A finales de octubre veía la luz Brújula y sextante (Perdición, 2021), el sexto álbum de estudio de Joaquín Talismán (séptimo contando el recopilatorio de maquetas Música enlatada, publicado por Perdición en 2019). Rara avis dentro del mundillo, Talismán pertenece a ese reducido grupo de artistas productores con una posición privilegiada que les permite no estar sujetos a las leyes del mercado y hacer lo que les viene en gana –artísticamente hablando– a cada momento. De hecho, hubo un cambio de planes, y a Underground overdrive, parte 2, su tercer disco en solitario, no le siguió ni siquiera la parte 1, sino Brújula y sextante, donde prácticamente todos los instrumentos y voces están tocados por el propio Talismán, y las canciones son confesiones íntimas que aciertan en la fibra emocional: sin demasiados rodeos, se meten sutil pero irremisiblemente bajo la piel. Nostalgia con mesura, la visión empática de alguien que tararea melodías indelebles mientras observa el mundo alrededor, con una sonoridad limpia que insufla ‘aire’ a las canciones. Lo presenta este viernes en la Fnac en formato acústico.

Brújula y sextante nos tiene encantados.

Muchas gracias. Espero que guste. Me he quedado contento esta vez. No siempre te quedas totalmente satisfecho con el resultado... Puede ser bueno, malo, regular, pero esta vez coincide con la idea que yo tenía inicialmente. Quería hacer un disco liviano en el sonido, muy centrado en que las letras dirigieran a la música, hacia un paisaje sonoro determinado. Y creo que esta vez lo he conseguido.

Este trabajo se distancia bastante del anterior, Underground overdive, parte 2.

Sí, con Underground overdrive, parte 2 saqué digamos la parte más oscura y más rara de lo que llevo dentro, y lo que me apetecía ahora era probar el otro polo, que no es acústico, pero sí poco eléctrico. He sido tacaño: si un instrumento iba a entrar en la canción era porque realmente hacía falta. En este sentido, Brújula y sextante es un disco bastante limpio, creo que en concordancia con las letras, que no son para nada oscuras esta vez; todo lo contrario. La noche y el día. Y ahora es de día.

Por cierto, Brújula y sextante suena muy Pérez-Reverte, muy marinero...

Vivo a media hora del mar, para mí es algo muy cercano. Voy mucho, lo siento muy cerca y me encanta; tal vez me jubile por allí dentro de setecientos millones de años. Pero bueno, sobre el título del disco, la brújula y el sextante son dos instrumentos antiguos de navegación y de orientación. Con ellos consigues tu posición y rumbo, te orientas. Me pareció que iba acorde con todo el espíritu del disco. Era como dar un giro a todo lo que estaba haciendo últimamente, verlo claro y decir: «Es por aquí».

También diría que el disco tiene un punto muy setentero. Me ha recordado a aquellos tiempos del Tapestry de Carol King..., sobre todo la canción 11 a.m., que has hecho con Carlos Tarque.

Esa es de las que más me gustan, por eso la he puesto como última. Me encanta cerrar los discos con…

¿Cuándo? Hoy, 19.00 horas

¿Dónde? Fnac de Nueva Condomina, Murcia

¿Precio? Entrada gratuita hasta completar aforo


Un buen sabor de boca.

Sí, creo que es importante, porque independientemente de lo que se dice de la escucha, creo que hay un alto porcentaje de gente que sigue escuchando los discos completos. Pero bueno, yo creo que es un tema muy folky. Desde mi punto de vista suena un poco a Faces, a Ronnie Lane, a lo mejor.

Lo de Tapestry lo decía por el piano.

Sí, el piano y Carlos [Campoy]. Yo he grabado muchos teclados en el disco, los fáciles. Estoy aprendiendo –por supuesto, soy malísimo–, pero algunos arreglos sencillos ya soy capaz de hacer. Pero, claro, cuando necesitaba un piano o unos teclados de verdad, me los hacía Carlos. Y, gracias a él, la canción se hace el doble de grande.

Otro colaborador de lujo es Fernando Rubio, que pone la armónica en Luz. Tiene ese tono country de los Beatles...

La armónica de Fernando era el complemento perfecto; es clave para dejar la canción con un poco de aire y llevársela, abrirla un poco. Y sí, es posible que suene a los Beatles... Fernando, en cambio, le veía un aire a lo Kinks, aunque luego la armónica es muy Van Morrison... Supongo que las influencias al final son la vida entera... Cuando uno llega a una canción que no sabe cómo resolverla, es posible que se le ilumine la bombilla y ya está o que te recuerde a un tema de fulano que igual te puede ayudar en ese momento concreto. Eso son las influencias.

Tal como lo cuentas, son casi las reflexiones de un jugador de ajedrez, o incluso los planteamientos de un científico...

¡Claro! Tú tienes una colección de canciones y al principio hay algunas que sí sabes cómo van a ser, pero otras no. Vas viendo... Y lo que yo voy buscando al final es una sensación; o sea, me da lo mismo lo que me pida un tema concreto (una guitarra, una acústica, un piano, un sinte..., lo que sea).

Creo recordar que la canción que te dio la idea sobre el camino a seguir para este disco fue No son para ti, aunque luego vino Como si el diablo te llevara, que fue como la antítesis del anterior. El álbum sigue el tono más relajado de la primera, pero has abierto con otra canción: Vive en el corazón.

La frase es: «La certeza vive en el corazón. Nunca hay grandes respuestas si no hace falta preguntar. La certeza vive en el corazón de quien nos quiere de verdad». Es un poco el centro de la canción. Aunque es cierto que la idea de qué clase de disco hacer me la dio No son para ti, que es una canción bastante liviana, luego, al final, la canción que tal vez más representa el resto del disco sea esta [Vive en el corazón]. Por eso está puesta la primera, básicamente.

Se suele preguntar a los autores cuando publican una obra qué buscan transmitir.

No es algo preconcebido, sino que son las canciones van marcándolo de alguna manera, pero sí hay un punto de partida: No son para ti. La idea que me dio, aparte del sonido, es de: «Eh, tío, tranquilo, take it easy». Este disco es una invitación a la calma; que no a la inactividad ni a la inacción, ojo.

¿Qué tiene de especial este sexto álbum de Joaquín Talismán?

Pues no lo tengo muy claro... Pienso que es una buena colección de canciones, sin más. Me he esforzado mucho, precisamente porque, como quería ser parco en la instrumentación, no te queda más remedio que el interés te lo den las propias canciones. En este sentido, creo que es un disco con el que podría hacer presentaciones –como de hecho voy a hacer– en acústico yo solo, que me permitirán también girar por ahí de una forma más ‘realizable’ que llevando al grupo entero; cosa que haremos siempre que se pueda, ¿eh?, pero creo que es un disco muy tocable con una guitarra o con dos guitarras.

¿Cómo has trabajado la composición en este disco? ¿Has seguido los pasos habituales o has empleado una fórmula nueva?

Yo la fórmula sigo sin saber cuál es, te lo digo de corazón. Cada vez que termino un disco me surge la duda de si voy a tener material para hacer otro después... Pero, como me gusta mucho tocar, pues te pones, coges la guitarra, y un día se te ocurre una idea. Muchas veces yo toco y voy tarareando lo que sea encima, y hay veces que esas cosas las voy grabando. O no, y luego más tarde te acuerdas de aquella melodía que tocaste... Ese proceso tan, como ves, desordenado, es el que yo sigo.

Llevas muchos años en esto como artista, con distintos proyectos, y también al frente del sello Perdición. ¿Cómo es vivir de la música? ¿Qué destacarías de estos años?

Vivir de la música es irregular y maravilloso.

¿Y si te sale una pandemia?

Yo creo que todos hemos tenido que investigar qué cosas más sabíamos hacer aparte de la música para no morir de hambre..., y ha estado bien como investigación personal. A ver si podemos volver pronto a la dinámica de siempre, pero de todo se aprende. Este disco, sin ir más lejos, es como es porque se ha grabado en gran parte (y dadas las circunstancias) en mi estudio, con mucha calma y mucho cariño.

¿Sientes algo de la emoción primeriza en este nuevo salto al vacío que supone Brújula y sextante?

Siempre te emociona ver si el trabajo en el que estás currando un año y medio o dos le va a gustar a la gente. Nos dedicamos a una cosa cuyo fin último es satisfacer al público, y, por tanto, deseas ardientemente que les encante. En ese sentido, sí, claro. Estoy deseando que os gusten mis canciones nuevas, irnos por ahí a tocar y pasárnoslo bomba.