La Opinión de Murcia

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Otras narrativas

Vampiros, poderes en la sombra y cazas de brujas

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levar un siglo a las espaldas no siempre resulta sencillo. Los achaques de la edad, la pérdida de agilidad, el empuje de los jóvenes, el olvido que castiga con crueldad a lo que lleva tanto tiempo ahí que pasa a formar parte del paisaje. Cuando no es directamente despreciado por obsoleto, antiguo, viejuno.

No obstante, a lo largo de la historia del cine quedan testimonios de títulos estrenados en los primeros momentos de un nuevo arte, una nueva técnica, una nueva industria que, sin importar las hojas de calendario que han caído al suelo desde su estreno, no pierden vigencia ni fuerza, aunque sólo sea entre los más cinéfilos, pero la influencia de algunos de estos títulos permanece viva.

Nos detendremos en tres títulos estrenados en 1922, dos de ellos icónicos y con amplia popularidad, con historias apasionantes y curiosas, y un tercero tan estremecedor e inquietante y con un vigor estético de tal potencia que por momentos el espectador casi puede creer que más que a una película está asistiendo a un documental.

NOSFERATU

Friedrich Wilhelm Murnau

Nosferatu: Una sinfonía del horror es sin duda el que más pueda haber calado en el imaginario colectivo, tanto por la fuerza de sus imágenes con su estilizado e impactante vampiro de largos dedos y afiladas uñas, como por lo milagroso de que hoy podamos seguir viéndola. El propósito del film dirigido por Friedrich Wilhelm Murnau era adaptar la novela Drácula, de Bram Stoker, convertida desde casi el mismo momento de su publicación en una exitosísima obra de teatro. El problema llegó cuando la productora Prana Filma no logró hacerse con los derechos de propiedad intelectual para la adaptación de la película, y en un rapto de amor al cine por encima de todas las cosas decidieron que esa cuestión no debía erigirse en obstáculo. En lugar de conde Drácula se llamaría conde Orloff, se añadirían algunas modificaciones geográficas y el título quedaría como el que todos conocemos.

Tras estrenarse la película el hecho llegó a conocimiento de la viuda de Bram Stoker, celosísima de la propiedad intelectual de su difunto esposo, y tras denunciar la situación ante los tribunales logró que se paralizase la distribución y exhibición del film e incluso que se destruyesen todas las copias existentes. Por fortuna sobrevivieron unas cuantas que, décadas más tarde y cuando ya habían expirado los derechos de explotación de la novela, fueron recuperándose y restaurándose las que sobrevivieron (literalmente) a la quema. Labor de restauración de Nosferatu responsabilidad del español Luciano Berriatúa, artesano que consiguió recobrar la calidad de la que hoy podemos disfrutar.

MABUSE

Fritz Lang

Con El doctor Mabuse, Fritz Lang inició una trilogía de adaptaciones de la obras literarias sobre el personaje homónimo obra de Norbert Jacques, que llegaría al cine en otras ocho ocasiones e iniciaría una tendencia muy actual: las series de películas con un mismo protagonista, de larga duración y con películas divididas en dos partes que suman cuatro horas.

Conspiraciones, sociedades secretas, dominación mundial, élites en la sombra… Hace un siglo las pantallas de cine ya asombraban a los espectadores con villanos a cuya sombra pueden haber hecho fortuna los enemigos de James Bond, Ethan Hunt o los superhéroes del Universo Cinematográfico Marvel.

Ayudado por su esposa, Thea von Harbou, Lang dotó de especial carisma a un personaje similar a otro icono literario del crimen que pasaría al cine, el francés Fantomas. Maestro del disfraz y especialista en planes metódicamente calculados, algunos con una precisión de décimas de segundo, el elemento sobrenatural también permite a Mabuse dominar las voluntades ajenas de manera invencible mediante la telepatía y la hipnósis, lo que junto a su magnético carisma le proveen de un selecto grupo de fieles seguidores que colaboran en sus actos criminales. Como sucede con algunas películas más recientes, la primera entrega fílmica del Mabuse de Lang se ofrece en dos partes: Doctor Mabuse: El jugador, una imagen de la época e Infierno: Gente de la época.

Häxan

Benjamin Christensen

Tras estas dos incursiones en el cine procedentes de la literatura, se añade una película que hoy estaría a medio camino entre el metraje encontrado y el falso documental (found footage y mockumentary, por la taxonomía cinéfila anglófona actual). En Häxan: La brujería a través de los tiempos el actor y guionista danés Benjamin Christensen ofrece un testimonio histórico mediante distintos episodios que reflejan las supersticiones, miedos y leyendas rurales que contribuyeron a las persecuciones y cazas de brujas a lo largo del tiempo. Tomando como base el Malleus Maleficarum, libro alemán del siglo XV que servía de guía para los inquisidores, el repaso es tan minucioso como tenebroso y espeluznante.

Por su galería de actores, sus decorados y su vestuario el film aún estremece al trasladar al espectador a las recreaciones de ritos y temores de culturas primitivas, medievales y contemporáneas. Contemporáneas de la época de rodaje y estreno de la película, claro, el año 1922.

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