Estreno | José López Almagro Productor y cineasta

"Como escribió mi padre: Murcia obró el milagro de la ‘resurrección’ de Rosales"

"No ha habido en ningún momento interés alguno por parte de la Administración de recuperar la obra murciana del madrileño", explica José López, que dirige un documental sobre el pintor

José López Almagro

José López Almagro / L. O.

La Filmoteca Regional de Murcia acoge este lunes (21 horas) la presentación y estreno oficial del documental Eduardo Rosales y Murcia, un trabajo del productor, publicista y realizador José López Almagro. En él, el polifacético cineasta trata de poner el acento en las dos estancias del madrileño -«quizá el mejor pintor que a España dio el siglo XIX»- en la capital del Segura durante los años 1872 y 1873, sus dos últimos de vida. Se comentan los lugares en los que vivió, las personas con la que trabó amistad y la pintura al aire libre que al fin pudo aquí realizar, luego de desdichas y pesadumbres en la Villa y Corte. 

¿Cómo llegó a la historia de Eduardo Rosales en Murcia?  

Tuve la suerte de que, a muy temprana edad –8 o 9 años–, mi padre me llevó a visitar el Museo del Prado en Madrid, y tras hacer un recorrido por sus distintos pasillos, llegamos a la Sala 61-B, la cual alberga de manera privativa algunos de los cuadros que allí poseen del gran Eduardo Rosales Gallinas. Recuerdo que empezamos nuestro recorrido observando la Muerte de Lucrecia, un cuadro que me impactó y sobre el que mi padre –gran apasionado y entendido de Rosales– me explicó minuciosamente toda su técnica pictórica, su lenguaje plástico, la historia de los personajes que aparecen y el planteamiento dramático de sus argumentos, la composición, las feroces y despiadadas críticas que recibió su autor tras presentarlo en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1871 (pese a que obtuvo la Medalla de Oro por él), etc.

Su padre le hizo de guía.

Eso es. Cotinuamos con Tobías y el Ángel, Mujer al salir del baño, El violinista Ettore Pinelli, Condesa de Santovenia (’La niña en rosa’), Presentación de Don Juan de Austria ante Carlos V en Yuste, Doña Isabel la Católica dictando su testamento... Al igual que hizo con la Muerte de Lucrecia, fue explicándome cada cuadro de manera minuciosa, trasladándome a mí toda esa pasión que él iba poniendo en cada explicación. Así que fue él quien me introdujo en la vida de este gran pintor madrileño, y quien me habló de las estancias que Rosales tuvo en nuestra tierra murciana.

De hecho, el documental parte de un guion que escribió su padre, Juan Antonio López Delgado. Dice en la nota de prensa que era un texto «muy literario». ¿Cómo fue adaptarlo?  

Nada fácil. Me llevó bastantes meses de trabajo, ya que mi padre había preparado un texto bastante extenso y muy denso de información y vocabulario que yo debía trasladar a un lenguaje cinematográfico más atractivo y llevadero para el espectador;esa era mi obsesión: que pudiera ser del agrado de todo tipo de públicos. No obstante, también quiero decir que ese guion literario de mi padre fue imprescindible para mí, y fue mi pilar, mi base sobre la que construir el documental. 

¿Por qué vino a Murcia Eduardo Rosales?  

Eduardo Rosales viene a Murcia principalmente por tres circunstancias:la primera, la amistad que fraterniza en Roma con el pintor de Mazarrón Domingo Valdivieso Henarejos, el cual ya conocía a Rosales de sus años de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Como curiosidad, Rosales posa para él al pintar el Cristo Yacente –una de sus obras más conocidas, actualmente en el Museo de Bellas Artes de Murcia–, y muy probablemente hablan de Murcia, tierra que de seguro gustaría mucho a Rosales.

La segunda circunstancia es la desesperanza que radica en Rosales tras la abrumadora cantidad de criticas negativas que ha suscitado su Muerte de Lucrecia. Los entendidos se enzarzaron en zafias alusiones a la carencias presuntas del cuadro. Y, como siempre, conceptuaban como deméritos los sacrificios del pintor en el acabado académico y la licencia suma que se permitía hablarle al alma y no al cuerpo. 

El tercer motivo, en fin, que pudo barajar Eduardo Rosales para venir a Murcia, fue una circunstancia muy dolorosa en su vida: su hija Eloísa, de dos años y cuatro meses de edad, fallece. 

¿Qué se encontró aquí?  

Llega a Murcia, junto a su esposa, Maximina Martínez Pedrosa, y, al llegar, la ciudad le gusta regular, pero se embelesa con la huerta. Le escribe una carta a su cuñado Fernando Martínez Pedrosa, donde le dice que la campiña es preciosa, y la gente del campo, magnífica. En correspondencia posterior, Rosales irá confirmando esas gratas impresiones primeras, ya que Murcia es todavía rural y huertana, y la capital tiene un ritmo lento y cansino.

Debió encontrarse a gusto Rosales, paseando por aquellas calles estrechas y tortuosas del trazado urbano y laberintico de la Murcia árabe, pero aquella Murcia silenciosa y tranquila tenía, sin embargo, sus cánceres de orden interior, auspiciados por la revolución política general en marcha. Rosales se marcha de aquí, en esta atmósfera prerrepublicana, donde los robos callejeros aumentaban alarmantemente, así como la inseguridad ciudadana. El jovencísimo pintor Lorenzo Dubois le termina cediendo su estudio del Carril de San Agustín, pero no consiguió que los Rosales se instalasen en su casa de la Calle de la Lencería. Maximina creyó mas conveniente para su esposo abandonar la ciudad y su humedad, y acogerse al Santuario de la Fuensanta, donde les facilitarían hospedaje. 

Se dice que el pintor encontró aquí un último impulso creativo antes de morir. 

Así es. Es aquí donde saca por primera vez a la calle el caballete y pinta al aire libre toda esa obra murciana tan extraordinaria, como la Venta de Novillos, el fabuloso cuadro de El naranjero de Algezares, el Estudio de Animales –cuadrito que se encuentra en paradero ignorado, y que sólo, por desgracia, podemos gozar a través de la fotografía de Laurent–, o distintos apuntes de tipos, burros, cabras, arboledas y novillos de rápida ejecución. Tal y como escribió mi padre, «Murcia obró el milagro de la ‘resurrección’ de Rosales, y el Santuario del Monte contempló el fin de su letargo artístico». 

¿Por qué se sabe tan poco de esta ‘época murciana’ de Rosales?

Poco o casi nada se sabía antes de que mi padre sacara a la luz en 1999 su libro Eduardo Rosales en Murcia y trajera al Museo Ramón Gaya, desde colecciones privadas, una magnífica exposición de obras murcianas pintadas por el madrileño. Hasta hace pocos años, lo más conspicuos historiadores del Arte, en unas pocas líneas, decían que Rosales había estado en Murcia, y ahí se acababa todo. Y este, entre otros muchos, fue uno de los motivos que me animó a ponerme manos a la obra, a filmar y crear este documental que espero contribuya y acerque a todos los públicos lo que Murcia le da a Rosales, y lo que le aporta para progresar en un arte nuevo que le atrae cada vez con más entusiasmo y tesón.

Otro de los motivos que me impulsó a realizar este documental, y el cual me gustaría destacar, es que, en general, siempre que he hablado de Eduardo Rosales en Murcia, la gran mayoría de personas desconocía por completo quién era y, sobre todo, lo confundían todavía con Luis Rosales, el que fuera amigo de Federico García Lorca. 

Dice que ni siquiera Gaya, que estaba interesado en conocer su obra, fue capaz de llegar a estas obras. ¿Cómo lo ha hecho usted para llegar a ese material?  

No me ha sido nada fácil acceder a toda esta obra murciana de Rosales, ya que como hemos comentando anteriormente, la gran mayoría se encuentra en colecciones privadas, pero he de decir que, con la gran ayuda que me ha aportado mi padre, mucha investigación, viajes y favores de grandes y buenos amigos, he podido ir accediendo a los documentos, obras, cartas y dibujos, los cuales podréis ver a lo largo del documental. 

Usted intenta, además de recuperar el ‘legado murciano’ de Rosales, trazar un relato de su vida aquí. ¿A quién ha recurrido?  

Así es. La intención de este documental es subrayar fílmicamente la honda relación (afectiva y artística) entre Murcia y Eduardo Rosales, quizá el mejor pintor que a España dio el siglo XIX. Además, por supuesto, de recuperar y poner en valor todo ese ‘legado murciano’ y acercar un poco más la obra y vida de Rosales a todo el público de esta ciudad y a todo aquel que quiera conocer esta época tan importante en la vida de este gran pintor.

Principalmente he recurrido a mi padre, que es , sin lugar a dudas, el mayor especialista de esta época murciana de Eduardo Rosales. Todo lo que él me ha contado ha sido mi principal hilo conductor y late motiv de este documental. También tuve la suerte de contar con la colaboración del director del Museo de la Catedral de Murcia, don Francisco José Alegría Ruiz, quien muy amablemente nos abrió las puertas del museo, se interesó por mi proyecto y accedió a colaborar con una entrevista en la que nos cuenta parte de un acontecimiento transcendental para la Murcia y que ocurrió coincidiendo con la estancia de Rosales en la ciudad.  

Dice que la recuperación de estas obras le da una nueva dimensión a Murcia en la Historia del Arte. Al mismo tiempo, el hecho de que no haya sido demasiado conocida hasta ahora no habla muy bien de cómo se gestiona el legado cultural y artístico en la Región...  

Podría responderle muy largo y tendido con mi opinión particular sobre la gestión y conservación del legado cultural y artístico en la Región de Murcia, pero no voy a entrar ahora mismo en esos temas... Lo que sí espero –y es uno de los principales objetivos que persigue el documental– es que tanto el público en general como, en particular, estudiantes de Bachillerato, de Bellas Artes de Murcia, etc., descubran toda esa obra rosalesca murciana tan desconocida, y de tanto valor, de un pintor que no se atenía a las clásicas normas academicistas y que traspasó las barreras de su tiempo. 

Pero sí quiero aprovechar para hacer una llamada de atención a los organismos e instituciones correspondientes de que ya es hora que se valore como se merece toda la obra murciana de Eduardo Rosales, y de que se expongan de manera correcta las piezas que podamos tener entre nuestro patrimonio de este gran pintor. Y que se intente comprar toda la obra murciana que sale a la venta en casas de subastas, con el fin de recogerla y exponerla en Murcia, donde fue pintada y donde debe de estar. Por último, también hago una petición (la cual espero que llegue a la persona o personas correspondientes), adelantándoles que en el año 2023 se cumple el 150 aniversario de la muerte de Eduardo Rosales: espero, de todo corazón, que la ciudad de Murcia se mueva para hacer exposiciones, charlas, conferencias, proyecciones y talleres en honor a este pintor que tanto le dio Murcia, y viceversa. 

Ha contado con apoyo público para la realización del documental. ¿Hay un interés de la Administración por recuperar al Rosales murciano o el apoyo a su trabajo se trata de un hecho aislado?

Sí, he contado con algunas colaboraciones de apoyo público para la realización y proyección del documental, pero me hubiese gustado tener más apoyo de alguna organización pública murciana, sinceramente. Respecto al interés de la Administración por recuperar al Rosales murciano, tristemente, he de decir que no ha sido así: no ha habido en ningún momento –que yo sepa– interés alguno por recuperar la figura de Eduardo Rosales y sus estancias en Murcia. Todo este proyecto ha sido trabajado y promovido por mí, con el fin de aportar un granito más de arena a la figura de Eduardo Rosales, a Murcia, y a la cultura.