Mariano Peyrou es autor de narrativa, poesía y ensayo. Al leer Lo de dentro fuera se perciben los tres géneros de un modo orgánico. Parece que el autor convocara la finura de la poesía para dotar de estilo a su texto; acudiese al ensayo para plasmar ciertas ideas y reflexiones que le preocupasen; y finalmente, se decidiese por la narrativa como método visible para articular su prosa. Porque, a modo de novela, Peyrou despliega, a lo largo de varios capítulos breves, una ínfima historia que se lee como la trama vital de una actriz-niña-mujer. Una niña que crece y que sirve al autor para deslizar una suerte de tratado sobre la vida, sobre la identidad, sobre la naturaleza humana. Un personaje que metaforiza el acto de ser/actuar, con sus fobias y sus inquietudes.
En este libro se alternan la historia deshilvanada de la muchacha que quiere ser actriz con breves notas sobre historia de la religión. El juego oximorónico que se anuncia en el título es la base sobre la que asientan la mayoría de las reflexiones de nuestro autor. Dentro y fuera son dos topónimos que funcionan como espacios, zonas o más bien polos sobre los que basculan diversas conjeturas. El cuerpo, en ocasiones, es la frontera que define la identidad. Y si algo está dentro o fuera de él determina de un modo ontológico qué entendemos por realidad o qué somos. Porque aquí, la realidad, entendida como vida, se compromete con nuestra forma de experimentarla. Y experimentarla es, según entendemos al leer Lo de dentro fuera, una suerte de actuación. De interpretación actoral. Una acción que consiste en sacar lo de dentro fuera. Vivir es actuar. Y actuamos para que nos vean. O para que no nos vean porque los rostros son máscaras. Y cuando nos ven actuar es cuando nuestra vida cobra sentido. Los espectadores de nuestra vida son los verdaderos creadores de nuestra realidad. Vivir es construir un personaje creíble. Vivir es crear algo en lo que creer.
Hay una filosofía de la vida tremendamente profunda que se trasmite con belleza y sencillez en este libro. Pero no nos llevemos a engaño. Tras esta aparente sencillez se ocultan perspicaces reflexiones.
Este es, sin duda, un libro para leer con morosidad, deteniéndose en cada frase, subrayando y dejando reposar a fuego lento. Una delicia de gran sensibilidad.
