La Opinión de Murcia

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Pintura

Gaya y el "misteriosísimo milagro" de las cortesanas de Vittore Carpaccio

El museo del artista murciano expone una decena de las obras «inconclusas» que pintó con las ‘Dos damas venecianas’ del maestro del siglo XV en la cabeza

El Gaya expone las Cortesanas hasta el 30 de julio.

Ramón Gaya alucinaba con Vittore Carpaccio. «Misteriorísismo, milagroso, inefable, con un atrevimiento secreto», escribió el murciano sobre el pintor veneciano. Figura clave para entender la transición pictórica del siglo XV al XVI, su escasa adscripción a las corrientes estéticas dominantes de la época le convirtieron en una figura semidesconocida para el gran público. Un pintor de pintores. Un verso libre que no pasó por alto el afinadísimo radar de Gaya. 

Y, por encima del resto, Las cortesanas. Carpaccio pintó esta obra, también llamada Dos damas venecianas, entre 1490 y 1495. La historiografía dice dos cosas al respecto: la pieza podría pertenecer a una obra de mayor tamaño, de la que supondría aproximadamente un cuarto, y se especula con que las mujeres que aparecen pertenezcan a la familia patricia de Torella. Así lo sugieren, apuntan diversos especialistas, su ropa y sus collares de perlas. 

El museo expone la mitad de obras que el murciano creó inspirado en el trabajo de Carpaccio. Juan Carlos Caval

Al respecto, Gaya dejó escrito que se trata de una obra «final, un cuadro que termina no una época, sino que termina una... sordera, un estado de sordera de la pintura, y empieza, entonces, a oír, a oír de nuevo, a oír la vida, la musicalidad de la vida». La fascinación del murciano por Carpaccio no se quedó en sus escritos. Durante décadas, Gaya dio forma a una «serie en preparación, inconclusa» de Cortesanas. Desde el museo aseguran que se trata de unas 20 obras. Diez de ellas están colgadas desde ayer en las paredes de la sala Velázquez del espacio expositivo. Se podrán visitar hasta el 30 de julio. «Mostramos estas diez porque una exposición también tiene que tener aire, y estas son bastante representativas del total», explicaba ayer el director del museo, Rafael Fuster. Dos de las diez, además, son obras inéditas.

En estos «cuadros de tema», el artista humaniza las damas venecianas del italiano, que se convierten en modelos de carne y hueso a las que casi se oye respirar. O aburridas de esperar en esos interiores cálidos. En algunas obras se percibe, incluso, al propio pintor reflejado en un espejo o en el cristal de una ventana.

La repetición de los motivos es la prueba más explícita del impacto que la obra del veneciano causó en Gaya. El murciano pinta una y otra vez a las cortesanas. Cambian las posturas, las posiciones de los cuerpos, pero nunca la mirada ni la sensación de intranquilidad que genera cualquier espera.

Varias de las obras que componen la serie de Cortesanas de Gaya. Juan Carlos Caval

«Estas obras de mujeres melancólicas en reposo encierran una vida muy misteriosa, íntima y secreta. La mirada redimida y piadosa del pintor hacia ellas, su actitud, vendría a ser la misma que tuvo Carpaccio frente a las Cortesanas», explica Fuster.

Las primeras obras de la serie muestran a un Gaya que se basa en las pinturas de sus grandes maestros para recrear a las cortesanas. «Vemos claramente ecos de la pintura de los grandes referentes en este sentido, Rubens, Rembrandt, Tiziano o incluso Cézzane, que es un pintor que impregna gran parte de su obra», apunta el director del museo. Uno de los bocetos muestra unos marcados perfiles negros. «Al revisar las piezas, el propio Ramón se sorprendía -cuenta Fuster-. Decía: ‘¿Eso lo he hecho yo? Yo nunca trabajo con esos perfiles negros...me gusta, me gusta’». 

La cosa cambió años más tarde. Cuando Gaya conoció a su segunda mujer, Isabel Verdejo, comenzó a usarla como modelo. Sus cortesanas, entonces, estuvieron más cerca que nunca de la vida.

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