A pesar de tener tan solo tres cortometrajes en su trayectoria profesional como cortometrajista, el nombre de Silvia Conesa ya significa algo. Sobre todo si hablamos de ciencia ficción, un género en el que no suelen abundar las directoras. Hablamos con Conesa sobre el corto que presenta en Sombra, Hamelin, y sobre cómo sobrevivir siendo cortometrajista.  

¿Cómo se siente al ser un peso pesado dentro del mundo de los cortos?

Hombre, llamarme ‘peso pesado’ quizá sea decir demasiado. Es verdad que tengo tres cortometrajes que están funcionando bastante bien, Evströnger (2018) fue seleccionado en más de un centenar de festivales y todavía se sigue moviendo, Polvotrón 500 (2020) también lleva un montón de premios y ahora hemos empezado a mover Hamelin (2021). Es decir, que no tengo mucho recorrido como cortometrajista, porque yo comencé como actriz y no fue hasta hace cuatro años que decidí comenzar a contar mis propias historias. Estudié dirección y guión y la verdad es que me está yendo muy bien. Y bueno…, es verdad que no hay muchas directoras de cine de ciencia ficción de modo que, pensándolo bien sí, es posible que ahí, en el género de ciencia ficción sí sea un peso pesado (risas).

En el Sombra compite en esta edición con su cortometraje Hamelin. ¿Qué vamos a encontrar en su último corto?

Es ciencia ficción, pero una ciencia ficción muy cercana, de aquí a cinco años. Y es una historia que tiene bastante que ver con una cosa que pasa mucho en esta sociedad, que es la tendencia que tenemos a delegar las cosas que no queremos hacer, a posponerlas demasiado tiempo como puede ser tener hijos y formar una familia. En la sociedad en la que vivimos parece que estas cosas no tienen cabida y de hecho actualmente algo tan natural como tener hijos se ha convertido en algo realmente complicado. Y entonces, en Hamelin una familia contrata a una empresa que cría a tu hijo por ti en tu propia casa y que se hace especialmente cargo del pequeño cuando las cosas se tuercen y no es un remanso de paz.

¿Le miran raro por aquello de ser una de las pocas directoras que hay de cine de ciencia ficción?

(Se lo piensa y se ríe). Depende del ambiente. En mi familia sí que soy un bicho raro, da igual lo que dirija. Pero sí que es verdad que hay una tendencia a pensar que las mujeres, por el hecho de serlo, tenemos que dirigir películas relacionadas con lo pequeño y lo intimista. Entonces, dentro de este contexto sí que me siento un poco rara dirigiendo cortos como estos, de ciencia ficción. Pero mirarme raro no, aunque a veces sí que han visto alguno de mis cortos y me han preguntado: «Tía, ¿ pero tú que tienes exactamente en la cabeza? (risas).

¿Qué le diría a un joven que tiene una historia en la cabeza y quiere hacer un corto con ella?

Que se curre muchísimo el guión. De tener una historia a tener un guión cerrado pasa un tiempo. Y lo segundo, rodéate de gente que adore tu historia. Porque al final la energía que se crea en un equipo de rodaje es fundamental. Aún así, hay que tener muy claro en todo momento que la primera persona que tiene que tirar por encima de todo es uno mismo.