Recibir un regalo y que el remitente sea una persona fallecida parece extraño, pero es lo que han estado viviendo los amigos de Freddie Mercury (1946 - 1991) desde que el icónico vocalista de Queen falleció.

El pasado 24 de noviembre se cumplió el 30º aniversario del adiós del artista a causa del sida, pero Mercury, conocido por su gran humanidad y consciente de que se iba a morir, ordenó en su testamento que los grandes almacenes londinenses Fortnum & Mason enviaran una cesta navideña todos los años a sus amigos y sus ahijados. Todos figuran en una lista escrita por el propio músico unos días antes de morir, cuando ya sabía que no pasaría la Navidad con ellos.

Después de tres décadas de su muerte, todos reciben el obsequio, cuya factura está pagada por la herencia del músico. "Creemos que es un gesto encantador, que se sabe que ocurre todos los años", confirmó un portavoz de la citada compañía a ‘Daily Mirror'.

 El deseo del que fue líder de Queen se ha cumplido durante estas tres décadas escrupulosamente y como él quería. A Mercury le encantaba alegrar la vida a los demás y nunca reparaba en gastos. De hecho, siempre decía: "Puede que el dinero no compre la felicidad, ¡pero sí que puede darla!".

No hay que olvidar que su mansión y la mitad de su herencia terminaron en manos de su exmujer y amiga íntima Mary Austin y de su último novio, Jim Hutton.

Según Peter Freestone, amigo y asistente personal del compositor: “Freddie pensaba más en otras personas que en sí mismo. Sabía que gente como yo y el cocinero y ex novio Joe lo cuidaríamos”, desveló en una entrevista para ‘Times’. Y añadió: “En Navidad, invitaba a todos aquellos amigos que sabía que no tenían casa o familia a la que ir durante las fiestas”.

Elton John, que fue íntimo amigo y confidente del guitarrista, ya habló de la inmensa generosidad de Mercury en su autobiografía, en cuyas páginas recuerda cómo la mañana de Navidad de 1991, un mes después de su muerte, recibió una pintura de acuarela como regalo póstumo.

“En una hermosa funda de almohada recibí una pintura de acuarela. En la nota que venía decía: ‘Vi esto en una subasta y pensé que te encantaría. Te amo’”, detalla. También relata en el libro que se emocionó con el gesto: “Se estaba muriendo y todavía pensaba en sus amigos. Todavía tengo la funda de almohada al lado de mi cama. Ese era el tipo de persona que era Freddie. Estaba muy lleno de amor y vida”, concluye.