Un proyecto del CSIC ha concluido con el diseño de una herramienta de cálculo numérico que permite anticipar la llegada de las carabelas portuguesas a cualquier punto de la cuenca mediterránea teniendo en cuenta el régimen de vientos y corrientes desde que son avistadas en el Golfo de Cádiz.

Antes que nada recordar que la carabela portuguesa (Physalia physalis), una de las medusas más temidas por sus peligrosas, dolorosas y, en ocasiones, letales picaduras, no es en realidad una medusa sino un organismo colonial cuyos individuos se reparten las tareas de navegar impulsados por sus características velas, de digerir las presas que capturan con sus largos tentáculos, de detectar y capturar a estas últimas así como defenderse de sus depredadores o, por último y no menos importante, de garantizar su supervivencia reproduciéndose.

Su aspecto es tan característico que, vista una vez, se torna inolvidable. Formada por una vela gelatinosa de entre 15 y 30 centímetros que le permite desplazarse por los mares impulsada por los vientos, mareas y corrientes. De su cuerpo central cuelgan numerosos tentáculos con los que atrapan a sus presas y que, extendidos, pueden llegar a alcanzar una longitud de hasta 50 metros aunque lo más corriente es que no superen los diez.

Aunque su hábitat natural es el Atlántico, cada vez es más normal que penetren en la cuenca mediterránea, de ahí la necesidad de crear esta herramienta predictiva para anticipar su llegada a las costas.

De esporádica a habitual

Hoy en día, explican los expertos, ya es un problema emergente y los modelos climáticos prevén que llegarán más, sus entradas en el Mediterráneo pasarán de ser esporádicas a regulares. Cada año, por primavera, tendremos carabelas portuguesas por estas aguas.

Se refieren a la estación de primavera por la temperatura del agua, ya que este organismo no tolera los grados que alcanza el Mediterráneo conforme llegan los meses estivales.

A partir de una temperatura del agua de en torno a los 25 grados ya lo empieza a pasar mal y ahora la tenemos a 26 grados. Su temperatura ideal oscila entre los 22 y los 23 grados. «No se reproducen en el Mediterráneo y todas entran desde el Atlántico cuando hay viento constante de Poniente», explican, detallando que el flotador de la Physalia es dirigido por el viento lo que hace más fácil predecir su dirección o deriva náutica ya que los vientos son más previsibles que las corrientes marinas que mueven a otros organismos similares.

Y este es la principal causa del éxito y de la fiabilidad de la herramienta de cálculo diseñada para anticipar su llegada a aguas mediterráneas, unas visitas que cada vez serán más habituales y de las que en este 2021 ya se han producido más de 20 avistamientos.

«Este modelo funciona de forma germánica», explica Laura Prieto, investigadora principal del ICMAN (Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía). «Esta basado [el modelo predictivo] en datos sólidos y cuenta con un gran desarrollo científico», glosa las ventajas de la herramienta la investigadora, que revela que se planificó durante los años 2010 y 2013, ejercicios ambos en los que hubo una gran presencia de esta especie, y se evaluó su validez en 2018, otro año con muchas carabelas. «En los primeros días de febrero de este 2021 llegaron bastantes ejemplares a las costas de Cádiz. Metimos los datos de las corrientes superficiales y de los vientos de años anteriores y pronosticamos que llegarían a aguas mediterráneas en torno al mes de abril, como así fue», se congratula.

Un modelo con el que admite que tan solo pueden anticipar «la región» a la que llegarán meses después las carabelas. «No podremos saber si van a llegar a tal o cuál playa porque no anticiparemos qué viento va a soplar en esa playa concreta», asume.

Alarma social

Preguntada por qué han desplegado tantos esfuerzos para prevenir la llegada de una especie que no es tan habitual en nuestras aguas, la investigadora subraya que «un solo ejemplar genera una gran alarma social» recordando que el fallecimiento de una bañista en Cerdeña en el año 2010 tras sufrir una picadura de una carabela (probablemente a causa de un shock anafiláctico por ser alérgica a alguno de sus componentes) generó riadas de tinta de medios ingleses y alemanes con grandes y alarmistas titulares que alertaban de la llegada de la medusa asesina.

«Este modelo se pensó originalmente para prevenir la llegada de enjambres de Pelagias noctilucas, el tipo de medusa que más problemas causa en el Mediterráneo, pero debido a la dificultad de prever la deriva de estas últimas el modelo se centró en la carabela», revela Prieto, recordando la gran alarma social que genera y que puede llegar a provocar el cierre de una playa por la presencia de un solo ejemplar.

Preguntada sobre qué condiciones meteorológicas deben confluir para provocar una llegada más numerosa de estos ejemplares que tienen su hábitat natural en el centro del Atlántico, la investigadora del ICMAN habla de tormentas generalizadas en el área así como en el Golfo de Cádiz que deben ir acompañadas de fuertes vientos de componente oeste. Y así, las carabelas arrastradas hasta el Estrecho en febrero llegarán a la costa mediterránea.

Prieto concluye que la llegada de estos peligrosos organismos marinos puede convertirse en algo más que un problema meramente local.