Murcia: secretario general de la UGT, miembro de los GRAPO y el FRAP... En definitiva, un personaje oscuro, poliédrico. Aquel hombre se me quedó ahí, clavado en la memoria. Y, de repente, en 1982, vuelvo a ‘encontrarme’ con él en el periódico, respondiendo a una entrevista desde la más absoluta clandestinidad. Porque, claro, Argelia [donde tuvo lugar el atentado] le había condenado a muerte. 

La historia, desde luego, tiene muchos puntos de interés, pero, ¿qué fue lo que le enganchó tan obsesivamente a ella?

[Suspira] En aquella época me interesaba mucho la política. Piensa que estábamos en los primeros años de la Transición, y que a duras penas se había logrado convocar unas elecciones en el año 77. Aquellos fueron días, meses, años de gran efervescencia política, sobre todo entre los jóvenes (como era mi caso). De hecho, por aquellos años yo militaba en la ORT, un partido de tendencia maoísta, con lo que todo este tipo de noticias enseguida captaban nuestra atención. Pero, como te decía, lo que más me impactó no fue el ataque en sí, sino quién lo había perpetrado. Porque no había sido un militante de base, sino el secretario general de un sindicato importante. Quiero decir: no es que se les hubiera colado alguien pasado de vueltas, sino que fue el propio jefe de la UGT en Murcia quien organizó el atentado. Quería saber por qué y, especialmente, quién era realmente este Espinosa Pardo.

Y el resultado de esa obsesión es este libro, que, evidentemente –y aunque tiene algún pasaje ficcionado–, está basado en hechos reales; algunos, perfectamente contrastables. ¿Cómo se ha enfrentado a esta narración?

Desde la no-ficción, que a grandes rasgos no deja de ser un género literario con un cierto toque periodístico. Porque yo no quería que este libro se convirtiera en un documento histórico, ni en una biografía; yo no soy historiador ni periodista, soy escritor, y mi intención fue en todo momento escribir una novela. Además, desde que leí A sangre fría (Truman Capote, 1965), que es la obra con la que nace la no-ficción, este es un género que me gusta mucho. Creo que porque cada vez me interesan más las historias reales, como autor y como lector. Y lo bueno de esta tendencia es que, como dices, deja un cierto margen a la ficción, lo que me da cierta libertad para la recreación.

Se obsesionó con esta historia de crío, pero ¿cuándo empezó a escribir este libro?

Es curioso: yo estaba escribiendo Ejecutar a Otto Maier (2018) cuando me di cuenta de que muchas de las historias ficticias que contaba en ese libro estaban basadas en esta otra historia real. De hecho, un personaje de aquel estaba directamente inspirado en el propio Espinosa Pardo. Y aquello digamos que reavivó esa vieja obsesión por este personaje. Empecé a investigar, a recabar datos sobre él y, cuando más buscaba, más encontraba y más me interesaba; hasta el punto de que casi que dejó de interesarme el libro que estaba escribiendo en ese momento [Risas]. Fíjate si me volqué con esta historia que, cuando empecé a escribir, lo hice sin saber siquiera si él seguía vivo. Calculaba que tendría unos ochenta y tantos y, después de una vida tan difícil, no las tenía todas conmigo... Pero sigo recopilando información, dándole forma a los datos que voy consiguiendo y, un día, el periodista Chimo García Cruz –que fue quien le hizo aquella entrevista que mencionaba antes– me dijo le había visto por Murcia. 

Y lo buscó y encontró.

Después de mucho buscar, sí. Este libro es, de hecho, el resultado de muchos cafés y cervezas juntos.

Supongo que le ayudó a contrastar su documentación...

Obviamente. De todas formas, este libro está basado en gran parte en su propio testimonio (insisto en que no quería hacer un documento histórico). Por tanto, podría decirse que es más un trabajo sobre la memoria. Porque ya sabes tú que la memoria es muy moldeable (tanto la suya como la mía, que yo me meto en el libro como un personaje más), y tendemos a adaptarla en función de lo que más nos interesa.

"Cada vez me interesan más las historias reales, como autor y como lector

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De hecho, sobre todo, es la historia de su obsesión. Al final, este libro no deja de ser un relato de todos estos años de investigación y, por tanto, de su propia gestación.

Sí, claro. Y cuento anécdotas personales de aquellos años y ciertas circunstancias que han rodeado el proceso. Por ejemplo, hablo de un personaje al que conocí en mis tiempos en la ORT y que conoció a Espinosa Pardo en la cárcel. Él estaba allí acusado de querer volar el pantano de El Cenajo junto a Andrés Hernández Ros y, tiempo después, ya libre, fue quien nos habló de este José Luis. Pero cuando hace unos años intenté contactar de nuevo con él –es el único personaje del libro que no aparece con su nombre real–, me topé con su esquela en el periódico. ¡Era como una novela de Graham Greene! [Risas]. Porque también debo decir que otra de las grandes influencias de este libro es el cine, y, en concreto, Ciudadano Kane: en esta película son los personajes que le conocieron quienes van construyendo al protagonista, y, en parte, así procedí yo también.

Por todo ese trabajo de documentación previa a la escritura, ¿puede ser este uno de los libros que más le ha costado escribir?

Pues sí. Justo el otro día revisaba en mi ordenador los primeros documentos que guardé sobre este caso y estamos hablando de un trabajo de 12 años. Con algún parón de por medio, sí, pero es muchísimo tiempo...

Supongo que es precisamente esa ‘obsesión’ que reconoce la que le impidió tirar la toalla.

Pero lo pensé varias veces, ¿sabes? De todas formas, estoy acostumbrado a ese tipo de situaciones: casi siempre se me ‘caen’ las novelas varias veces antes de publicarlas. Porque yo para escribir algo tengo que estar muy enamorado de la historia; no hago esto por oficio. Hay ocasiones en las que llevo un texto muy avanzado y, de repente, pienso que es una gilipollez y lo abandono. O lo dejo en un cajón y luego lo recupero, que es lo que me ha pasado con este. Además, ya no solo era el tiempo o la cantidad de información, es que Espinosa Pardo era un hombre muy disperso: estabas hablando con él de los GRAPO y, de pronto, pasaba al PSOE o se retrotraía a su infancia. Y yo en nuestras charlas no llevaba grabadora ni tomaba notas, con lo que recordarlo todo y luego, encima, ordenar sus propios recuerdos fue un trabajo titánico.

Pero ha logrado descubrir quién era Espinosa Pardo. Cuando pienso en él, a mí enseguida me vienen a la mente nombres como los de Francisco Paesa o, incluso, el comisario Villarejo.

Totalmente. Antonio Rubio, que fue subdirector de El Mundo y el último al que entrevisté para este libro, le compara con todos ellos; también con el pequeño Nicolás. Al final es gente que, en esencia, intenta estar muy cerca del poder pero en segundo plano; que manejan mucha información en beneficio propio pero que no se mueven solamente por dinero (esto es importante). Rubio decía que, ante todo, este [Espinosa Pardo] buscaba el abrazo de gente poderosa (de Felipe González, por ejemplo).

Porque fue militante del PSOE.

Sí. Delegado en el mítico congreso socialista de Suresnes, de hecho. Y el primer condenado de España por ‘guerra sucia’, antes que los GAL. Es más, desde el PSOE le dijeron que se entregase, que lo iban a arreglar para que apenas estuviera un par de meses en la cárcel, pero justo salió todo este tema [los GAL] y se olvidaron de él. Bueno, no: le pusieron a Rodríguez Menéndez como abogado, pero más que para defenderse, para quitar al partido de en medio.

Y luego está lo de los GRAPO...

Él tuvo un papel clave en su desmantelamiento definitivo. Y eso que era el que hacía las bombas (había recibido instrucción en la Yugoslavia de Tito)..., pero también confidente de la policía. Claro, imagínate cuando le mandan que alquile un piso en el que hacer una reunión a la que iba a asistir toda la cúpula de las GRAPO... Detuvieron a 20 y no sé si eran 22. Se dice que luego los que quedaron libres llevaban siempre consigo una bala por si se lo encontraban... Y también estuvo en el Frente de Liberación Nacional de Argelia, etapa por la que tiene otra pena de muerte pendiente en Francia.

Un tipo de San Javier...

¡Un hombre normal! Pero eso es lo que me atrae de esta historia: a simple vista, era poco más que un carpintero (que es a lo que se ‘dedicaba’), pero es un murciano con una vida de novela. 

Hay un tema en el libro que genera cierto debate entre quienes le conocieron... ¿Usted considera que Espinosa Pardo era realmente de izquierdas?

Él se consideraba un revolucionario como el Che. Había sido guerrillero en Argelia, siempre se había puesto del lado de los más debiles... Realmente creía en la revolución, y con los GRAPO pensaba que lo iban a conseguir. Así que... ¿era de izquierdas? Sí, pero tenía muchas contradicciones, como todos. 

Una última cosa, Paco: esta historia, más que luz, arroja algunas sombras sobre la Transición y cómo se desarrollaron las cosas durante aquellos años.

Sí. Es una novela que puede ser incómoda para cierta gente... Sobre todo, para los servicios policiales y el PSOE. Sin ir más lejos, en ella se narra cómo el partido se monta prácticamente a base de talonario: cogen a unos cuantos sindicalistas (Bordes Vila, Paco Vivas...) y les triplican el sueldo para dedicarse enteramente al PSOE. Interesaba tener un partido de izquierda moderada para hacer frente a los que realmente habían hecho la lucha, que eran los comunistas. Y la jugada les sale redonda: creo recordar que PSOE saca 100 diputados y el PCE apenas diez o doce. Espinosa Pardo era uno de los que traía el dinero de la Internacional Socialista y lo dejaba en la sede de Madrid.

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